Sombras, LUCES, sombras
El siglo XX, un sinfín de sucesos extraordinarios. Grandes tragedias. Históricas victorias. Graves derrotas.
La Primera Guerra Mundial, un bruto choque entre metrópolis imperialistas. La carnicería y el hambre de Paz, Pan y Tierra derivaron en levantamientos populares. Su punto más alto, la insurrección triunfante del proletariado y los soldados rusos.
La invasión hitleriana a la URSS cambia la naturaleza de la Segunda Guerra Mundial. Y la bestia nazi es finalmente derrotada. Nuevos países emprenden su camino al socialismo. Revoluciones en China, Cuba, Vietnam. Grandes hitos que transformaron el Mundo. El Poder de los de abajo abarcó un tercio de la Humanidad.
Un proceso irrefrenable desarmó el andamiaje colonial hasta dejarlo hecho trizas. Una vigorosa corriente soberanista recorrió al ultrajado Tercer Mundo. Una lucha que abarcó a Nuestra América, Asia y África.
Pero, esta palabreja siempre aparece, nuestros eternos enemigos lograron recomponerse. Con la derrota del socialismo en Rusia y China, el capitalismo, una vez más (Y POR AHORA), se constituyó como la única formación económica social vigente en el Mundo.
“La sangre es un mar inmenso que baña todas las playas” (Nicolás Guillén)
Dirimidas como fueron las grandes guerras el Mundo debió soportar un continuo rosario de sangrías parciales. Mataderos en las que las potencias “ajustaban” el reparto. Las guerras pasaron a ocurrir en Tierras de “segunda”. La periferia del Mundo. Así el desprecio con que los racistas de todo pelaje consideran a nuestros Pueblos y Naciones.
Una ley inexorable: los imperialismos pujan por acaparar toda fuente de materia prima, mercados, plazas estratégicas al precio que sea. E impedir que sus contrincantes hagan lo propio. “Más y más territorio para mi. Que significará forzosamente menos y menos territorio para vos”. Así funciona la disputa.
En este contexto buscaremos las claves para entender la invasión rusa a Ucrania.
La fase actual del Capitalismo
Vivimos y luchamos en plena Era imperialista. El capitalismo exhibe su cara más brutal e irracional. Su salvajismo no es una faceta indeseada. Es su esencia.
Hace 100 años Lenin caracterizó la Época como la del Imperialismo y las Revoluciones proletarias. Las usinas reaccionarias baten el parche para avisarnos que “la Revolución ya no va más”. Por lo tanto a convivir con el Imperialismo por los siglos de los siglos. A esta “certeza” le falta validación. Es tal la magnitud de barbarie, desigualdades e injusticias que genera el Imperialismo que sobrevendrá una creciente resistencia. Y futuras revoluciones que hagan tronar el escarmiento.
Desconfiemos de aquellos posibilistas que, cual comparsas del Poder real, proponen resignación. Naturalizan las agresiones porque “así son las cosas”. Usan el no se puede para dividirnos y, por tanto, neutralizarnos.
No nos faltan compañeros que no le encuentran la vuelta a una situación tan complicada. Con ellos el debate es fraternal. No desconocemos las dificultades. Pero nuestra tenida con un enemigo tan fiero jamás estuvo circunscripta a los días soleados.
Completado el reparto viene un re reparto
La Historia nos habla de innumerables Imperios que ya no están. De otros que disfrutaron de la supremacía y que hoy son simples segundones. A la derrota del socialismo emergieron nuevas potencias capitalistas que entraron a la Mesa de la disputa con el apetito intacto.
Como miembros de tan selecto club Rusia y China aportan sus credenciales. Rusia potencia militar con el segundo arsenal nuclear mundial. China una superpotencia económica. Ambas con aspiraciones a más.
Más allá de las alianzas que los cobijan, pechan TODOS CONTRA TODOS FORZANDO EL RE REPARTO.
Nada nuevo bajo el sol
Las justificaciones de Putin atrasan. En función de ella se arroga derechos de los que carecería Ucrania. Apenas un escollo a sortear.
Los mismos argumentos de Alemania para su revancha tras la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Versalles fue la alevosa imposición de las Potencias triunfantes tras la rendición alemana. Lo que conllevaba una insoportable humillación. También era cierto que en Austria, Checoslovaquia, Polonia, la URSS vivían unos cuantos alemanes. En Argentina también los había. Sin embrago este combo no explica totalmente la Segunda Guerra Mundial. Fue sí el telón de fondo que utilizaron Krupp, I. G. Farben, Bayer para recuperar su lugar bajo el sol.
El rearme alemán transcurrió más o menos a la luz del día durante 15 años. Un chiste de época: Rudolf, operario en una fábrica de cochecitos para bebé. Próximo a nacer su hijo cada noche sustrae alguna piecita. Y cuenta incrédulo “Lo arme como lo arme, siempre me sale un tanque”.
Según la lógica de los imperialistas existen países de primera y después estamos los de cuarta. Sin impugnar esta obscena categorización será imposible determinar quién es el agredido y quién el agresor. Esta “clasificación” naturaliza la existencia de un puñado de potencias imperialistas y una legión de países Dependientes. “Derechos” absolutos, transformados en reales mediante la fuerza. Nuestros derechos en cambio son de cuarta. Valen en tanto y cuanto no choquen con los intereses de los poderosos.
La añoranza te puede jugar una mala pasada…
Los hechos objetivos certifican la inexistencia de socialismo en Rusia. Nadie duda de la restauración capitalista. ¿Cuándo se produjo? Un trotzquista dirá que ocurrió en los años 20 del siglo pasado. Los maoístas la ubicarán alrededor del golpe de Estado que entronizó a Kruschev (1957). Alguno la situará entre la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS.
Aunque parezca redundante SI SE RESTABLECIÓ EL CAPITALISMO, NO SOBREVIVIÓ NADA DEL SOCIALISMO.
¿Qué virtud residual conservará Rusia para merecer el beneplácito de la nostalgia? Una marabunta de nuevos burgueses ¡¡¡se quedó con todo!!! No surgieron de la nada. Preexistían en la cúpula del Estado y del Partido. ¿50, 100, 500? Un puñado de supermillonarios se apoderó de fábricas, tierras, petróleo, minas, astilleros. Y definen la política expansiva de Rusia. Mansiones y yates para esta nueva Nomenklatura. ¿Cuál será el mérito de Putin y los suyos para explicar un trato diferente al que le otorgamos a los yanquis en Vietnam, en Irak o Afganistán? ¿O a los ingleses en nuestras Malvinas?
“Así paga el Diablo”
La misma mano genocida que estrenó la era de las bombas atómicas (Hiroshima y Nagasaki) implementó el Plan Marshall. Truman combinaba así una doble jugada. Utilizar el monopolio nuclear para alinear a sus socios occidentales (todos ellos alicaídos competidores). Y una inyección de fondos sobre la destruida Europa para curarse en salud frente al riesgo revolucionario. Se supuso que el Plan Marshall desembarcaría en Latinoamérica. Los yanquis alardearon con tal posibilidad pero jamás la implementaron. Perón publicó un contundente artículo bajo el título de “Así paga el Diablo”.
Lo cierto es que el Diablo nunca paga. Cuando mucho, repartirá caramelos envenenados. Así pagó el Diablo en 2019. ¿Cómo explicar el atronador silencio de Putin y Xi Jimping frente al golpe de Estado en Bolivia y el riesgo cierto de asesinato de Evo? Ambos se encontraban en Brasil participando de una reunión de los BRICs. Y no dijeron ni pío.
No se puede ser antiimperialista…
…sin marcar a fuego al imperialismo yanqui. Y tener buena memoria para condenar sus pasadas tropelías. Y enfrentar las presentes. Brutal hacia afuera. La única guerra que libró en su propio territorio fue contra su propia población. Originarios, negros, latinos tienen mucho para contarnos.
Pero nuestro antiyanquismo no es un salvoconducto para absolver a las otras potencias imperiales. Y mucho menos si detrás de ello anida la pueril ilusión de que alguna de ellas es mejor, es amiga, y/o quizá aliada en nuestro camino liberador.
Solo dos categorías de guerras: las justas y las injustas
Impedidos de explicar la invasión a Ucrania los panegiristas de la posición rusa nos hablarán de una guerra preventiva. O de la inevitable respuesta ante el provocativo cerco de la OTAN. ¿Quizá una cruzada civilizatoria frente al resurgimiento de del nazismo? Algunos datos de la realidad lo contradicen. Referentes de la extrema derecha europea son interlocutores amigables de Putin. Entre otros Marine Le Pen (Francia) y Viktor Orban (Hungría). Este último arriesga perder las inminentes elecciones (y por ende el Gobierno) dado su doble discurso ante la invasión.
El enfrentamiento entre la USA-OTAN y Rusia (que es lo que está transcurriendo) es un arquetipo de guerra injusta. Agravado porque los contendientes la dirimen a costa de un tercero. La propia excusa de Rusia es más simple: el “derecho” imperial en su patio trasero.
Las únicas guerras justas son las que libran los Pueblos y Naciones del mundo contra la opresión y por su futuro. Sean ofensivas, cuando deciden que no van más las injusticias. Sean defensivas, cuando rechazan los atropellos de los poderosos.
La dialéctica de la guerra
El compañero Adolfo Pérez Esquivel comienza una reciente Declaración con estas palabras: “Todos saben cómo comienzan las guerras… Nadie saben cómo terminan”. Aún cuando disiento con algunas de sus conclusiones apelo a su indulgencia para hacerme del título.
La mejor estrategia en la Mesa de maniobras puede empantanarse en el terreno operativo. La Historia rebosa de desenlaces inesperados. Una pequeña fuerza fuertemente motivada triunfando sobre aceitadas maquinarias bélicas. Nos viene a la memoria “El hombre y el arma” de Nguyen Vo Giap. Hasta ahora, la invasión a Ucrania está lejos de ser un paseo.
Existe una relación recíproca entre la Lanza y el Escudo. Habitualmente, la lanza precede al escudo y fuerza su perfeccionamiento. Así ha sido a lo largo de milenios. Preparase para la guerra, una desgracia para la mayoría. Un descomunal negocio para unos pocos. Una foto aérea muestra 5 tanques destruidos. A 8 millones el tanque, la foto vale US$ 40 millones. Si eso cuesta un tanque, ¿cuánto costará un portaviones? En una sola batalla (Midway) en pocos días se hundieron 5 portaviones. Cuatro japoneses y uno yanqui.
Pocas de estas consideraciones se aplican al armamento nuclear. EEUU disfrutó de su monopolio por algunos años. Ya en 1949 la URSS ingresaba al “club”. Hoy día, al menos 9 países poseen arsenales atómicos. Existen suficientes artefactos en poder de monos con navaja como para vivir preocupaditos.
¿Para qué tal acopio? Se le adjudica un empleo disuasoria. “Yo no lo voy a usar si vos tampoco”. Pero, pero, pero… En la guerra de Corea el Gral. Mac Arthur pretendió usar la “Bomba” para revertir la derrota. Esa vez no fue autorizado. Pero, ¿quién garantiza que tal disyuntiva no se repita? ¿Qué decidirá Putin si su Mac Arthur cree necesaria la “solución” nuclear?
¿Y cómo funcionará este chantaje al borde del precipicio toda vez que una potencia nuclear lo ejerza sobre un país carente de este armamento?
Ninguna duda. La disuasión existe. Pero es relativa. ¿Lo absoluto? Las armas están para ser usadas.
De Fulton a Putin
Un aspecto de la crisis en curso es la alta dispersión de posicionamientos que afecta al campo popular. Muchos de ellos elogiosos de una Rusia que se le paró a la OTAN.
El proletariado y los Pueblos de todos los países, las Naciones del Tercer Mundo soportamos una correlación de fuerzas adversa ante el revanchismo de los poderosos. Esto ha precipitado la búsqueda de los atajos. Golpes de suerte que nos resuelvan lo que natura non da. Enfrentar a enemigos tan poderosos y VOLVER por lo nuestro nos requerirá “luchar, fracasar…”, una y otra vez, así hasta la victoria. No busquemos una retaguardia amigable donde no la hay. A Evo Morales le salvaron la vida Argentina y Méjico.
La justa tesis de aprovechar las contradicciones entre nuestros enemigos imperialistas vale, siempre y cuando, nunca perdamos de vista que son enemigos. Jamás amigos. ¿Cuál de estos “amigos” se jugó por nosotros en la negociación con el FMI?
En 1946, a meses de terminada la SGM, Winston Churchill pronunció un discurso en Fulton (EEUU). Dijo allí que la posguerra requería construir un cinturón sanitario alrededor de la URSS. Y daba por lanzada la cruzada contra el comunismo. Cualquier cosa menos retórica. La intervención inglesa en la guerra civil griega fue decisiva para la derrota de quienes habían enfrentado la ocupación alemana.
¿Es acaso Putin el heredero de la tradición revolucionaria del pueblo ruso? Un frío burócrata de la KGB furioso con Lenin por haber auspiciado en 1918 la independencia de Ucrania. En el imperio zarista coexistían 100 naciones. Todas ellas vejadas, engrilladas. La línea de Lenin fue que los bolcheviques rusos les reconocieran su derecho a autodeterminarse. Mientras los bolcheviques de las otras nacionalidades impulsaban la unión para construir conjuntamente el Socialismo.
Lenin le hubiera preguntado a Román Abramovich (uno de tantos plutócratas) por los orígenes de su fortuna. Mientras que el coronel de la KGB Putin hizo carrera encarcelando disidentes.
Por todos lados van apareciendo vientos de resistencia. Es tarea nuestra avivarlos. Ningún imperialismo (ni yanqui, ni ruso, ni chino, ni inglés, ni alemán) nos van a sacar las papas del fuego.
Que algún imperialista se recubra con piel de cordero no lo libra de su carácter lobuno. La manipulación de un pasado revolucionario glorioso se cae a pedazos ante tantas evidencias de traición al mismo. El usufructo de nombres y símbolos no los absuelve. Porque sobradamente sabemos que “la única verdad es la realidad”.
Escribe Sebastián Ramírez