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09 de September de 2020

A 44 años de la muerte del líder de la Revolución China

La vigencia de Mao Tsetung

El 9 de septiembre de 1976 moría el líder de la Revolución China, Mao Tsetung. La vigencia de sus aportes a los explotados y los oprimidos de todo el mundo se siente con más fuerza que nunca, en momentos en que el imperialismo, en su afán de saqueo y enriquecimiento, siembra miseria y nubes de guerra en todo el planeta.

Mao tenía 82 años al momento de su muerte. Nacido en 1893, quien siempre se definiera como “un simple maestro rural”, al frente del Partido Comunista de China condujo al pueblo chino a la Revolución triunfante en 1949, y peleó hasta el último de sus días por la construcción del socialismo en el país más poblado de la tierra.

La Revolución China, junto con la Revolución Rusa, fueron las revoluciones proletarias más grandes de la historia. En China, antes de 1949, millones de campesinos morían de hambre, apenas si tenían para vestirse, “el 70% de la población era analfabeta y la moral feudal esclavizaba a las mujeres”, recuerda Jacinto Roldán (Mao Tsetung: revolución, arte y cultura).

A partir de la fundación del Partido Comunista de China en 1921, con Mao Tsetung en su dirección, éste fue adquiriendo un papel protagónico en las luchas contra la explotación y la opresión que sufrían el proletariado, el pueblo y la nación china. En un proceso de lucha prolongada de casi 30 años, integrando la teoría del marxismo-leninismo a la realidad concreta de la revolución en ese gran país, Mao Tsetung y el PC de China hicieron grandes aportes políticos, económicos y filosóficos al marxismo-leninismo, particularmente en relación a la construcción del Partido, el frente único y la lucha armada.

Tras el triunfo de la Revolución de Nueva Democracia –como la definieran los comunistas chinos–, fundada la República Popular el 1 de octubre de l949 con Mao como presidente, dicha revolución fue llevada adelante en toda la extensión de ese gran país, en particular con una profunda reforma agraria que permitió a más de 300 millones de campesinos el acceso a la propiedad de la tierra. Esto, sumado a la pelea por la cooperativización del agro y el desarrollo de la industria, que llevó varios años, abrió el camino a la segunda etapa, la revolución socialista.

Roldán recuerda que Mao planteó en 1949: “Para la clase obrera la toma del poder no es más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento”. Mao Tsetung, aprendiendo de la experiencia de la Revolución en Rusia, y enriqueciendo el marxismo-leninismo, encabezó desde el inicio la lucha “contra los seguidores del camino capitalista”, entendiendo que durante todo el proceso de construcción del socialismo, existe la lucha de clases; las clases derrotadas pretenden restaurar el capitalismo, y esta lucha se expresa dentro del propio Partido Comunista.

 

La Revolución Cultural Proletaria

El desarrollo más importante de esto fue la Revolución Cultural Proletaria China. Ya a fines de la década de 1950 Mao denunció que en la Unión Soviética, tras la muerte de Stalin, en 1957 se había dado un golpe de Estado y una nueva burguesía se había hecho del poder, derrotando al proletariado, y restaurando el capitalismo en la patria de Lenin. Aprendiendo de esta experiencia, Mao dirigió el proceso de la Revolución Cultural, que duró 10 años (entre 1966 y 1976), y lanzando un gigantesco movimiento revolucionario de masas, impidió en ese momento la restauración del capitalismo en China.

Como escribió nuestro camarada Otto Vargas, secretario general del PCR fallecido en febrero de 2019: “La Revolución Cultural Proletaria expresó el momento más alto alcanzado por el proletariado mundial, desde el triunfo de la Revolución Rusa en 1917. Mao Tsetung elaboró entonces la teoría de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado, su mayor aporte al desarrollo del marxismo-leninismo”.

 

La restauración capitalista

A la muerte de Mao, en el mismo año en que habían fallecido Chou Enlai y Chu Teh, los otros dos grandes dirigentes de la Revolución China, recrudeció la lucha por el poder, los maoístas se dividieron, y la derecha del Comité Central del PC de China, encabezada por Deng Tsiaoping, logró hegemonizar la dirección del Partido y del Estado en 1978, abriendo paso a la restauración del capitalismo.

La restauración capitalista en China y la restauración en la Unión Soviética fueron una verdadera tragedia histórica para el proletariado, para los revolucionarios y para los pueblos oprimidos del mundo; se cerró una etapa en el desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado mundial. Una etapa en la que el proletariado conquistó y ejerció el poder en países que llegaron a abarcar la tercera parte de la humanidad.

Hoy China se ha transformado en una potencia imperialista, cuya nueva burguesía explota vilmente a su propio pueblo y oprime a otros pueblos del mundo, en una confrontación creciente con otras potencias, en particular con Estados Unidos.

Pero nada de esto puede borrar la vigencia de las enseñanzas de Mao Tsetung, que son una guía para los revolucionarios en la larga lucha por terminar con la explotación del hombre por el hombre y con la sociedad dividida en clases, en nuestra patria y en todo el mundo.

Escribe Germán Vidal

Hoy N° 1831 09/09/2020