Donald Trump, candidato del partido Republicano, ganó ampliamente las elecciones. Obtuvo 295 electores contra 226 de la actual vicepresidenta del partido Demócrata, Kamala Harris, superando los 270 necesarios para tener mayoría en el Colegio Electoral.
En esta elección, a diferencia de 2016 (cuando Trump ganó las elecciones por llegar a ese número, pero la cantidad total de votantes que tuvo fue menor que los que votaron a su oponente), Trump también se impuso por la cantidad de votos obtenidos 50,9% contra 47,6% de Harris. Los medios tradicionales silenciaron a los candidatos minoritarios Jill Stein (Partido Verde), Claudia de la Cruz (Partido para la Liberación y el Socialismo) y Peter Sonski (Partido Solidaridad Estadounidense), que no pudieron presentarse en muchos estados por la ley electoral prescriptiva.
Hay que tener en cuenta que el sistema electoral yanqui es indirecto y antidemocrático, raleando a los partidos minoritarios y favoreciendo los negociados entre los sectores más poderosos de la burguesía imperialista yanqui.
Trump será uno de los presidentes con más poder de las últimas décadas, ya que tendría mayoría tanto en la Cámara de Senadores como en la de Representantes (Diputados) y con la Corte Suprema de su lado.
Aunque el análisis de los resultados electorales aún está en curso, el deterioro de la situación social de la mayoría de la población estadounidense debido a la inflación y el miedo a la pérdida de empleos fueron temas importantes en esta elección.
Bernie Sanders, senador por el Estado de Vermont y del ala más de izquierda del Partido Demócrata lo dijo así: “No debería sorprendernos demasiado que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él”. También señaló que “mientras los líderes demócratas defienden el estatus quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio. Y tiene razón”. Y añade “mientras a los muy ricos les va fenomenalmente bien, el 60 por ciento de la población vive al día y hay más inequidad que nunca antes”. También plantea que “seguimos enviando billones de dólares para el gobierno extremista de Netanyahu en su guerra contra el pueblo palestino” y denunció “el desastre humanitario por la desnutrición y el hambre de miles de niños”.
Si bien muchas de las políticas de Trump se van a definir después de que asuma la presidencia el 20 de enero de 2025 y anuncie las medidas de su gobierno, ha hecho anuncios importantes en la campaña electoral.
Trump es parte de un sector de la burguesía imperialista yanqui que tiene diferencias con la política bélica del gobierno Biden-Harris. Ha planteado su desacuerdo con seguir financiando a las potencias europeas de la OTAN y para el rearme masivo de Ucrania. Planteó poner fin a la guerra en Ucrania “un día después de asumir el cargo”, lo que es celebrado por el jefe imperialista de Rusia, Putin, porque implica reconocerle los territorios ucranianos anexados por el invasor en estos más de dos años de guerra. Apoya en forma incondicional al gobierno fascista de Netanyahu y el genocidio en Palestina. A la vez defiende la continuidad del embargo económico a Cuba, que ya lleva más de 60 años.
Otros temas sobre los que se conocen sus posiciones son sobre el cambio climático y sus definiciones antiderechos. Quiere reducir radicalmente las medidas de protección del medio ambiente. Trump plantea que cada estado regule el aborto, prohibir que las mujeres trans participen en deportes femeninos. También dijo que indultaría a los condenados por el ataque al Capitolio en 2021.
Al mismo tiempo, en la campaña electoral Trump se pronunció contra la inmigración, difundiendo imágenes fascistas contra los migrantes y amenazando con deportaciones masivas.
A pesar de eso el voto a Trump creció fuertemente dentro de las poblaciones de migrantes latinos: el 45% votó por Trump, mientras que en 2017 había sido el 32%. Aparece una división entre inmigrantes “viejos”, y nuevos. También fue importante la suba de votantes a Trump en la población afrodescendiente, y en la franja de la población más pobre de Estados Unidos.
Por otro lado, durante su primera presidencia Trump puso el eje de la disputa interimperialista en la pelea comercial entre EEUU y China. Ahora, habrá que ver cómo va a influir esta disputa en el creciente peligro de una tercera guerra mundial.
El centro de disputa militar entre Estados Unidos y China está en el Pacífico, en particular en el Mar de la China y sobre Taiwán. Los imperialistas chinos avanzan en su carrera armamentista y han fortalecido su alianza militar con el imperialismo ruso.
En Medio Oriente se está al borde de una guerra total. El Estado fascista de Israel, además de intensificar el genocidio contra el pueblo palestino, atacó en el Líbano y bombardeó instalaciones militares en Irán, a las que el gobierno iraní promete “una respuesta implacable”.
En Ucrania, donde la invasión imperialista rusa ya lleva más de dos años y medio, el país está devastado. Rusia está incorporando soldados de Corea del Norte para sumarlos a las tropas invasoras.
Otro tema sobre el que avanza Trump es en la drástica reducción de las medidas de protección del medio ambiente.
Por otro lado, Trump ya anunció en la campaña electoral un aumento del proteccionismo de EEUU. Eso va a agravar las contradicciones, no solo con China, sino también con Canadá y los países de la Unión Europea. Inclusive ha planteado subir los aranceles a México, con quien mantiene un Tratado de Libre Comercio y que es hoy el principal socio comercial de los yanquis.
En nuestro país, Milei está contento con el triunfo de Trump porque se ilusiona con que el FMI le volverá a hacer préstamos a la Argentina como en la época de Macri. Más allá de que eso está por verse, al pueblo argentino un nuevo préstamo del FMI, lejos de beneficiarnos nos hunde aún más en la dependencia y opresión imperialista.
El proteccionismo de Trump, para nuestro país significa que va a ser más difícil venderle productos argentinos a EEUU y que va a aumentar el déficit comercial que ya tenemos con ellos.
El triunfo de Trump fortalece a las corrientes de ultraderecha fascistas en el mundo, como las que expresa Milei en nuestro país.
Sin embargo, mientras Trump tiene una política proteccionista de defensa de la burguesía imperialista norteamericana, Milei es un verdadero lacayo que expresa lo más reaccionario y fascista de las clases dominantes de la Argentina, lleva adelante políticas abiertamente entreguistas de nuestros recursos y soberanía, de destrucción de la ciencia, la técnica y la industria nacional y de subordinación a los intereses imperialistas.
Esto no es contradictorio, porque estas corrientes de ultraderecha y fascistas en todo el mundo se expresan de manera diferente en los países opresores y en los países oprimidos, por los intereses de las burguesías imperialistas, y su disputa. Por eso hay ultraderechistas más “amigos” de Trump, y otros de Putin o Xi Jinping.
Escribe Elena H. Ríos
hoy N° 2035 13/11/2024