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10 de July de 2024

Declaración de veteranos de guerra

9 de Julio: por qué no desfilamos

Un conjunto de veteranos de guerra de Malvinas ha sacado un pronunciamiento público dando las razones de su negativa a marchar en el desfile programado por el gobierno nacional para el 9 de Julio. Reproducimos extractos de su declaración.

Respetamos la decisión que adopte cada uno de los combatientes en Malvinas, pero queremos hacer pública nuestra decisión de no participar en el desfile ni en ninguna de las acciones promovidas por las autoridades nacionales en el mismo sentido, por las razones que explicamos a continuación.

La mayor parte de los firmantes de esta comunicación participamos activamente en las organizaciones de ex soldados combatientes desde el mismo final de la guerra, o hemos sido activos partícipes de nuestros logros colectivos en la posguerra, y seguimos desarrollando en distintos ámbitos y disciplinas, la defensa para el ejercicio pleno de nuestros derechos soberanos en el Atlántico Sur.

Desde muy temprana fecha, el 26 de agosto de 1982, el Centro de Ex Soldados Combatientes de Malvinas de Capital Federal –en su declaración de principios-, establecimos que condenábamos el accionar de la dictadura cívico-militar del Proceso de Reorganización Nacional, pero reivindicamos el accionar de nuestras Fuerzas Armadas en la defensa de la Soberanía Nacional, tanto en las Islas Malvinas y demás territorios del Atlántico Sur, como en algunas otras instancias de nuestra historia.

No nos fue fácil sostener esa posición, cuando la memoria de los crímenes cometidos en ocasión de lo que luego se denominó el “Terrorismo de Estado” estaba muy fresca. Muchos militantes de los derechos humanos y de las juventudes políticas nos acusaban de “pro-milicos”, porque en nuestras primeras movilizaciones usábamos partes o totalidad de uniformes militares. Nosotros les respondíamos que con esos uniformes habíamos defendido a nuestra Patria contra las fuerzas colonialistas, y no asesinado a compatriotas.

“Fuimos a Malvinas con el uniforme de San Martín y la Bandera de Belgrano”, respondíamos -y respondemos-, a quienes cuestionaban y cuestionan la necesidad de reconstruir nuestro sistema de Defensa Nacional, como uno de los requisitos principales (no excluyentes), para la recuperación de nuestros territorios usurpados por una potencia colonialista y sus aliados.

Enfrentamos la feroz campaña de desmalvinización durante varias décadas, cuando se pretendió reducir a la guerra contra el Reino Unido de Gran Bretaña y sus aliados de la OTAN a la “locura de un general borracho para perpetuarse en el poder” y a los ex soldados combatientes a “víctimas de la dictadura militar” o “chicos de la guerra”.

Nuestra prédica sostenida en el tiempo dio frutos; además de obtener importantes reconocimientos sociales –tarea colectiva de las organizaciones de ex soldados combatientes/veteranos de guerra-, gracias a algunos interlocutores políticos, pero fundamentalmente al apoyo mayoritario de la comunidad argentina, logramos revertir los fundamentos políticos y culturales de la desmalvinización…

Los británicos no sólo han construido la principal fortaleza militar del Hemisferio Sur en Monte Agradable (Isla Soledad), amenazando la paz en toda la región, extendiendo sus pretensiones territoriales a más de un tercio de nuestra soberanía, contando las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur, la Antártida Argentina y sus mares y plataformas correspondientes.

También saquean nuestros recursos pesqueros, otorgando licencias ilegales a terceros países (España, Taiwán, Corea del Sur, China, etc.), lo que no sólo redunda en pérdida de divisas a nuestro país, sino que priva a millones de niños argentinos de las proteínas necesarias para su crecimiento saludable.

Los ocupantes ilegales anunciaron la explotación inminente de los recursos hidrocarburíferos, a través de licencias de explotación otorgadas a empresas que se disponen al saqueo para engrosar las cuentas de los oligarcas financieros del mundo, y no para beneficio de sus legítimos dueños.

Mientras tanto, en el continente argentino, los mismos grupos económicos se apropian de la mayor parte de los recursos naturales estratégicos: empresas de mayoría accionaria de la Comunidad Británica de Naciones explotan los yacimientos minerales en nuestro extenso país, dejando exiguas regalías y un enorme pasivo ambiental; gran parte de la producción agropecuaria elude el pago de retenciones vía el contrabando en la Cuenca del Río Paraná, bajo el control efectivo de una corporación de materias primas de origen anglosajón, y no del Estado argentino. Otro tanto ocurre con nuestras riquezas energéticas y ni qué hablar de la fuga de capitales derivada de la fraudulenta deuda externa, por obra de los mismos actores económicos que sostienen la ocupación colonial en nuestro Atlántico Sur.

La República Argentina es un país que produce enormes riquezas, saqueadas sistemáticamente por las grandes corporaciones económico-financieras del mismo origen que enfrentamos con las armas en la mano en 1982.

Esto no hubiera sido posible sin la complicidad de una clase dirigente que eligió entregar el patrimonio de los argentinos, para su propia supervivencia personal, sometiendo al pueblo que debería representar a la pobreza, la indigencia o la miseria.

El actual gobierno nacional, que llegó al poder entre otras causas por el hartazgo de este régimen putrefacto al que hábilmente caracterizó como “casta”, en vez de representar a las mayorías que lo votaron para un cambio de régimen, propone consolidar la entrega de nuestra riqueza a esos mismos sectores (RIGI), se alinea con nuestros enemigos históricos (OTAN), afirma su admiración hacia sus peores figuras (Thatcher, Churchill, Reagan), se pelea con aquellos representantes de los países que necesitamos para recuperar las Malvinas y preservar la Antártida (Brasil y el resto de Suramérica), nos deja sin opciones de política internacional ante los nuevos escenarios multipolares (abandono de los Brics), empobrece a la mayoría de los argentinos (caída de los salarios y las jubilaciones), debilita nuestro sistema de Defensa Nacional (baja de los salarios de los militares y reducción real del Fondo para la Defensa, además de compras inútiles como los F 16), se apresta a la destrucción de lo que nos queda de producción industrial (caída abrupta de la producción en el rubro y enorme capacidad ociosa de los talleres y fábricas industriales). Y tantas otras medidas que evidencian un camino para convertirnos en una colonia proveedora de commodities baratos y multitudes hambreadas.

No es para esto que dieron sus vidas nuestros Héroes de Malvinas, y por lo que peleamos los combatientes que sobrevivimos y seguimos luchando desde hace más de cuatro décadas.

Somos parte del pueblo argentino. Por mandato de nuestro pueblo, marchamos a las trincheras a pelear contra la nueva invasión inglesa en 1982. Gracias a nuestro pueblo, accedimos a reconocimientos sociales por nuestro sacrificio, y al reconocimiento de nuestros compañeros caídos como “Héroes Nacionales”. Nos hemos reencontrado con nuestro pueblo en numerosas oportunidades en esta larga posguerra. Y seguiremos luchando junto a él para lograr una Nación que ejerza su plena soberanía integral, donde las mayorías puedan acceder a un trabajo digno, con retribuciones justas e igualdad de oportunidades. Donde todos seamos parte de la construcción de nuestra Independencia definitiva de todo poder extranjero.

Por eso, rechazamos ser parte de un espectáculo de falso patriotismo, mientras se nos condena a la miserable condición de colonia empobrecida…

 

hoy N° 2017 10/07/2024