1. Kirchner y la oligarquía
Néstor Kirchner dice: Paciencia oriental. En este conflicto se juega el gobierno. Si Perón hubiera cedido en el ’55 no habría perdurado en la memoria del pueblo. La lucha es larga, recién comienza. Va a seguir hasta que estos señores del piquete de la abundancia nos pidan perdón.
Kirchner compara su gobierno con el de Perón.
Perón congeló los arrendamientos y dio créditos con los que miles de chacareros compraron su chacra.
El gobierno de los Kirchner ayudó a una gigantesca acumulación de tierras de la oligarquía a costa de la expulsión del campo de chacareros y obreros rurales: Cresud de Elsztain pasó de 200.000 hectáreas a 600.000, Grobocopatel de 15.000 a 150.000, Urquía, “el empresario modelo” que Cristina Fernández impulsó para la gobernación de Córdoba, de 50.000 a 200.000. Durante el gobierno de Kirchner en Santa Cruz, se realizó el traspaso de las tierras de la corona inglesa a Benetton, el más grande terrateniente de la Argentina (1.000.000 de hectáreas), el mismo que, con Kirchner en la presidencia, desalojó comunidades mapuches de sus tierras.
Perón creó Juntas de Granos y de Carnes y el IAPI, que manejaban el comercio exterior. Con Kirchner el monopolio del comercio de granos siguió en manos de monopolios imperialistas yanquis y europeos: Cargill, Bunge, LDC, Nidera, Noble, ADM, Aceitera General Deheza (de Urquía).
Kirchner fue y es un fiel sirviente de la oligarquía. Al lado de su casa de Santa Cruz, está la estancia La Anita, de los Braun Menéndez, en donde fusilaron a 500 peones en la rebelión de la Patagonia; y otros de esa oligarquía, golpista del ’55 y el ’76, los Menéndez Behety, mantienen sus estancias y manejan el comercio patagónico con la cadena La Anónima.
Las retenciones móviles fueron impuestas por el golpe fusilador del ’55 y “legalizadas” por el Código Aduanero de la dictadura del ’76, como recordó Eduardo Buzzi al ingresar a la reunión en la Defensoría del Pueblo. Ahora Kirchner las volvió a imponer en acuerdo con sus socios oligarcas y los monopolios cerealeros.
Cristina Fernández anunció que el aumento de las retenciones (en este momento están en el 41%), va a un fondo de obras sociales. Negocio redondo de los K, gastarán a su antojo –caso tren bala– el 35%, y usarán el aumento del 6% para cubrir parte del presupuesto social y liberar fondos que habían sido destinados a ese efecto, como vienen haciendo con la ley de superpoderes.
¡Tantas veces nombró la presidente a los pobres, y no destinó un peso a los que cobran planes de $ 150! Se “olvidó” que las retenciones fueron creadas en el 2002: el 50% para planes sociales, y el otro 50% para salud y educación.
2. La canallada K
¿Qué confunde a un sector del pueblo? Que aparezcan Miguens y Biolcatti, de la Sociedad Rural, que son parte de la oligarquía.
El gobierno cuando “cortó ancho” con el aumento de las retenciones golpeó a todos: chicos, medianos y grandes. A los chicos y los medianos el aumento de las retenciones les abrió el camino a su liquidación. A los grandes les recorta las ganancias, pero pueden sacar rédito quedándose con las tierras de los chacareros.
La rebelión agraria volcó a la lucha a fuerzas organizadas, y a otras espontáneas: los autoconvocados. Juntó a chacareros y trabajadores con terratenientes y pooles, a partir de ahí se abrió la batalla por la dirección del conflicto.
La política de confrontación del gobierno empujó tácticamente a esas masas a golpear junto con un sector de terratenientes, para forzar al gobierno a “abrir la mano”. Desde el comienzo del conflicto el gobierno tuvo conversaciones por separado con la Sociedad Rural y Coninagro, buscando dividir la protesta. Esos terratenientes siguen en la correntada porque forcejean con el gobierno, y no quieren perder influencia en sectores de esas masas que consideran “su tropa”.
Las fuerzas antiterratenientes y combativas del campo son una corriente fuerte en FAA y los autoconvocados, están dando una gran batalla y han ganado prestigio, como se vio en el paro chacarero, obrero y popular del 2/6, en Amstrong, y en la continuidad de los cortes de ruta el lunes 9/6 en el sur de Santa Fe, en Paraná, en el norte de Buenos Aires, y en otros lugares.
La canallada del gobierno –abrazado a Urquía, Grobocopatel, Elsztain y las cerealeras– y su pasquín Página 12, es agitar el espantajo de la Sociedad Rural, con la que trata de negociar por separado, para “poner de rodillas” a chacareros y a fuerzas antiterratenientes y combativas que orientan la lucha a golpear centralmente a la política agraria prooligárquica y entreguista del kirchnerismo y su centralismo antifederal, disputando la dirección de las masas al sector oligárquico que negocia con el gobierno un acuerdo contra los chacareros.
3. El gobierno se desfondó
El gobierno kirchnerista creyó que podía cargarle a los chacareros y trabajadores el costo de “emparchar” sus finanzas. Su “caja” hace agua por su política de reforzar el latifundio oligárquico y profundizar la dependencia (deuda externa, entrega del petróleo a Pan American hasta el 2047, extranjerización de 17 millones de hectáreas). Pero le estalló la mayor rebelión agraria y federal de la historia. Por eso trata de demonizarla: “el gobierno o la Sociedad Rural”.
Kirchner midió mal. Creyó sus fantasías sobre el resultado electoral: “el 46%” de los votos a Cristina Fernández, ocultando los 8.802.757 que no votaron, o lo hicieron en blanco o nulo. La realidad es que a la actual presidenta la votaron 3 de cada 10 argentinos. Que perdió en las principales ciudades: Capital Federal, Córdoba, Santa Fe, Rosario, Mar del Plata, La Plata, Bahía Blanca, etc. Ahora, descargaron el hachazo del aumento de las retenciones sobre los chacareros y las ciudades y pueblos de provincia, que calaron que el gobierno al que muchos de ellos habían votado los empujaba hacia la muerte. Ya lo vivieron con Menem y su “convertibilidad”, que liquidó 106.000 chacras, y expulsó a decenas de miles de obreros rurales a las villas.
¿Qué base política le queda al gobierno? Perdió las capas medias de las ciudades, ahora perdieron el campo, la inflación galopante lo va alejando de los más de abajo que no pueden vivir con planes sociales de $ 150 o jubilaciones de $ 300 (pagando las “cuotas de la moratoria), y de millones de familias de trabajadores que cobran salarios por debajo de la línea de pobreza (la canasta básica aumentó en mayo el 8,8%). Tiene la oposición de los sectores patrióticos asqueados de una política que ni chista frente a la instalación de la 4° Flota por los yanquis. Los “campeones de los derechos humanos” mandan parapoliciales a Ceibas, la Prefectura a San Pedro y judicializan la protesta agraria.
Si este fuera un gobierno reformista, en dos horas resolvía. Suspendía la medida y convocaba a los chacareros a una negociación seria: bajaba las retenciones al pequeño y mediano chacarero y se las aumentaba al 50% a grandes terratenientes y pooles. Con esa plata podía abaratar los alimentos populares y formar con las provincias un fondo de ayuda para la pequeña y mediana producción de trigo, carne, leche, verduras y frutas. Y quedaba para aumentar los planes sociales y los presupuestos de educación y salud. Pedirle eso a Kirchner es pedirle peras al olmo.
La rebelión agraria desnudó la mentira kirchnerista: este es su gran balance. Y al quedar al desnudo, el gobierno se desfondó.
Ahora, todas las clases y fuerzas políticas se preparan para lo que se viene, también el kirchnerismo. Los grupos de poder rivales del kirchnerismo, que salieron mal parados de las elecciones, fueron sorprendidos por la situación cuando aún no tienen “figuras” de relevo.
Los de arriba están espantados por la rebelión agraria. Los aterra que esa pueblada empalme con la lucha obrera, en la que las patronales y el gobierno debieron ceder a reclamos de hasta el 40%, que rompieron el tope salarial desbordando los jerarcas propatronales. Y que empalme con las luchas estudiantiles por presupuesto y la falta de gas en las aulas.
Ante su debilidad el gobierno provoca. Empujó a un sector de camioneros a realizar bloqueos para el desabastecimiento, como lo reconocieron los dirigentes de la Federación de Transportistas Rurales de Rosario: “Cuando hablamos con De Vido nos pidió que aguantemos 48 horas, que era cuando el gobierno iba a anunciar nuevas medidas” (Perfil, 8/9). Los anuncios eran mentiras, el gobierno los usó para provocar enfrentamientos. En altísimos niveles gubernamentales se han preparado planes minuciosos para sembrar el caos, aislar a la protesta agraria y reprimirla. El atentado contra un camionero solidario con esa protesta fue parte de esos planes.
La Iglesia, dirigentes políticos como Carrió, Binner y otros, presionaron para levantar los cortes y reclamar negociaciones, preocupados por la gobernabilidad del sistema. Buscan tiempo y calma para armar planes de relevo institucional. Ya comienzan a circular nombres: Reutemann, Romero y otros peronistas, o Binner. Duhalde busca recoger lo que se va distanciando de Kirchner: Schiaretti, Rodríguez Saá, De la Sota, Reutemann, Puerta, Busti y otros; negocia con los que no quieren a Moyano en la CGT: Barrionuevo, Etcheun, Cavalieri, Venegas; y Chiche Duhalde arma un bloque con unos 20 legisladores.
5. Luchar y prepararse para terciar
El paro chacarero, obrero y popular del 2/6, la decisión de los autoconvocados de continuar los cortes, y la convocatoria de FAA a Alcorta en homenaje a aquella lucha antiterrateniente, muestran la profundización de la rebelión agraria. Y crean condiciones para la unidad de la protesta chacarera con las luchas por los reclamos obreros, estudiantiles y populares.
La unidad obrero-campesina-estudiantil y popular, exige, además, la denuncia de la campaña anti chacarera del gobierno (gastó $ 12 millones solo en la Capital Federal). Y dar pasos concretos para la unidad de las organizaciones populares de la ciudad con las del campo.
Frente a la represión y las provocaciones del gobierno, y también frente a los planes de recambio de la oposición (del sistema), las fuerzas populares, obreras y campesinas, patrióticas y democráticas, avanzan por su propio camino, con sus propias propuestas, uniéndose en multisectoriales, para que el gobierno tenga que “abrir la mano”. Y también, para poder terciar, en cualquier momento, si la crisis política que está en curso se precipita.
Las brasas del Argentinazo en las ciudades, y las que arden en los piquetes chacareros, juntas, pueden parir una nueva Argentina.