1. Síntomas de “Guerra Fría”
La guerra entre Rusia y Georgia abrió cambios en la situación internacional. Mientras Estados Unidos y algunas potencias europeas discuten sanciones contra Moscú, los dirigentes rusos amenazan con tensar y extender el escenario de la disputa. Preguntado Putin sobre Irán, el primer ministro ruso, contestó: “Si nadie quiere hablar con Rusia sobre estos problemas y la cooperación con Rusia se vuelve innecesaria, entonces ¡que Dios los bendiga!”. El ex presidente Gorbachov respaldó la actuación del gobierno ruso en Georgia y advirtió que “están los síntomas de una Guerra Fría” (Entrevistas de la CNN, reproducidas en Perfil, 31/8).
En esa línea se inscribe lo señalado por el diario de Moscú, Pravda, en la nota titualada “El combate por Osetia del Sur se traslada a América Latina”.
América Latina vivió, en décadas pasadas, las consecuencias de la Guerra Fría. En la Argentina, entre otros hechos, el golpe de Estado de 1976 y la dictadura genocida solo se pueden explicar en el marco de esa confrontación entre Estados Unidos y Rusia. Ambas potencias imperialistas tienen fuerte incidencia en la región. Los yanquis la consideran su “patio trasero”. Los rusos buscan aprovechar el mejoramiento de su economía, y el debilitamiento relativo de los yanquis en la región.
Se vuelve a repetir lo que analizó Mao, para otra situación: los yanquis tienen que apretar muchas “pulgas” con sus dedos, y los rusos, en expansión, puede elegir sobre qué pulga juegan.
Ya aparecen los admiradores del imperialismo ruso, como Heinz Dieterich, que con un pase de magia le lava la cara a Putin, que dirigió la siniestra KGB, y convierte al ejército ruso en una “fuerza de la emancipación”. Las disputas interimperialistas pueden ser aprovechadas por los pueblos porque sus peleas los debilitan. Siempre y cuando no haya ninguna ilusión en los objetivos que persiguen: imponer su dominación, y se la aproveche para la lucha liberadora.
2. La crisis social Kastiga
La muerte por el frío de niños en Río Negro, y la revelación de que en Santa Victoria Este, Salta, sobre 9.000 habitantes hay 900 desnutridos, son dolorosas muestras de la crisis social que castiga al pueblo.
El fracaso del “modelo kirchnerista”, con su mentirosa “distribución de la riqueza”, ha estallado. Crece el hambre, la desnutrición, las enfermedades, las muertes infantiles y de mayores, la desocupación. La educación y la salud públicas están colapsadas por presupuestos miserables.
Una garrafa, que con el frío no alcanza para la semana, llega a costar $ 40, para familias con un plan social de $ 150.
En sectores asalariados reapareció el temor a perder el trabajo: la línea divisoria entre comer, aunque sea mal, todos los días o salteado.
La situación es explosiva.
3. El Kastigo de la inflación
El fracaso del “modelo kirchnerista” lo ha dejado sin salida. No hay condiciones políticas para “emparcharlo” con un ajuste tradicional.
El gobierno se abraza al IndeK: planes sociales congelados, jubilaciones aumentadas por debajo de los índices truchos de inflación, y salarios congelados en esos índices K, presupuestos de salud y educación, y coparticipación con las provincias en el frízer y aumento de los impuestos.
La inflación real “infla” los precios sobre los que se pagan los impuestos, por eso aumenta la recaudación impositiva: cada punto que miente de inflación se lo está robando a los planes sociales, jubilaciones, salarios, presupuestos de salud y educación, y coparticipación federal, congelados o con aumentos menores que la inflación. El robo inflacionario a los trabajadores y al pueblo es hoy la forma del “ajuste K”.
Pero aún así, “la caja K” no alcanza. Los yanquis y europeos presionan para cobrar sus vencimientos de la deuda, los monopolios exportadores para devaluar el peso (un nuevo “hachazo” a los salarios, jubilaciones y planes sociales, y los pooles y terratenientes quieren un mercado externo “totalmente libre”, golpeando los precios internos. Los proyectos de “recambio” de los opositores al kirchnerismo dentro del sistema, expresan, de diversas formas, estos reclamos, por eso sus planes son “ajustes” con una devaluación (llevando el dólar a $ 5).
La política kirchnerista lleva al país, aceleradamente, a una crisis económica durísima para los trabajadores y el pueblo. Y los proyectos de sus rivales buscan “anticiparse” descargando también la crisis sobre los trabajadores y el pueblo.
4. La crisis política
La vida es insoportablemente dura para masas populares cada vez más amplias. Los discursos mentirosos de los Kirchner, pintándose como los Robin Hood que les sacan a los ricos para darle a los pobres, se han vuelto insoportables: se cambia de canal cuando aparece alguno de ellos.
La inflación, los despidos, el crecimiento de la desocupación, los salarios que no alcanzan, esto es lo que se palpa y se vive. Lo demás es “verso”. No de Moreno, sino de Néstor y Cristina Kirchner. Además, ellos, que venían a “sanear la política”, están cada vez más mezclados en los escándalos de la corrupción y la droga que se destapan semana a semana.
Es este derrumbe político del kirchnerismo en las masas, profundizando la crisis de “gobernabilidad” que arrastra el país desde el 2001, lo que agrava la crisis política. El gobierno especula con la ausencia de figuras “salvadoras” a la vista entre sus opositores dentro del sistema para tratar de contener la fuga del peronismo y el radicalismo K. Y sigue elucubrando maldades para hacer creíble la falsa polarización “los Kirchner o la oligarquía y el fascismo”.
Esos opositores buscan alguna fórmula para un “recambio”, antes de que el desbarranque kirchnerista “se lleve puesto” al PJ y a la CGT. Tratan de provechar “el momento” de Cleto Cobos, subido al podio por haberle dicho “no”, una vez, al kirchnerismo. Alfonsín ya bendijo su retorno a la UCR. El duhaldismo duda que Cobos “aguante” la “caldera social” en la que asumiría, con un peronismo y un sindicalismo divididos. Pero frente a las amenazas de “ingobernabilidad” elucubran un golpe institucional al que ponen fechas: setiembre, diciembre, o las elecciones del 2009. Mientras, Elisa Carrió pronostica que “no llegan a diciembre”, y quiere elecciones anticipadas, ilusionada con ganarlas.
5. Un paro nacional activo
El kirchnerismo trata de impedir las luchas para facilitar el robo inflacionario. Sus rivales dentro del sistema también las frenan porque necesitan sacar a las masas populares de las calles para hacer sus juegos golpistas; y también, porque sus planes económicos son de ajuste.
Pero las luchas crecen. Están en combate trabajadores portuarios, del neumático, del subte, de Zanon, petroleros, de la construcción, de bodegas de Mendoza. Hay luchas por la vivienda y ocupaciones de trabajadores rurales, y crece el movimiento por la derogación de la ley de trabajo agrario de la dictadura (22.246). Hay una oleada de luchas de los docentes: Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, Jujuy, La Rioja, Chaco, Río Negro, Catamarca y Capital Federal. Hay paros de sectores estatales en casi todas las provincias. Sigue el plan de lucha de la Conadu Histórica.
Desde las asambleas, cuerpos de delegados y sindicatos combativos, hay que exigir un paro nacional activo que unifique las luchas en curso, y por la reapertura de las paritarias para imponer aumentos de salarios de acuerdo a la canasta familiar.
La lucha de los desocupados por la ley de emergencia social, y de los jubilados por el 82% móvil, marcha a una nueva jornada nacional, con movilizaciones por lugar y al Congreso.
Hay luchas de campesinos pobres y medieros, como los de Asoma, y de pueblos y naciones originarios. Retoma impulso la rebelión agraria. Una gran asamblea en Paraná decidió la movilización al Congreso para el 9 de setiembre.
Estalló el estudiantado: masivas movilizaciones de secundarios contra el recorte de becas de Macri, y en otros lugares por sus reclamos. También de los universitarios por aumento del presupuesto. Comienzan a darse pasos en el reagrupamiento de las fuerzas opositoras al kirchnerismo en el estudiantado.
La lucha democrática conquistó el encarcelamiento de los genocidas Bussi y Menendez. Hay condiciones para romper los negocios del kirchnerismo con Marsans en Aerolíneas Argentinas. Crece el reclamo de defensa de la soberanía nacional en el Atlántico Sur frente a la ofensiva anglo-yanqui.
La confluencia de la lucha de los desocupados, jubilados y el movimiento agrario es un camino que muestra como se potencian los reclamos populares. El estado asambleario crece en los movimientos sociales, se ve ahora en los secundarios de la Capital Federal como antes en los piquetes agrarios. Se multiplican las multisectoriales y otras formas de unidad y coordinación popular. Hay buenas condiciones para impulsar la lucha, reagrupar a las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas, para terciar en la crisis política en curso.