El rumbo económico general del gobierno no es correcto, me refiero a sus principales decisiones, o indecisiones, de política económica, hay que decidir un giro brusco, de lo contrario no salimos de las crisis recurrentes. Si para ello el Presidente Alberto Fernández decidiera convocar al pueblo sería apoyado por una inmensa mayoría, profundizando y ampliando la unidad que se logró con el Frente de Todos.
El primer problema es que continúa la “timba financiera”, es decir que predomina la salvaguarda y el poder del capital financiero porque se continúa pagando a los bancos los intereses de las Letras de Liquidación del Banco Central (LELIQ), el monto es sideral en pesos y equivalen a mil millones de dólares por mes. Con cuatro meses de no pagarle esto a los bancos se puede financiar el proyecto techo, tierra y trabajo que presentaron las organizaciones sociales.
Para ello proponemos una reforma monetaria que consiste en cambiar el actual signo monetario por un peso nuevo. El mecanismo de esta Reforma es el siguiente: a los ciudadanos comunes y a las pequeñas y medianas empresas y campesinos se les dará el equivalente de un peso de la nueva moneda por cada peso actual que posean. En cambio, a los bancos se les dará dos pesos nuevos por cada diez que presenten, uno para equiparar a ellos con el ciudadano común o el pequeño y mediano empresario o chacarero y otro peso para que devuelvan los plazos fijos y la tenencia de depósitos en cuenta corriente y cajas de ahorro del público.
Con esto terminamos de cuajo con la inflación y al mismo tiempo hay que prohibir definitivamente la circulación y tenencia de dólares por los particulares, el Banco Central tiene que ser el único organismo que maneje esta moneda que proviene del saldo positivo de la Balanza Comercial, para las necesidades de la importación de insumos para la producción y el financiamiento de proyectos productivos.
A partir de aquí, y junto a ello, se tiene que nacionalizar los depósitos bancarios, el Banco Central tiene que ser el único que maneje los depósitos de las personas y de las empresas, respetando su intangibilidad y dirigir su uso y el crédito en función de los objetivos de la producción industrial, agraria y de servicios. Los bancos que quieran seguir operando con el servicio de las cuentas corrientes y en el negocio de los plazos fijos que lo hagan con su propio capital y no usando el dinero del pueblo que los deposita en sus cuentas corrientes a costo cero.
La otra medida de fondo es nacionalizar el comercio exterior y terminar con los monopolios imperialistas que manejan la riqueza que proviene de la producción de granos, oleaginosas, carne y otros productos.
Lo que está pasando con la propuesta del Gobierno, de rebajar las retenciones para incentivar la liquidación de los granos que están en manos de los grandes productores, poles de siembra, fondos de inversión y de las 10 grandes exportadoras, casi todas de propiedad del capital imperialista, es demostrativo de que tienen mucho poder, tanto como para revertir el Decreto Presidencial de intervención y expropiación de Vicentin.
En la lista se anotan Vicentin – Glencore (Inglesa Suiza), COFCO (China), Cargill (EEUU), ADM (EEUU), Bunge (EEUU), Dreyfus (Francia), Aceitera General Dehesa (grupo de origen nacional con vínculos con EEUU)), Asociación de Cooperativas Argentinas -ACA- y Molino Cañuela (grupo de origen nacional). El gobierno propone rebajar las retenciones y estos lo rechazan, chantajean y especulan para forzar una gran devaluación de la moneda que les garantice mayores ganancias.
Esto significa recuperar el control de los puertos, el dragado de los ríos, el control de la Hidrovía y crear una flota mercante poderosa, para ello tenemos el Astillero Río Santiago.
Estas medidas sustentan la posibilidad de poner en producción millones de hectáreas con cientos de miles de chacras y quintas, hay que resolver de una vez el histórico problema del latifundio que poseen los 4.000 terratenientes que acaparan 70 millones de hectáreas.
La política agraria tiene que garantizar la propiedad de la tierra para la juventud, para los quinteros horticultores que no tienen tierra propia y en ese plan crear ya 2 mil chacras mixtas con 200 madres de cerdos y granos para alimentarlos y no seguir planificando el mega proyecto de chanchos con los chinos, que supone unidades productivas con 12.000 madres y 17.000 hectáreas con soja y maíz.
Para la industria tenemos que lograr potenciar su capacidad con pequeños y medianos empresarios, cuyas Pymes ocupan el 70 % de la mano de obra asalariada, contamos para ello con el apoyo de la capacidad científica de profesionales y técnicos, que han demostrado que están preparados para ello.
Finalmente es imprescindible contar con una reforma tributaria para terminar con la actual estructura impositiva nacional, regresiva e injusta, basada en los impuestos al consumo, como el IVA y los Internos, aplicando impuestos progresivos a los monopolios y al gran capital y a los terratenientes rentistas. Se necesita también que las alícuotas de ganancias sean diferenciales, no puede ser que la alícuota de ganancias sea del 35 % para todos, incluidos los trabajadores y jubilados a quienes hoy se les sigue descontando de sus ingresos, como si los salarios y las jubilaciones fueran “ganancias”.
También hay que diferenciar las contribuciones patronales a la seguridad social, no es lo mismo la capacidad contributiva de un monopolio que la de un pequeño o mediano industrial, comerciante o chacarero.
Para que este Plan sea posible hay que recuperar el salario real de los trabajadores y jubilados para aumentar el consumo interno del pueblo, que es la base sobre la que se desarrolla el Producto Bruto Interno. Esto es parte fundamental del Programa que propuso el Frente de Todos en el año 2019.