La primera es que los y las docentes venimos dando clases, o intentándolo, desde el inicio de la pandemia. Utilizamos todos los recursos para comunicarnos con nuestros estudiantes: mails, whatsapp, encuentros virtuales, edmodo, classroom, llamados telefónicos, entrega de cuadernillos, etc. Un problema para poder hacerlo con todos/as es que no todos/as los/as estudiantes tienen dispositivos electrónicos y conectividad como para conectarse a dichas clases o ver las propuestas de sus docentes. Esto que la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, descubrió en el mes de agosto, los y las docentes lo venimos reclamando desde el inicio de la pandemia; exigiendo la entrega de computadoras y conectividad. En este sentido, la multisectorial por la escuela pública cumplió un rol muy importante. Primero pidiendo que se les garantice a los/as estudiantes su alimentación, y luego la conectividad.
Sin embargo, la solución que encuentra el Gobierno de la Ciudad no es repartir los equipos que sí tiene, ni disponer de los recursos económicos que hizo votar en la Legislatura para afrontar la pandemia, sino que lo que propone es volver a la “presencialidad” cuando el número de casos y de muertes son altísimos (421 muertos y 17.096 casos a nivel nacional y 817 casos en CABA el 15/10/20). Si Larreta o Acuña tuvieran la intención de conectar y vincular a los y las estudiantes no habrían sancionado al supervisor del Distrito Escolar 19 que repartió las herramientas para la conectividad que se brindaron desde nación.
La segunda trampa es que no se está proponiendo una vuelta clases, sino una exposición innecesaria para que los chicos y chicas de 5° y 6° año del nivel medio y 7° grado de primaria se “revinculen”. Esto quiere decir que a los y las estudiantes que han tenido más dificultades para conectarse se les propone que viajen por sus propios medios (no pueden usar medios públicos de transporte), y se encuentren en una “burbuja” (grupo de 8 o 9 chicos y uno o dos docentes). Además, estos docentes no necesariamente serán los que han estado intentando seguir el recorrido del/la estudiante, porque cada docente sólo se puede vincular con una burbuja.
Todo esto es anunciado por los medios como “vuelta a clases”, sin consulta previa a docentes, padres ni estudiantes, y con aspectos que están por fuera de la Resolución del Consejo Federal de Educación que supuestamente los deja hacerlo (Res. 370 CFE).
La tercera trampa es que, debido a que necesariamente habrá que recuperar contenidos en el 2021, los y las estudiantes van a seguir necesitando conexión y equipos, así que esto tampoco resuelve las necesidades educativas. Aún hoy, con las bibliotecas escolares cerradas, la mera “presencialidad” no alcanza.
La cuarta trampa es que se quiere hacer creer que van a garantizar condiciones de salubridad cuando hace años que no mandan jabón o papel higiénico a las escuelas, las familias lo sabemos porque lo vivimos. Tan devaluada es la palabra de la gestión de Acuña que nos hicieron decirle a las familias que no íbamos a calificar a los/as estudiantes, ya que fue un año muy difícil y más desigual que ningún otro; y hoy les informan a las familias que han decidido que tenemos que calificarlos.
¿Cómo fortalecemos la escolaridad?
Desde el mes de abril venimos diciendo claramente que hay que garantizar bolsones de comida que sean realmente nutritivos y suficientes para que el/la estudiante coma. Junto con la UTE impulsamos el pedido de la implementación de una tarjeta alimentaria que evite grandes aglomeraciones de gente en cada entrega de la canasta alimentaria. No se puede cuidar la salud, ni estudiar si las necesidades básicas empujan a salir a changuear.
También hay que garantizarles conectividad a las y los estudiantes con la entrega de las computadoras y la conectividad que venimos exigiendo desde el inicio de la cuarentena, que les permitan acceder a los materiales, y al acompañamiento de su docente.
Otro aspecto importante es dar continuidad y perspectivas a futuro. Cada intento de marketing del gobierno de la CABA hizo que estudiantes y familias dejaran de sostener los esfuerzos que venían haciendo, y que claramente son más costosos que el trabajo en el aula. Así que cada golpe de timón, cada cambio arbitrario en las reglamentaciones, cada anuncio por televisión también tiene costos en la escolaridad de los/as estudiantes.
Una vez más tenemos que unirnos toda la comunidad educativa, cooperadoras, sindicatos, centros de estudiantes; y fortalecer la multisectorial por la escuela pública para hacer una gran campaña informativa que ponga luz sobre esta supuesta “vuelta” que lo único que garantiza es la expansión del virus y nos pone en riesgo a todos y todas. La vuelta es optativa para las familias, nadie puede obligarlas a mandar a los/as chico/as a espacios que no garantizan su salud ni su aprendizaje.
Por último, entendemos que, en una situación futura en la que bajen los contagios, volveremos a las aulas. Todos y todas queremos la vuelta y extrañamos fuertemente el aula, la escuela, la forma en la que nos relaciona, nos estructura, y los aprendizajes que allí se dan. Pero cualquier vuelta, y cualquier protocolo necesario para implementarla, tienen que ser discutidos con toda la comunidad educativa en un comité de crisis. Y su implementación debe ser supervisada en cada una de las escuelas por sus comunidades.
Hoy N° 1837 21/10/20