Filipinas es una sociedad semifeudal y semicolonial, en la que su presidente, Rodrigo Duterte, aplica una represión brutal. El Frente Democrático Nacional ha declarado el mes de septiembre como mes de la solidaridad con Filipinas.
El 27 de julio pasado miles se congregaron en Manila y en muchas otras partes del país durante el discurso de Duterte sobre el “estado de la Nación” para declarar el “verdadero” estado de la Nación. Con barbijos, agricultores, pescadores, obreros, trabajadores de la salud, empleados, docentes, religiosos, se hicieron presentes para denunciar el hambre, la pobreza, la rápida propagación del Covid-19, la corrupción, la incompetencia y la represión y pidieron su renuncia. Las iglesias católicas hicieron sonar sus campanas en solidaridad.
El Partido Comunista de Filipinas dijo que Duterte en su discurso no habló de los sectores afectados por su inepta, militarista y fallida respuesta a la pandemia. Grupos musicales cantaron “la voz del pueblo”, canto comunitario adaptación de “Los miserables”.
Mientras tanto la represión sigue siendo brutal. José María Sison la calificó como la peor desde la dictadura fascista de Marcos. En julio bombardearon aldeas para obligar a sus habitantes a desplazarse para la apertura de una inmensa mina de bauxita.
Randall Echanis, luchador por la reforma agraria y asesor del grupo de paz del Frente Democrático Nacional de las Filipinas para las reformas sociales y económicas fue brutalmente asesinado el 10 de agosto. La policía arrebato el cuerpo a su familia para borrar las marcas de tortura. Lo mismo hizo con tres miembros del Nuevo Ejército del Pueblo, violando el derecho internacional humanitario. Esto en medio de idas y vueltas en su acercamiento a China y su postura sobre los acuerdos militares con EEUU.
Hoy N° 1831 09/09/2020