Según los números de la Revista Mercado publicada en junio 2021 (que corresponden al ejercicio 2020), cuando observamos los datos de las exportadoras en el “ranking de las 1.000 que más venden” vemos que, pandemia de por medio y en el peor año en lo que va del siglo XXI, estas han tenido un crecimiento exponencial, obsceno, nunca ganaron y crecieron tanto.
El caso más paradigmático es el caso de AGD del grupo Urquía, “la otra Vicentin”, que subió del puesto N°7 al N°4 del ranking de las 1.000 que más vendieron. Casi duplicó su facturación, llegando a $280.340 millones. A esto hay que sumarle otras unidades de negocios como Terminal 6, que tuvo una facturación de $24.391 millones. Como si esto fuera poco este grupo, asociado a la empresa norteamericana Bunge, posee Guide y son, junto a Molinos Río de La Plata del grupo Pérez Companc, y a Arcor, los que tienen un peso importantísimo en la formación de los precios monopólicos en las góndolas.
El caso más emblemático es el precio del aceite comestible que nos venden en las góndolas a precio internacional. Los argentinos pagamos el litro de aceite más caro del mundo. Este grupo que creció es “la otra Vicentin”: tiene puerto propio, aduana, ferrocarril, tierras, con más de 200.000 hectáreas de campos propios o arrendados, que opera con paraísos fiscales, presta servicios de asistencia técnica, provisión de semillas, fertilizantes y agroquímicos a más de 6.000 productores, produce harinas, pellets, aceites vegetales, biodiesel, bioetanol, glicerina refinada.
Se dedica también a la explotación agrícola ganadera de comercialización de cereales. Este grupo se enriqueció pactando con la dictadura, con Menem, con Macri, con todos los gobiernos, poniendo huevos en todas las canastas en cada proceso electoral. Participaron de la gran estafa a los chacareros y al Estado en el 2008 por $1.500 millones, lo que fue denunciado por un amplio espectro político en su momento. Este crecimiento no es menor en otras empresas.
La francesa Dreyfus subió del puesto N°24 al N°7, siendo la empresa que más facturó en Argentina. Triplicó su facturación: llegó a $250.600 millones.
En el puesto N°8 está la empresa estadounidense Cargill que venía de estar en el N°15, subiendo 7 escalones. Casi duplicó su facturación, llegando a $240.782 millones.
La estadounidense ADM Agro se mantuvo en el puesto N°17 con una facturación de $168.101 millones.
La empresa Viterra Argentina, ex Glencore, subió del puesto N°28 al N° 21. Esto es Glencore a través de Oleaginosa Moreno, que fueron socios en la estafa a los argentinos con Vicentin a través de su sociedad en la empresa Renova. Como denunció Carlos del Frade sobre Vicentin, veintisiete personas, ocho de ellas directivos de la empresa y diecinueve integrantes del Banco de la Nación y del Banco Central de la República Argentina, entre agosto de 2019 y enero de 2020, a través de 1.418 transferencias bancarias, les robaron al pueblo 791 millones de dólares. Eso ya está comprobado en las causas penales que se mueven en forma paralela al extraño y curioso concurso preventivo de acreedores.
El Estado chino, que controla el 20% del comercio exterior de Argentina a través de la firma Cofco, es tan oscuro que oculta los datos. Es la única empresa que no da ningún dato a la revista Mercado.
Planificación tributaria nociva del saqueo
Este crecimiento exponencial obedece a que estas empresas fueron beneficiarias porque se duplicaron los precios internacionales, en dólares, del maíz, soja, trigo y girasol. Frente a una economía mundial que se derrumbaba, las privilegiadas fueron estas exportadoras, y el Estado argentino en concepto de recaudación de retenciones. El comercio exterior argentino en lo fundamental está en manos extranjeras, son verdaderos enclaves coloniales. Tienen “privatizado” al Estado, lo que se puede observar cuando en sus balances declaran ganancias mínimas, cero, o pérdidas. Cuentan con una maquinaria de planificación tributaria nociva: autodeclaraciones juradas, subfacturación, sobrefacturación, falsificación y adulteración de las cartas de porte, triangulación, contrabando con el Paraguay, etc. Todas estas empresas tienen domicilios en paraísos fiscales. En lo fundamental, tienen privatizada la soberanía argentina sobre las bases de datos de la Aduana, la AFIP, y la DGI.
¡Y siguen de fiesta los Bancos!
Según la revista Mercado, en el ranking de las 12 empresas que en el 2020 más plata ganaron, 8 son bancos. Y si tomamos los datos de las 100 empresas que más ganaron, se desprende que bancos, aseguradoras, ART, representan el 50% de las beneficiarias. Es decir, la “timba”, el capital financiero, hizo el gran negocio con la pobreza y con el Estado argentino.
Según cálculos privados, la intermediación financiera apoyada en el negocio de las Leliqs (Letras de Liquidez) arrojó en 2020 intereses a las arcas de los bancos por unos $65.000 millones mensuales.
Sus ganancias extraordinarias tuvieron su pico durante el macrismo, pero se mantuvieron en el medio de la pandemia.
El sistema financiero argentino, privado y en su mayoría extranjero, no tiene como fin el desarrollo, el crecimiento, la defensa y creación del empleo. Tiene como fin la timba, la usura. Es de carácter parasitario.
Lo que siempre se esconde bajo la alfombra…
Por otro lado, de acuerdo al Censo Nacional Agropecuario 2018, son 6.140 terratenientes los propietarios del 51% de las tierras argentinas, que a través del sistema de arrendamiento (alquileres de sus campos) se quedan con más de 10.000 millones de dólares por año en concepto de renta parasitaria.
Riqueza récord, pobreza récord: ¡recuperemos lo nuestro!
La Argentina es, desde el punto de vista formal, un país independiente: tenemos Escarapela, Bandera, Himno Nacional, elegimos gobiernos por el voto, pero los dueños verdaderos de la Argentina son estos grupos empresarios poseedores de puertos, territorios, ferrocarriles, aduana propia, industrias, escandalosas ganancias y enormes fortunas con mecanismos por los cuales nunca se alcanzan a conocer a ciencia cierta.
Después de un año de tremendos sufrimientos para el pueblo argentino, con una pandemia de por medio, con una caída del PBI del 10%, hubo un incremento de la pobreza obsceno, llegando al 42,9% de la población. Como si fuera poco un 10,5% está en la indigencia y el 57,7% de los niños menores de 14 años son pobres, siendo “últimos los niños”.
Los salarios cayeron por tercer año consecutivo, registrándose algo más del 7% en el 2020, con un acumulado a marzo del presente año del 15,6% para el sector privado y del 20,7% para el sector público. Según informó la Confederación Argentina de Mediana Empresa (CAME) durante el 2020 cerraron en todo el país 90.700 locales y 41.200 Pymes, lo que generó que unos 185.300 trabajadores quedaran afectados. Se registró un 3% de caída del empleo formal, 43% del informal, así como el empleo independiente registró una baja del 27%. De casi 4 millones de personas que perdieron su fuente de trabajo, el 86% tenía un empleo informal o independiente.
La inflación, menor a la de 2019 del 53,8%, fue también alta, con un 36%, siendo los rubros más afectados los alimentos y bebidas sin alcohol (42%), recreación y cultura (48%) y prendas de vestir y calzado (60%).
Por eso afirmamos que tenemos una Argentina profundamente desigual, que no nos pertenece, que nos han robado, que nos duele hasta los huesos.
Por eso soñamos con descolonizar esta querida patria y que el pueblo alguna vez reine soberano sobre sus riquezas y pueda poseerlas, administrarlas, organizarlas, planificarlas, y que fluyan los manantiales de las riquezas para la felicidad del pueblo, y que el Estado argentino no delegue estas tareas.
¡Hoy es más necesario que nunca recuperar nuestra soberanía popular!
Escribe Luciano Orellano