Como se vio en “La cuestión del Estado” los enemigos son muy poderosos y las fuerzas revolucionarias fundamentales todavía son débiles. Para poder enfrentar con éxito a esos enemigos, arrancar conquistas, avanzar en la unidad de las amplias masas populares objetivamente interesadas en la revolución y acumular fuerzas, es necesario que el proletariado y su partido practiquen una justa política de frente único lo más amplia posible.
Por otra parte, Mao enseñó que, por la disputa interimperialista, el campo enemigo está sujeto a cambios y hay que tener políticas para saber aprovechar las contradicciones entre ellos para enfrentar al enemigo que está en el blanco y poder aislarlo y derrotarlo.Negar la necesidad del frente único o reducir la línea a “todo a través del frente único” son dos concepciones equivocadas que llevan a errores y derrotas. Partiendo del carácter de la revolución en la Argentina, y de la correlación de fuerzas real, nuestro Partido elaboró y practicó políticas de Frente único atendiendo a la actitud política de las distintas clases y sectores ante los enemigos en cada momento.
En 1974 nos unimos con los sectores antiimperialistas del peronismo que resistían el golpe de Estado que preparaban (con sus puntos de unidad y confrontación) los imperialistas rusos, los yanquis, la mayoría de los terratenientes y la burguesía intermediaria.
En la lucha antidictatorial, entre 1976 y 1983 practicamos distintas formas de frente único con diferentes fuerzas que se oponían a la dictadura. Para golpear a la dictadura de Videla-Viola en relación con los derechos humanos “golpeamos juntos, marchando separados” con sectores proyanquis y proeuropeos. Lo mismo hicimos con sectores de la Iglesia para luchar contra la guerra del Beagle, por la paz con Chile. Más tarde, durante la guerra de Malvinas “golpeamos juntos” con los sectores prosocialimperialistas contra la agresión anglo-yanqui.
Luego en la lucha contra el rumbo prosoviético y proterrateniente del gobierno de Alfonsín impulsamos la lucha de masas y una confluencia electoral que la expresara políticamente, por lo cual participamos en el Frejupo.
El campo popular es heterogéneo. La lucha del proletariado y su partido por su unidad es decisiva para el avance del accionar revolucionario de las masas. Para practicar una correcta política de frente único, de unidad y lucha y lucha por la unidad debemos ubicar correctamente el momento político, estableciendo una clara línea divisoria entre quiénes son los amigos y quiénes son los enemigos y a quién va dirigido el golpe principal.
Es el Partido, como instrumento de vanguardia del proletariado quien, preservando su independencia política, ideológica y orgánica, debe impulsar y dirigir el frente único social y político y la lucha revolucionaria para que las masas obreras y populares, a través de sus organismos revolucionarios, conquisten el poder. Las demás clases –y sus partidos– también pretenden la dirección y solo podemos imponernos y unir a las masas en torno a una línea justa y un programa, cuando el peso de nuestra fuerza es importante.
En la lucha por la revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida hacia el socialismo, en cada momento táctico buscamos las vías de aproximación a esa revolución. No como una salida intermedia –no tenemos una concepción evolucionista del proceso revolucionario–, sino como un camino para avanzar hacia nuestro objetivo estratégico, impregnando nuestra política de frente único con nuestra estrategia insurreccional.
En esta perspectiva se inscribe nuestra política de frente único que ayude a las masas a avanzar profundizando el camino del Argentinazo, reagrupando fuerzas para terminar con las políticas de ajuste y entrega e imponer un gobierno de unidad patriótica y popular que hegemonizado por el proletariado abra el camino a la revolución de liberación nacional y social.
02 de October de 2010