El 2021 también será un año de pandemia, con la enorme diferencia de que existen las vacunas, que se han desarrollado en tiempo récord, y que hay una enorme experiencia acumulada en los equipos de salud y en el pueblo sobre cómo combatir la enfermedad y prevenir los contagios. Como contracara, la lógica capitalista, desarrollada al máximo en el mundo de los laboratorios, hace imposible una estrategia mundial de vacunación accesible y equitativa. Las inequidades, entre países imperialistas y el resto para acceder a cantidades suficientes de dosis, son obscenas. La lógica de la ganancia se impone por sobre la lógica sanitaria y profundiza la desigualdad.
En ese contexto nuestro país ha logrado comenzar el plan de vacunación en la última semana de diciembre, pero con una velocidad menor a la necesaria por las dificultades para obtener dosis en cantidad, por lo menos en esta primera etapa. El deterioro del sistema público de salud, profundizado durante el macrismo, la falta de soberanía sanitaria y el carácter dependiente de nuestro país nos deja a merced de la geopolítica imperialista y el negocio de la patentes. Mientras mueren millones en el mundo, la pandemia se ha transformado en el negocio más grande del nuevo siglo para un puñado de naciones y laboratorios privados.
Aún así, el despliegue del plan de vacunación es muy importante, con el sistema público de salud como motor principal y con un enorme esfuerzo de las organizaciones sociales y populares que han tomado como central la batalla contra la pandemia organizando los comité de emergencia barrial, garantizando los comedores y articulando con los programas de prevención y vacunación.
La inmunización a los mayores nos permitirá reducir uno de los grandes factores de riesgo que es la edad avanzada. Pero esto no resuelve el segundo factor de mortalidad que reside en las condiciones de pobreza, que será imposible de resolver por el camino de ajuste que propone el FMI. Por el contrario, la suspensión del pago, junto a medidas como el impuesto a las grandes fortunas deben ser el inicio de un camino para resolver las condiciones de vida de la población, las cuales siguen siendo, aún frente a la pandemia, las medidas sanitarias más importantes.
Rechazamos enérgicamente la vacunación de algunos funcionarios y amigos del poder por fuera de las generales de la ley. Esto derivó en la primera crisis político-institucional del gobierno nacional, generando un enorme daño político en el comienzo de un año electoral y semanas antes de ingresar en una eventual segunda ola de consecuencias imprevisibles. La responsabilidad principal pertenece al ex ministro Ginés González García y la situación obligó al Presidente de la Nación a una decisión rápida y correcta, que amortigua pero no resuelve el problema del manejo discrecional de los recursos sanitarios que se replica en numerosas provincias y municipios con una impunidad naturalizada. La designación de Carla Vizzotti en el Ministerio, abre una nueva etapa en el manejo sanitario de la pandemia.
La oposición boicoteó todas las medidas que se tomaron contra la pandemia con una gran irresponsabilidad y oportunismo político. En 2020 con una fuerte campaña contra las medidas de aislamiento promoviendo concentraciones en el Obelisco, y ahora contra el plan de vacunación, centrando el ataque sobre la vacuna rusa desinformando y generando confusión en la sociedad a través de los medios hegemónicos.
Otro factor negativo para atravesar exitosamente la segunda ola de la pandemia es el agotamiento del personal sanitario que, en general, no ha sido reconocido adecuadamente a la hora de discutir salarios y condiciones laborales. La acción gremial fue muy intensa durante el 2020 con jornadas de lucha locales, provinciales y nacionales para reclamar al Estado el respaldo para quienes venimos batallando en la primera línea. Hubo triunfos importantes como el de la CICOP en provincia de Buenos Aires en donde se logró durante el 2020 un aumento del 44,6% en promedio y el ingreso de 1.137 residentes a los planteles de los hospitales provinciales y conquistas significativas como las alcanzadas por APUAP en un marco de ahogo absoluto impuesto por el gobierno de Gerardo Morales al conjunto de los trabajadores estatales de Jujuy.
La lucha de lxs trabajadorxs de la salud se desplegó en todo el país con grandes movilizaciones y medidas de fuerza en Salta, Santa Fe, Río Negro, Neuquén y Tucumán. En esta última provincia el personal de salud se encuentra movilizado en repudio a la cesantía del Dr. José Paz por hacer público el número de fallecidos por Covid. La lucha continúa para que el Estado reconozca la deuda que tiene con los equipos de salud.
La pandemia ha dejado al descubierto los enormes límites y desigualdades que tiene el sistema de salud argentino. Desde nuestra corriente siempre hemos luchado por un sistema de salud universal único y bajo el control del Estado. El debate en curso sobre posibles reformas en el sistema de salud de cara a la postpandemia desató una enorme reacción de rechazo de las prepagas y de algunos sectores de la CGT. Sin dudas se debe comenzar por la inmediata derogación del Decreto 908, aprobado por Mauricio Macri el 2/8/16, que implementa la CUS como estrategia sanitaria para el país y también desandar el camino de fragmentación y desregulación que impuso el menemismo en la década del 90 mientras se desarrolla el debate en curso. Volver a Carrillo y Alvarado, con APS como principal Estrategia Sanitaria Nacional.
Simultáneamente, mientras se trabaja para conseguir las vacunas necesarias, se debe invertir y poner en marcha la producción de vacunas propias, reforzando todas las áreas de investigación. Tenemos la capacidad técnica y el nivel científico necesario para que, junto a una decidida integración y cooperación con países hermanos, nos daría la independencia necesaria para un pleno desarrollo de nuestra soberanía.
Corriente Nacional de Salud Salvador Mazza
Febrero 2021