Siempre hemos sostenido, y lo seguimos sosteniendo, que la nacionalización del comercio exterior por un gobierno verdaderamente popular, es un instrumento clave para la defensa de la producción nacional y la promoción del bienestar del pueblo, frente a los monopolios imperialistas que manejan el comercio exterior de nuestro país. Tal ha sido históricamente el sentido de las llamadas Juntas Reguladoras, como también lo fue el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) durante los primeros gobiernos peronistas, de 1946 a 1955.
En el caso particular de las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, su origen tanto en nuestro país como en otros países, fue durante la crisis y la gran depresión de los años 1930, para garantizar precios mínimos a dichas producciones que no podían sostenerse por sí solas frente a la crisis y los manejos monopólicos en el comercio internacional. A instancias de los monopolios imperialistas, la mayoría de esas Juntas fueron desmanteladas en los países dependientes, aunque los países imperialistas mantienen sistemas de regulaciones y de subsidios para sostener y promover su producción agropecuaria. También en Canadá y Australia sobrevivieron las juntas reguladoras, para sostener su producción de granos y carnes manejando en forma independiente su comercialización interna e internacional.
La nacionalización del comercio exterior, o al menos de recreación de las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, serían bienvenidas si ellas fueran para defender la producción agropecuaria frente a la crisis y el manejo monopólico de la comercialización tanto en el comercio interno como en las exportaciones. Pero pareciera que ese no es el objetivo del gobierno kirchnerista, por todo lo que ha hecho hasta ahora y por cómo “saca de la galera” el tema. En estos casi 6 años de gobierno dejó que los monopolios comercializadores hicieran y deshicieran a su antojo llevándose fabulosas ganancias del país. Todo su empeño estuvo en aumentar la alícuota de las retenciones a las exportaciones para quedarse con una parte creciente de los beneficios de la producción agropecuaria, incluso facilitando que los monopolios trampearan en la rendición al fisco de esas retenciones (antedatando ventas), que le sacan a los productores en el precio que le pagan por sus productos.
Ahora, frente a la crisis que provocó la caída de los precios internacionales, y la sequía que redujo los rendimientos en las cosechas, se viene negando obstinadamente a hablar de reducir sustancialmente las retenciones a las exportaciones agropecuarias. Ni siquiera de su segmentación o de garantizar precios mínimos sostén en origen para los pequeños y medianos productores. Entonces, ¿para qué habla de nacionalizar el comercio o de crear su propia empresa para la comercialización de granos? ¿Quiere crearse una imagen “progresista” ante los sectores populares, mientras mantiene su política de ahogo en bloque al campo, castigando así sin piedad a los pequeños y medianos productores y todas las poblaciones del interior del país? ¿Será otra maniobra de “entretención” como los famosos feed lot (establos de engorde) para los terneros machos que en cuatro meses iba a construir Moreno?
La nacionalización del comercio exterior con control de los obreros y chacareros es un instrumento necesario para defender la producción nacional frente a los monopolios imperialistas. Pero eso requeriría un gobierno verdaderamente popular. En mano de los Kirchner, los Moreno y Echegaray, ¿qué pueden esperar los obreros y chacareros?
02 de October de 2010