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03 de July de 2024

La gesta chacarera de 1912

El grito de Alcorta

El 25 de junio de 1912 estalló en el sur de la provincia de Santa Fe el Grito de Alcorta, marcando el inicio de una prolongada huelga “del inquilinaje y el proletariado”, al decir de su mártir Francisco Netri. Huelga que se extendió rápidamente a todas las provincias vecinas, y que recién se dio por terminada en agosto de 1913.

Desde comienzos de 1910, al influjo de las luchas urbanas y ferroviarias y por las malas cosechas que hacían insostenibles los contratos leoninos, los peones rurales y chacareros arrendatarios venían sosteniendo distintas luchas. En agosto de 1910, se produce en La Pampa el “alzamiento de los colonos de Macachin”, reclamando: abolición de los contratos esclavistas y de los pagarés en blanco; y ante la tremenda sequía que soportaba entonces la zona, exigían harina para alimentarse y semillas para nuevas siembras. Pese a que el gobierno conservador de Figueroa Alcorta envió un tren con tropas para reprimirlos, la huelga resultó triunfante.

Desde comienzos del año 1912, particularmente en las colonias del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires, los campesinos habían comenzado a reunirse en las chacras e incluso en algunos casos en establecimientos de comerciantes o en las parroquias. Así surgen organizaciones como las de Firmat, Bigand, Pergamino, etc.

A iniciativa de los chacareros de Alcorta, dirigidos por Francisco Bulzani, y que cuentan con el apoyo del comerciante socialista Angel Eugenio Bujarrabal y el cura Pascual Netri, se convoca a una reunión para el 25 de junio. Allí en medio de manifestaciones combativas se declara la huelga por tiempo indeterminado hasta conseguir: 1) rebaja general de los arrendamientos y aparcerías; 2) entregar en las aparcerías el producto en parva o troje, como salga; 3) contratos por un plazo mínimo de 4 años, y 4) libertad de trillar y asegurar sus sementeras.

La huelga se extendió rápidamente hacia Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Entre Ríos. Y a medida que se desarrollaba, se hizo carne la necesidad de la creación de una organización central de chacareros. Así fue como el 15 de agosto se fundó la Federación Agraria Argentina, FAA. El 21 de septiembre apareció el primer número de su periódico Boletín Oficial, que a partir del 25 de junio de 1913 se llamó La Tierra.

Como la clase obrera en esos años, también los chacareros tuvieron sus jornadas sangrientas y sus mártires, por la represión de los terratenientes y policial, como ocurrió con los anarquistas organizadores Francisco Mena y Eduardo Barros en un acto de los agricultores en Firmat, y luego en Rosario con el propio líder de la FAA, el abogado Francisco Netri. Sin embargo, la organización de la huelga, el trabajo secreto de los campesinos y a la vez sus movilizaciones públicas, su accionar sobre el resto de la población, logró mantener la unidad, acrecentar su vigor e incorporar nuevos sectores a la lucha.

Al poco tiempo de su inicio, además de por los anarquistas y socialistas y por los curas y pequeños comerciantes locales, los huelguistas eran apoyados por profesionales y amplios sectores urbanos, originando un movimiento de opinión que dificultaba la labor represiva, llegándose a fracturar el frente de los terratenientes. Lo que se reflejó en la actitud “moderadora” del recientemente asumido primer gobierno radical de la provincia de Santa Fe y de dirigentes de origen conservador como Lisandro de la Torre, o Enrique Carbó en Entre Ríos, recomendando “a sus colegas de la Rural que era preferible ceder, a fin de salvar la cosecha del año y no perderla totalmente” (Jimena Sáenz, Entre dos centenarios. 1910-1916, Ed. La Bastilla, Buenos Aires, 1976, pág. 162).

Por todo esto, muchos terratenientes fueron optando, aunque fuera temporalmente, por ceder a las demandas de sus colonos. Para agosto de 1913, cuando se da por terminada la huelga, la mayoría de los chacareros han obtenido rebajas en los arrendamientos, aunque se mantenían las cláusulas leoninas de los contratos, incluido las restricciones a la libertad de comprar y vender (Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo III: “El Grito de Alcorta”, págs. 151/4).

A comienzos de 1914, dos entidades que se habían desarrollado paralelamente en el sur bonaerense y La Pampa, la Liga Agraria de Bahía Blanca y la Liga Agraria de La Pampa, convocaron a un congreso al que invitaron a la FAA. En el mismo, además de resolverse no iniciar la próxima siembra de cereales hasta tanto no se obtengan rebajas en los arrendamientos, quitas en las deudas pendientes con los terratenientes y comerciantes y una moratoria general, se estableció el principio: “la tierra debe pertenecer en propiedad del que la trabaja” (Antonio Diecidue, Netri, líder y mártir de una gran causa, FAA, Rosario, 1969, pág. 144). ¡La misma bandera que levantaban en ese momento los revolucionarios chinos con Sun Yatsen y los mexicanos con Emiliano Zapata!

Con el inicio de la primera guerra mundial, el mismo 1914, y la disminución de las bodegas, los terratenientes se aprovecharían para tomar la revancha, produciendo desalojos en masa. No obstante el desaliento provocado por esta situación, la FAA dirigida por Francisco Netri continuaba su brega, con iniciativas que iban desde el pedido de una moratoria general para el pago de las deudas de arrendamientos, rebajas en las tarifas ferroviarias, impuesto progresivo a los latifundios y una ley de arrendamientos, hasta la propuesta de un Banco Agrícola y otra de creación de una Flota Mercante Nacional. La respuesta sería la bala asesina de un esbirro de la oligarquía, el 5 de octubre de 1916, apenas una semana antes del ascenso de Yrigoyen al gobierno nacional.

Ninguna de esas iniciativas prosperarían bajo el gobierno radical –más sensible a los ganaderos que a los agricultores–, aunque el pacto solidario entre la FORA y la FAA de 1920 y la histórica marcha chacarera de agosto de 1921, lo obligaron a sancionar la primera ley de arrendamientos y aparcerías rurales, la 11.170 (hoy, número 1522, pág. 13: “Acuerdos entre obreros y campesinos”). Recién durante la segunda guerra mundial se crearía la Flota Mercante Argentina, y se lograría el crédito agrícola, la rebaja y extensión de los arrendamientos y la prohibición de los intermediarios (equivalentes a los pools actuales), lo que quedaría plasmado durante la presidencia de Perón, con la ley 12.246 de 1948 (Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo III: “El movimiento campesino”, págs. 194/8).

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Los protagonistas de las luchas de 1912-1913

¿Quiénes eran esos chacareros y qué ideas influían en ellos?

El carácter de inmigrantes de la mayoría de los colonos (el 84,6% de los arrendatarios y medieros eran extranjeros, según el censo de 1914) hacía que se acentuara en ellos el individualismo y la desconfianza, lo que dificultaba su organización, y era aprovechado por los terratenientes e intermediarios. La ley de Residencia, por la que podían ser deportados, remachaba en la superestructura el sistema de opresión sobre los chacareros. El origen inmigrante también era una traba grande para la unidad en relación a los criollos, lo que no obstó para que emergiera un dirigente como Justo P. Juárez, quien “era el único argentino de nacimiento y era negro. Nosotros le teníamos gran afecto porque no era fácil encontrar argentinos puros que quisieran formar tropa con los gringos” (Tomás García Serrano, Esteban Piacensa. Apuntes biográficos, Librería y editorial Ruiz, Rosario, 1966, pág. 40).

Pero también al ser esos inmigrantes muchos de origen proletario en Europa, encontraban afinidades con los trabajadores organizados en los Centros de Estudios Sociales (anarquistas) y en pequeños sindicatos de estibadores y “oficios varios”, la mayoría también de origen inmigrante. Sin dejar de registrar el papel de algunos comerciantes y profesionales socialistas, como Angel Bujarrábal y Francisco Noguera, y de los curas de pueblo, como José y Pascual Netri, hermanos del abogado Francisco, Antonio Diecidue sostiene que el movimiento agrario de 1912 fue gestado principalmente por esos trabajadores, cuyas ideas y tradición de lucha era recogida por los chacareros que vivían en “las colonias agrícolas convertidos en feudos e inhumanamente explotados por terratenientes e intermediarios colonizadores” (Antonio Diecidue, obra citada, pág. 22).

Corresponsal

hoy N° 2016 03/07/2024