En la noche del 15 de enero de 1919, era capturada y asesinada en Berlín, Alemania, Rosa Luxemburgo, junto a Carlos Liebknecht y varios centenares de dirigentes y miembros del entonces Partido Comunista de Alemania.
Rosa Luxemburgo había nacido en Polonia, el 5 de marzo de 1870 o 1871. Fue miembro del Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia desde edad temprana, lo que hizo que tras su desbaratamiento tuviera que escapar a Zurich, Suiza. Luego, emigró a Alemania. Allí militó activamente en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), defendiendo inclaudicablemente el marxismo revolucionario frente al revisionismo, aunque recién rompió con la dirección del SPD al comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, cuando esa dirección concilió con los terratenientes y la burguesía alemana en la “defensa de la patria”.
Junto con Carlos Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring, creó el grupo Internacional, que se convertiría posteriormente en la Liga Espartaquista. El 28 de junio de 1916 Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht fueron detenidos y sentenciados a dos años y medio de prisión. La Liga Espartaquista se afilió al Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD).
En 1918 se desarrolló la llamada Revolución de Noviembre alemana, cuando 40.000 marineros e infantes de marina tomaron el control del puerto en rebeldía contra el Alto Mando Naval Alemán. El 8 de noviembre, los comités de trabajadores y soldados controlaban la mayor parte del oeste de Alemania, dando lugar a la formación de la República de Consejos (Räterepublik), basada el sistema semejante de sóviets desarrollado en la revolución rusa de 1905 y 1917.
La insurrección de Berlín
El 1 de enero de 1919 la Liga Espartaquista junto a otros grupos socialistas y comunistas crearon el Partido Comunista de Alemania (KPD), principalmente gracias a la iniciativa de Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Esta última apoyó que el KPD se involucrara en la Asamblea Constitucional Nacional –la que finalmente acabaría fundando la República de Weimar– pero su propuesta no tuvo éxito.
Pese a la traición de la dirección del SPD, el auge revolucionario de las masas no se había detenido en Alemania, produciéndose entonces la insurrección de Berlín. En respuesta al levantamiento obrero y popular, el presidente de la República de Weimar, el socialdemócrata Friedrich Ebert, dio órdenes a las tropas de asalto para sofocarlo. Aplastada la insurrección, Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919, siendo asesinados ese mismo día.
Tras su asesinato, los hombres del cuerpo de asalto arrojaron el cadáver de Rosa Luxemburgo desde un puente a un canal en Berlín. Al día siguiente toda Alemania sabía ya que la mujer que en los últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había cautivado con su oratoria en innumerables asambleas, estaba muerta. Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía: La Rosa roja ahora también ha desaparecido./ Dónde se encuentra es desconocido./Porque ella a los pobres la verdad ha dicho/ /Los ricos del mundo la han extinguido. Su cuerpo apareció meses después.
Rosa Luxemburgo alcanzó a escribir en su último artículo: “El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota. ‘¡El orden reina en Berlín!’ ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro ‘orden’ está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!”.
Entre las obras más conocidas de Rosa Luxemburgo están Reforma o Revolución, Huelga de masas, partido y sindicato, y La acumulación del capital. Lenin, el gran dirigente de la revolución proletaria en Rusia, escribió sobre Rosa en febrero de 1922, que “una gallina jamás podrá ascender a la altura que puede hacerlo un águila. Rosa Luxemburgo se equivocó en la cuestión de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su apreciación del menchevismo… Pero a pesar de todas esas faltas fue y sigue siendo un águila (Lenin: “Notas de un publicista”, publicado en Pravda, núm. 87, 16 de abril de 1924, Obras completas, tomo 33).
Hoy N° 1896 12/01/2022