El 9 de agosto se realizaron elecciones presidenciales en Bielorrusia, país europeo que se encuentra entre Polonia y la Federación de Rusia.
Ante un resultado que le volvía a dar la presidencia -por el 80% de los votos- a Aleksandr Lukashenko, que lleva 26 años en el poder, se desataron las protestas populares. Su rival, Svetlana Tijanovskaya, ex profesora de inglés, se presentó porque su esposo, un popular bloguero, fue detenido y vetado como candidato.
La oposición denunció fraude y miles de personas salieron a las calles en todo el país para protestar, con marchas y manifestaciones, las más grandes vistas hasta ahora, en la capital y muchas otras ciudades.
La represión dejó dos muertos, casi trescientos heridos, y cerca de 7.000 detenidos. Se han denunciado palizas y torturas.
En el trasfondo de las protestas está no sólo la cuestión democrática, sino también la situación económica y cómo fue abordada la pandemia, ridiculizada como “psicosis masiva”.
En el octavo día de protestas populares, y después de realizar consultas con Putin, Lukashenko realizó un acto: “Estoy aquí como ante Dios, las elecciones se celebraron. No se puede hacer un fraude del 80%”, dijo.
Inmediatamente fue respondido con la “marcha de libertad” en la que 200.000 personas terminaron con un acto donde se conmemora la resistencia ante los nazis en la Segunda Guerra Mundial. También hubo manifestaciones multitudinarias en otras ciudades importantes. Se reclamó la liberación inmediata de todos los detenidos y presos políticos, la renuncia de Lukashenko y el castigo a los responsables de la represión y torturas.
La intervención extranjera
Bielorrusia tiene una importancia estratégica por su ubicación entre Rusia y países de la OTAN. Putin dijo que prestaría la ayuda necesaria, de acuerdo a los principios del tratado de la Unión Estatal Rusia – Bielorrusia, y, “si se precisa” a través del “Tratado de Seguridad Colectiva”. Por otra parte, la Unión Europea realizó una cumbre extraordinaria en la que decidieron sanciones a varios dirigentes del régimen por “violencia, represión y fraude electoral”.
Posteriormente se intensificó la represión. La jefa de campaña y otros miembros del grupo de Svetlana Tijanovskaya fueron detenidos. Ante esto, se asiló en Lituania desde donde llamó a continuar con la resistencia. La situación sigue abierta.
Hoy N° 1829 26/08/2020