Hoy, al levantarnos, cargamos con la tremenda noticia de que un pibe de la barriada profunda en Melchor Romero había tomado la drástica decisión de terminar con su vida.
Los que lo conocían bien, los que lo conocían de “pibito” no paran de aullar las penas. De sufrir la angustia que se carga en el “garguero” y no deja respirar.
Porque era uno de esos tantos pibes que tenemos en los barrios, esos a los que no han dejado de arrebatarles los sueños y sus ilusiones. Los que crecen con la carencia de saber que “el pan” no alcanza para todos, que la escuela fue esfumándose en el pasado como una “posibilidad para unos pocos” y que los vicios, que están más a la mano que el trabajo genuino, hacen olvidar momentáneamente la tristeza del que nada tiene.
Seguro su muerte no será titular en ningún diario ni noticia en ningún noticiero. Sus páginas amarillas seguirán descargando su odio de clase contra los pobres y los trabajadores, van a seguir en su línea editorial contra “los motochorros”, estigmatizando a la negrada y buscando siempre dividir al pueblo. Que se vayan a la puta que los parió y que sepan que nosotros también los odiamos.
Angustia y bronca. Bronca y angustia.
Angustia y bronca cuando hace días nos enteramos de la masacre de los 24 pibes de Puerta 8. Sólo uno de ellos tenía trabajo formal, los otros se la “rebuscaban” cómo lo hacía “el Monito”. En los barrios ricos, la droga más pura; en los barrios pobres la droga tan veneno que no deja lugar a las aspiraciones, a los sueños y al amor al prójimo.
Bronca y angustia masticamos en silencio.
Porque ninguna madre parió un adicto. Nos los hicieron ellos, los que tienen el poder y masacran a nuestros pibes. Saben también que de esa barriada profunda, de esas fábricas y frigoríficos de la explotación obrera y del “campo adentro” saldrán los jóvenes que algún día unirán las fuerzas para terminar con sus privilegios.
Angustia y bronca. Bronca y angustia.
Mientras acumulamos fuerza para dar “vuelta la tortilla”.
Hoy N° 1901 16/02/2022