Llegamos a la celebración de los 204 años de la declaración de nuestra independencia en medio de la batalla contra la pandemia de Covid-19, y de una emergencia sanitaria, económica y social. En estas circunstancias es de gran valor rescatar la larga lucha de nuestros pueblos americanos por su independencia.
En 1816, la revolución que instauró el primer gobierno patrio en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, como parte de las revoluciones que terminaron el dominio colonial en Hispanoamérica, pasaba por uno de sus momentos más difíciles. El rey de España, Fernando 7°, había sido restaurado en el trono, con el apoyo de la Santa Alianza de los imperios más reaccionarios de ese momento (Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia).
En nuestro continente, los ejércitos realistas españoles habían derrotado a los patriotas en Chile, en Venezuela y en Colombia, mantenían el Perú y avanzaban hacia el Noroeste argentino por el Alto Perú (hoy Bolivia), frenados solo por las heroicas guerrillas, como las dirigidas por Güemes en Salta y Jujuy, y Arias, Arenales, Warnes, Muñecas, Padilla, Juana Azurduy, los caciques Titicocha, Cáceres y Cumbay, y tantos otros en el Alto Perú.
Como escribió el director de nuestro semanario, Eugenio Gastiazoro, hace un año: “En estas circunstancias, cuando parecía imposible que la revolución pudiera sostenerse en las Provincias Unidas del Río de la Plata, fue que desde Cuyo San Martín escribía a los congresales en Tucumán: ‘Pensemos en grande, y si la perdemos, que sea con honor’. No era un voluntarista, veía que la revolución podía triunfar apelando a las reservas patrióticas del pueblo y armando sus ejércitos, en particular con esas masas explotadas y oprimidas, principalmente indígenas y mestizas, que se habían alzado contra el régimen colonial-feudal y venían protagonizando heroicos combates, aplastadas y derrotadas muchas veces, pero cuyas luchas habían abierto el camino a la primera revolución en nuestros países latinoamericanos”.
Así, el 9 de julio de 1816, en el Congreso reunido en la ciudad de San Miguel del Tucumán, “los representantes de las Provincias Unidas en Sud América”, declararon “a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos violentos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando 7°, sus sucesores y metrópoli”. Frente a los que planteaban la necesidad de un “protectorado” de alguna otra potencia europea, el 19 de julio, en sesión secreta, los congresales debatieron y resolvieron agregar a la fórmula del juramento, a hacerse el 21 de julio: “y de toda otra dominación extranjera”. La firmeza de los verdaderos patriotas cerró paso a esas maniobras, permitiendo que se utilizara también esa disputa a favor de la lucha por la independencia.
Así se pudo triunfar
La guerra de guerrillas de los pueblos de Salta, Jujuy y del Alto Perú, la independencia de Paraguay liderada por Gaspar Francia, y el curso de la revolución en la Banda Oriental, encabezada por Artigas, permitieron mantener la independencia declarada en Tucumán y cubrieron la espalda de San Martín. Éste, apoyándose principalmente en los pueblos de Cuyo, pudo así conducir la epopeya histórica de construir el Ejército de los Andes, cruzar la Cordillera, derrotar a los realistas en los campos de Chacabuco y Maipú, y posteriormente, con el apoyo chileno, y ya con la oposición de la oligarquía bonaerense, pudo llegar por mar a Lima y contribuir a la independencia del Perú.
Así, tras la prolongada y heroica guerra que duró hasta la derrota de los españoles en los campos de Junín y Ayacucho, en Perú en 1824, y la batalla de Tumusla en Bolivia en 1825, se logró la independencia en Sud América. En este proceso, como marca el Programa de nuestro Partido “La hegemonía de los terratenientes y grandes mercaderes criollos hizo que fuera una revolución inconclusa: no se resolvieron las tareas de la revolución democrática, principalmente las tareas agrarias. Cuestión que aflora en todas las luchas posteriores y que aún hoy, entrelazada con la nueva cuestión nacional y social en esta época del imperialismo y la revolución proletaria, sigue sin resolverse”.
Por una nueva y verdadera independencia
Este 9 de julio nos encuentra a los argentinos, junto a los pueblos hermanos de Latinoamérica, enfrentando con un gran protagonismo popular la pandemia, en el marco de la necesidad de lucha común contra los viejos y nuevos imperialistas y sus lacayos locales. Reafirmamos la necesidad de una segunda revolución liberadora de América que remueva la dependencia y el latifundio que nos sojuzgan. Como muestra la experiencia histórica de estos más de 200 años de lucha popular, el triunfo de la revolución continental depende del avance y del triunfo de la revolución de liberación nacional y social en cada uno de nuestros países, que nos permita ser verdaderamente libres e independientes.
En ese camino y con este objetivo peleamos para que nuestro PCR y su JCR sean conocidos y reconocidos por las masas en todo el país, como herramientas fundamentales para que la clase obrera pueda jugar un papel decisivo en el frente único con los demás sectores del pueblo y todas las fuerzas democráticas y antiimperialistas.
Hoy N° 1822 08/07/2020