A la familia del Vasco, que me concedió el privilegio y el honor de despedir los restos del Vasco, y que me pusieron esta enorme mochila en el hombro. Gracias.
Como chacarero, como productor, conocimos al Vasco en la última etapa de su trabajo en política en el trabajo agrario. Allá en la década del 70, como decía Lucho, pelear contra la dictadura, luchar contra el patentamiento de la maquinaria agrícola y contra el aumento del impuesto inmobiliario rural en la provincia de Santa Fe. En ese Distrito 6 de la Federación Agraria Argentina, que fue y sigue siendo en gran medida, el pulmón político, el pulmón ideológico, el bastión federado de la Argentina si los hay, y que como bien dijera Luciano, nos dio una camada de dirigentes impresionante, que se fueron mutuamente nutriendo de sus experiencias, de su historia personal, y que desgraciadamente muchos de ellos se nos han ido. Y en esto, en nombre de todos los productores, hago mi homenaje a los Otaño, al Flaco Gigli, al Flaco Lund, a Mariano, me olvido de Lito Cuarleri, que han muerto con las botas puestas en la vida, pensando que una sociedad distinta es posible, y que la Argentina debe tener ese millón de chacras tan soñadas en un país independiente.
Esa confluencia, esa historia que nos llevó a tener acuerdos y discrepancias con la conducción de nuestro gremio, que nos llevó a formar una corriente que con Mariano Echaguibel y el Vasco en estos 15 años que fue director, le agregó la fundamentación política, doctrinaria y filosófica a la lucha de los pequeños y medianos productores. Avanzó no solamente en la concepción antiterrateniente, sino en la concepción antiimperialista que debemos tener como pequeños y medianos productores. Hecho que a muchos de los compañeros que están acá, que son la vanguardia de la dirigencia político revolucionaria les ha traído y les trae miles de inconvenientes, que quedó reflejada en cómo se dividieron las aguas con la lucha del campo, entre los proimperialistas y los antiimperialistas. Ese es el aporte que ha hecho el Vasco entre otros.
Más allá de las cualidades y los defectos personales que todos tenemos, ése es el máximo aporte que ha hecho no solamente a la lucha agraria. En un período de lucha, como decía Lucho, de auge donde el sueño dorado de muchos de los que militamos en el gremialismo agrario se nos dio, se nos va.
Se va tranquilo porque se cumplió un sueño, la confluencia… seguramente alguien hablará bien del movimiento estudiantil. Nosotros nos conocimos a finales de la década del 70, por eso no voy a hablar de lo que conozco por referencia y que por ahí hay gente con mayor autoridad que yo para hacerlo. Pero sí la confluencia obrero-campesina. Fue el día que presentábamos el libro Mariano de la tierra, él estaba en Chaco cumpliendo… estaba el compañero Eduardo, y seguro que estaba chocho como chico con juguete nuevo, como decía Lucho. Eso es absolutamente así.
Por eso es que se nos va un grande de verdad. El decía ¿qué aporte hemos hecho los gringos, los colonos, los chacareros de esta zona a la patria? ¿Qué es lo que en definitiva sirve, como dirigencia, más allá de que seamos buenos tipos en la cuestión personal? Y voy a utilizar sus mismas expresiones. ¿Qué hicimos contra la dictadura? Y decía, iniciamos la cuenta regresiva con las movilizaciones que se hicieron en el 80 en Cañada de Gómez, en Villa María. Y fue absolutamente así.
Culmina su etapa en la confluencia obrero-campesina. Pequeño detalle en el que confluyen lo más pobre, lo de abajo en una unidad. Hacen tambalear a un gobierno, pero fundamentalmente muestran un camino. Y también, es absolutamente imprescindible decir aquí que en momentos de enorme discusión y debate interno en nuestro propio gremio, ese Vasco director, con sus limitaciones físicas con las limitaciones de no tener a un Mariano que movía las tropas, con una conducción que tomó un camino equivocado apoyando y formando parte de un gobierno que tenía a Cavallo como el gran delincuente de la Argentina como ministro de Economía, el Vasco en silencio, respetando y sin salirse de su organicidad, vio la organización de las multisectoriales en el sur de la provincia de Santa Fe. Junto o de la mano del Movimiento de Mujeres en Lucha que se creó precisamente en el ‘96 y Chacareros Federados, fueron el motor de lo que significaron días o meses más tarde, allá en el 2001 esa gesta histórica del Argentinazo. Al cual le faltaron patas, como le faltaron a la lucha agraria, para coronar en el sueño máximo de esos revolucionarios que hoy nombraba Lucho, para que el pueblo por una vez ascienda al poder real de un país.
Y es bueno ese aporte hacia adelante, para confiar los gringos, los colonos, los obreros y los estudiantes en nuestras propias fuerzas. Porque fue lo que permitió que en Argentina soplen estos vientos revolucionarios que más tarde o más temprano llegarán donde tienen que llegar, y para evitar nuevas confusiones, que nuevos castillos de arena se desmoronen ante nuestros ojos. Que confiemos. Como dice Serrat: “no esperes mañana lo que no nos dieron ayer”. Quienes han tenido alguna participación en la conducción democrática de este país y que han entregado miserablemente al pueblo, a sus recursos, a su trabajo y a su producción. Confiar en el parlamentarismo en la Argentina, compañeros, puede ser suicida. Confiemos en nuestras luchas, confiemos en la organización de nuestro pueblo, en las alianzas con los más pobres, con los obreros, con los estudiantes, con las capas medias de la población, y seguramente cumpliremos con aquello que la victoria final llegará.
02 de October de 2010