El 1° de Mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores, que como tal fue instituido en 1889 por el Congreso obrero de París (Francia), en recordación de los mártires de Chicago –los obreros asesinados por la burguesía yanqui–, uniendo en una sola fecha en todo el mundo el reclamo por la fijación legal de la jornada de 8 horas. En ese Congreso internacional estuvo un argentino, Alejo Peyret, y al año siguiente, 1890, los trabajadores en nuestro país conmemoraron ese día junto a los trabajadores de la mayoría de los países de Europa y América, con actos en Buenos Aires, Rosario, Chivilcoy y Bahía Blanca.
120 años después de esa primera revista de fuerzas del proletariado en el ámbito internacional, repetida año a año a veces en condiciones muy difíciles, enfrentando feroces represiones de las clases dominantes, el proletariado en la mayoría de los países del mundo, así como en la Argentina, ha logrado imponer ese día como su Día Internacional. Pero las clases dominantes y sus alcahuetes en el movimiento obrero, le han cambiado el nombre, llamándolo Día del Trabajo, en su intento de cambiarle su contenido reivindicativo proletario por el de un contenido de “fiesta”, de un feriado más en el almanaque. En el caso de la burguesía yanqui esto ha sido llevado al extremo de cambiar el día, para que no se recuerden sus crímenes, llevando la fecha al primer lunes de septiembre, convirtiéndolo en un día más de un fin de semana largo.
Pese a toda la maceración ideológica de las clases dominantes, de sus medios de prensa, sus gobiernos y sus alcahuetes en el movimiento obrero, el proletariado de todos los países del mundo (incluido el de Estados Unidos, pese a ser día laborable) no ha dejado de conmemorar el 1° de Mayo, como un día de lucha y de reivindicación proletaria. Y no precisamente en la intimidad, sino ganando las calles en actos y manifestaciones, enfrentando en muchos casos las fuerzas represivas, como no pueden dejar de mostrarlo, aunque sea en flashes, los propios medios de prensa de las clases dominantes.
Este 1° de Mayo encuentra a los trabajadores en la Argentina, como en los demás países del mundo, enfrentando las consecuencias de una crisis, que es una crisis del sistema capitalista de explotación a escala internacional, que los monopolios y países imperialistas descargan sobre los trabajadores y pueblos y naciones oprimidas, para recomponer sus ganancias. Con políticas desde los Estados y los gobiernos para favorecer que eso suceda, sometiendo a una mayor explotación a los trabajadores, destinando los centenares de miles de millones que sacan a los trabajadores, con los impuestos o con la inflación (como en la Argentina), para “salvar el sistema”, es decir, sus monopolios, hundiendo aun más en el hambre y el desamparo a millones de trabajadores.
En países dependientes como el nuestro, se llega al extremo de destinar millones de dólares para subsidiar monopolios imperialistas, como es el caso emblemático de General Motors (que mostraría que “hemos salido de la crisis”), mientras cada día a nuestro derredor aumenta el hambre y la indigencia, por la política inflacionaria con que el gobierno kirchnerista acrecienta esos subsidios a los monopolios imperialistas y paga la deuda fraudulenta y usuraria. Y para aplicar esta política, persigue a los luchadores populares judicializando la protesta y trata de manipular la opinión pública a favor de su política.
Las políticas promonopolistas de descargar las consecuencias de las crisis sobre los trabajadores, no podrían aplicarlas los gobiernos imperialistas, o proimperialistas en los países dependientes, sin la complicidad de sus alcahuetes en la dirección de las organizaciones del movimiento sindical, que en el caso del gobierno kirchnerista, encuentran su máxima expresión en los Moyano y los Yasky. Alcahuetes que en sus compromisos con el gobierno kirchnerista, o con sectores de monopolios enfrentados, no vacilan en fragmentar y dividir las organizaciones del movimiento obrero, recurriendo a métodos gangsteriles, al fraude y a la corrupción, para imponer su hegemonía en defensa de las políticas al servicio de los monopolios a los que responden.
En un país como el nuestro, en el que los grupos de poder están divididos y fragmentados por las disputas entre los distintos monopolios y potencias imperialistas, el movimiento obrero está dividido y fragmentado por los dirigentes sindicales que están al servicio de los mismos. Pero todos coinciden en hacer del 1° de Mayo un feriado más, algunos un “día de fiesta” cuanto mucho, tratando de borrar su contenido clasista y combativo. Por eso es una obligación militante de los comunistas revolucionarios y de todos los trabajadores clasistas y combativos, sean ocupados, desocupados o jubilados, hacer de este día una jornada de movilización y de lucha por las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de todos los trabajadores, tanto interna como internacionalmente.
La conmemoración del 1° de Mayo es parte de la tarea de agitación y propaganda, y también de organización, para unir la fuerza de los trabajadores en la lucha para enfrentar la política kirchnerista que hace que se siga descargando la crisis sobre sus espaldas, con la superexplotación y la inflación, avanzando en la lucha por la recuperación de los cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos, expulsando de sus organizaciones a los alcahuetes y vendeobreros, para ponerlas al servicio de sus reivindicaciones y del reagrupamiento de las fuerzas obreras y populares necesario para avanzar por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, con el ejemplo de los trabajadores de Terrabusi, del Subte, del ARS y tantos otros. Camino por el que la clase obrera y el pueblo podrán imponer un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático que abra cauce a la revolución democrática popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo, por el que el proletariado ha ofrendado tanta sangre como recuerda cada 1° de Mayo, desde hace 120 años.
02 de October de 2010