Sea o no por esta razón, lo cierto es que Página/12 es el boletín diario de propaganda del gobierno kirchnerista. Y Horacio Verbitsky su principal boletinero, oficio en el que se inició contribuyendo al clima golpista contra Perón e Isabel desde el diario montonero Noticias, y que más tarde perfeccionó escribiendo para oficiales de inteligencia de la Aeronáutica durante la dictadura militar.
En los últimos meses, desde el inicio de la rebelión agraria, Página/12 se desbocó por completo y sus principales plumas perdieron la línea “progre” revelando, como veremos, su entraña reaccionaria. Los títulos tendenciosos contra la pueblada agraria rivalizaron en su parcialidad con los de la agencia oficial Télam, cuyo presidente Martín Granovsky fue otro aporte de Página/12.
Sin embargo, un informe igualmente servicial sobre los medios de difusión, esta vez proveniente del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y firmado por el decano Federico Schuster y el secretario institucional Gustavo Bulls, pone como ejemplo de ética periodística justamente a Página/12.
Mediante un “análisis” menos que elemental, impropio del nivel académico que debe esperarse de autoridades jerárquicas como son sus autores, el informe “descubre la pólvora” de la manipulación de las noticias por parte de los grandes medios de difusión, e impugna el tono opositor de algunos de ellos al tratar el conflicto del campo (aunque omiten aclarar por qué no hicieron el informe cuando esos mismos medios eran oficialistas). Schuster y cía. los acusan de discriminación y racismo (por el tratamiento benévolo hacia los piqueteros del campo, a diferencia del trato despectivo que dan a los piqueteros desocupados), piden que el Comfer los castigue por ello, y ubican a Página/12 en la vereda opuesta de esas conductas condenables.
Ahora bien, veamos qué han escrito las cándidas almitas de Página/12 sobre el mismo tema. Empecemos por los editoriales provocativos en los que el propio Verbitsky se dedica a denostar a los luchadores del campo, a las fuerzas opositoras, y entre ellas en particular al PCR. Su estilo de periodista “independiente” y “no discriminativo” puede resumirse en el mote con que recurrentemente se refiere al dirigente agrario Alfredo De Angeli: lo llama “el energúmeno de Gualeguaychú”.
Al oficialismo rastrero, algunos de los columnistas suman su ignorancia, como José Pablo Feinmann, quien con el fin de denigrar las protestas de “señoras de exquisitas cacerolas”, imagina verlas golpear “una cacerola Marmicoc con un cucharón de bronce” (30/03/08). Quien sepa lo que pesan una vieja y popular Marmicoc (nada exquisita) y un cucharón “de bronce” (si es que alguna vez ha existido tal utensilio) podrá rápidamente descreer del inefable “filósofo” televisivo. Otra demostración de similar ignorancia “doméstica” comete el cantautor Ignacio Copani en su ridícula canción –celebrada y reproducida por Verbitsky– “Cacerola de teflón”, donde pretende convertir a este material en un símbolo de las cocinas “paquetas”, como si no fuese de uso común en el resto los hogares.
Pero hay que leer las columnas de Sandra Russo, esa suerte de Corín Tellado dedicada a escribir en Página/12 la novela romántica del matrimonio presidencial [cito: “El y ella son un fenómeno de convicciones atesoradas contra la adversidad (…) él con sus mocasines y ella con sus extensiones (…) una fórmula que sería imposible sostener sin amor” (11/12/07)]; hay que leerla, digo, para sorprenderse con las más repugnantes muestras de racismo (ignoradas, claro, por el académico oficialista Schuster en su informe), como esta frase destinada a los chacareros rebeldes de la “pampa gringa” (aquellos a los que alguna vez cantara José Pedroni): “Es doloroso este país –se lamenta Russo–. Es como si aquella cruza de inmigrantes y gauchos hubiese dado a luz algo malformado, algo defectuoso” (28/03/08). Progresistas eran lo de antes…
02 de October de 2010