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26 de May de 2021

Hambre, crisis política y lucha popular

Brasil: Desastre sanitario

Brasil supera los 430.000 muertos por el coronavirus. La revista Nature, una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo, reportó cómo los investigadores hacen responsable al “gobierno anticientífico” de Jair Bolsonaro por no haber escuchado las directivas de los expertos.

Efectivamente, el presidente que con sus aires de dictador se mostraba públicamente sin barbijo, difundió información errónea y fue un gran negador de la letalidad del virus diciendo que era una “gripecinha”, burlándose de los que sostenían lo contrario.

Dio preponderancia a la situación económica y produjo recortes presupuestarios en los ministerios de Ciencia y Educación. Esto impidió que los investigadores pudieran ahondar en los estudios de las variantes del coronavirus por falta de fondos suficientes.

Bolsonaro saboteó medidas de aislamiento social, hizo propaganda de medicamentos sin eficacia e incluso dañinos y puso en duda la seguridad de las vacunas durante meses. Reprochó a los brasileños “Dejen de quejarse y de lloriquear”: recién en marzo de este año comenzó a comprar vacunas, cuando gobernadores de estados (equivalentes a nuestras provincias), como el de Sao Paulo, comenzaron a hacerlo por su cuenta.

El 21 de marzo más de 1.500 economistas, líderes empresariales y banqueros de Brasil pidieron medidas más firmes para combatir la pandemia. Divulgaron una carta en la que ex presidentes del Banco Central con distintos gobiernos y socios del Itaú, el mayor banco privado del país, entre muchos otros, exigieron respeto a la ciencia y una adecuada gestión gubernamental, que no niegue ni minimice el riesgo de contagio ni la dimensión de la crisis. También recomendaron el confinamiento y una acción nacional coordinada para detener el galopante deterioro de la economía y la salud brasileñas.

Esta declaración lo convenció de la necesidad de impulsar la vacunación. Y fueron esas mismas exigencias y la lucha de parte del pueblo y de los profesionales de la salud, las que crearon el ambiente para que el Tribunal Supremo ordenara al Senado la apertura de una comisión de investigación para que verifique si hubo delito por parte del Gobierno en la lucha contra la pandemia.

Familiares de víctimas se han unido para exigir responsabilidades al gobierno, organizados bajo la Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas de la Covid-19 (Avico), demandan políticas públicas y señalan la negligencia del ejecutivo en la tragedia.

Tras un año de pandemia, millones de brasileños pasan hambre. Miles de chicos, muchos sin escuela desde hace un año, mendigan en la puerta de los supermercados y entre las mesas de los restaurantes o en las esquinas, el nivel de desocupación es alarmante, y la inflación crece. A comienzos de este año los organismos de derechos humanos comenzaron la campaña “Hay gente con hambre” para recaudar fondos para llevar bolsones de comida a las personas más necesitadas.

Bolsonaro alentó a conmemorar el aniversario del golpe militar de 1964. Los gobernadores de Sao Paulo y de Río Grande do Sul, y otros políticos firmaron un manifiesto en el que afirman que “tres décadas después, la democracia está amenazada”.

A finales de marzo estalló una crisis político militar. El ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Araújo tuvo que renunciar, junto a otros cuatro. Fue muy criticado por obstaculizar el acceso a las vacunas y por sus enfrentamientos con China y Estados Unidos en el marco del alineamiento que Bolsonaro tenía con Trump y la lucha interimperialista en su país.

Los tres comandantes de las Fuerzas Armadas de Brasil renunciaron. Algo sin antecedentes en la historia de Brasil. Según el diario Folha de Sao Paulo, le dijeron a Bolsonaro que “no participarán en ninguna aventura golpista”.

 

La lucha popular

El 13 de mayo, según consigna A verdade, periódico del Partido Comunista Revolucionario de Brasil, coincidiendo con el aniversario de la abolición oficial de la esclavitud, millares de personas tomaron las calles de las principales ciudades del país para reclamar que se ponga fin al exterminio de la población negra. Esto ocurrió como respuesta a la operación policial que dejó 28 muertos en Río de Janeiro, en la favela Chacina de Jacarezinho. Las consignas fueron “Ni hambre, ni balas, ni Covid, el pueblo negro quiere vivir”. En Sao Paulo hubo millares de personas, también en Belo Horizonte, Recife, etc. También se gritaba: fuera Bolsonaro. En Río de Janeiro se reunieron innumerables madres que perdieron sus hijos en operaciones policiales.

Ahora, muchos movimientos sociales llaman a una manifestación para el 29 de mayo. Se unen para derribar al gobierno genocida, que dijo que la inmunidad de rebaño se conseguiría a través de los contagios. Esta manifestación es para exigir juicio político ya, derecho a vivir, vacunación en masa, un auxilio de emergencia de un salario mínimo durante la pandemia, restitución de derechos, fin de las privatizaciones y la corrupción, congelamiento de precios de alimentos, agua, gas y energía y aumento general de salarios.

 

Hoy N° 1865 26/05/2021