En noviembre de 2019, Dávalos era condenado a 13 años de prisión por abusar sexualmente de su vecina, de 12 años de edad, quien quedó embarazada de esa violación y fue madre en enero de ese mismo año -a quien con engaños no le permitieron acceder al aborto, planteándole desde la institución de salud a ella y a su madre que solo podía sobrevivir si se interrumpía el embarazo con una cesárea.
El comienzo de 2021 no fue un buen comienzo. Una asistente social del Servicio Penitenciario acudió a la casa de la niña y su familia, en el marco del trámite de arresto domiciliario que inició Dávalos y su defensa, a fin de realizar un informe social.
La sola posibilidad de que el violador que tanto daño generó vuelva a estar en la casa frente a la de la pequeña (que ya padece regularmente los hostigamientos del sobrino de Dávalos que vive en ese domicilio) trae los peores recuerdos, y los peores augurios también.
Si la presencia del violador en el vientre de la niña fue una tortura (mientras en el programa de Mirta Legrand el gobernador se regodeaba planteando al margen de la ley dar en adopción a un conocido el bebé que ya habían decidido hacer nacer prematuramente con la intervención directa del Ministro de Salud) esa TORTURA se extenderá a la vida diaria de la niña hoy adolescente, que por ser pobre, no pudo irse aún del lugar más oscuro de sus recuerdos. Si no fuera pobre, su mamá ya hubiese llamado a un camión de mudanzas para irse de ese barrio donde si bien su hija ha recuperado su vida amistosa, escolar y deportiva, la casa del frente fue el lugar del ataque sexual, y vecinas y vecinos desplegaron los rumores más crueles que una persona puede imaginar, donde hablar del infierno es acertado.
Dávalos no estuvo ni dos años preso, y ya se prepara para volver al confort de su hogar.
No vamos a permitirlo. La condena a prisión y el efectivo cumplimiento, es un derecho de reparación de las víctimas. No se trata de una condena por robo, donde lo que quedó es el susto. Nuestra niña, a quien el Estado adeuda su protección y disculpas después de tanto sufrimiento causado, tiene las cicatrices en su psiquis, en su piel y en su memoria. El arresto domiciliario de Dávalos sería la muestra de impunidad que legitima más violencias, y será también, como proclaman desde el movimiento de mujeres, el primer paso al escarnio de quienes decidan seguir torturando a la pequeña y a su familia.
Multisectorial de Mujeres y Disidencias de Jujuy 5/1/2021