Las formas de lucha y de organización que adoptan las masas las van encontrando a través de sus propias experiencias. De ellas aprende el Partido de vanguardia para poder generalizarlas.
En la Argentina, con más del 80% de población urbana y un gran peso del proletariado, un largo proceso histórico ha demostrado que el camino de la revolución argentina tiene su centro en las ciudades, y a la insurrección armada como forma principal y superior de lucha. La insurrección armada combinada con las modalidades propias de la lucha armada en el campo (guerrilla rural y otras formas de combate campesino) que pueden producirse antes, durante o después del momento insurreccional, es el único camino que permitirá acabar con el poder del imperialismo, los terratenientes y la burguesía intermediaria.
En esta perspectiva es importante precisar los centros políticos estratégicos dónde concentrar el trabajo revolucionario: las cincuenta grandes empresas de concentración del proletariado industrial
y los centros políticos del proletariado rural, de los campesinos pobres y medios y de las naciones y pueblos originarios.
Es importante también precisar la región donde se tensan todas las contradicciones, el eslabón débil de la dominación oligárquico-imperialista donde, sin esquematismos y sin rechazar ninguna forma de lucha, trabajamos también con una línea insurreccional.
El camino de las grandes puebladas y rebeliones populares de fines de la década de 1960 y comienzos de la de 1970 –Cordobazo, Rosariazo, Correntinazo, Tucumanazo, Mendozazo, Rocazo, etc.–, fue retomado por las masas a partir del Santiagueñazo del 16 de diciembre de 1993, iniciando un nuevo período de auge.
Las puebladas en Jujuy que tiraron a tres gobernadores, las luchas de Tierra del Fuego, mineros de Río Turbio, cerveceros de Córdoba, pesqueros de Mar del Plata, las puebladas de Cutral Co y Plaza Huincul, General Mosconi y Tartagal, Libertador, Corrientes, el ingenio La Esperanza, las luchas docentes, los paros agrarios, el paro general del 13 de diciembre de 2001 etc., vuelven a confirmar que el medio de lucha específicamente proletario, la huelga, es el medio principal para poner en movimiento a las masas obreras, campesinas, estudiantiles y populares, incluso a sectores del empresariado nacional.
A su vez el corte de ruta, con el hambre y la desocupación como detonante, se ha confirmado como forma de lucha clave y punto de arranque de las nuevas puebladas que se han ido generalizando por todo el país y tuvieron su expresión más elevada con el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001, que forzó la renuncia del presidente De la Rúa.
En la rebelión agraria y federal del 2008 hubo cientos de piquetes que, apoyados por puebladas, se adueñaron de las rutas en distintos puntos del país dificultando el intento de represión del gobierno kirchnerista. La irrupción de grandes masas del campo y la ciudad enriqueció el boceto insurreccional que trazaron el Cordobazo y el Argentinazo. Reveló la forma en que las grandes masas agrarias y de los pueblos del interior pueden participar de un alzamiento insurreccional junto a la clase obrera y las masas populares de las grandes ciudades.
Estos procesos de estallidos y puebladas de la década de 1970 y los actuales, han bosquejado el camino que van a seguir las masas populares para acabar con sus enemigos. Los cuerpos de delegados en el movimiento obrero y otros sectores populares (campesinos, estudiantiles, barriales, etc.), con mandatos revocables por las asambleas de base, se mostraron en esas luchas como instrumentos fundamentales, capaces de transformarse, en una situación revolucionaria, en órganos de doble poder.
En el siglo 20, los levantamientos obreros y populares constituyeron una valiosa experiencia, con sus enseñanzas en la lucha de calles, barricadas, cortes de ruta, autodefensa armada de masas y, en los casos más avanzados, bocetos de doble poder y bocetos de milicias populares.
Mostraron el camino que puede permitir a las masas populares triunfar sobre sus enemigos. No lo lograron porque hasta ahora carecieron de una dirección revolucionaria o esta fue débil como para garantizar un plan con objetivos claros y de un centro coordinador que posibilite el accionar conjunto de todas las fuerzas revolucionarias. Esto se manifestó en cada uno de los momentos en que la lucha de clases llegó a su máxima confrontación y se debía pasar a la ofensiva, al asalto al poder.
La pelea por la dirección del Partido en estas organizaciones es fundamental para avanzar en el desarrollo del frente único revolucionario y la construcción del ejército popular revolucionario, necesarios para el triunfo de la revolución.
Hoy N° 1974 16/08/2023