—¿Cómo nació Memoria, Verdad y Justicia?
—El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia nació en el año 96. Se cumplían 20 años del golpe de Estado. Siempre hubo marchas convocadas por los organismos de derechos humanos, pero ésta, por los 20 años, fue la primera inmensa. Encabezó la convocatoria Víctor De Gennaro desde la CTA. Hizo una convocatoria muy amplia a todos los sectores. Fue un antes y un después de esa marcha. El Encuentro volvió a reunirse todos los años para organizar las 15 marchas del 24.
Ganamos experiencia, tuvimos triunfos y también golpes. Una parte el Encuentro se desgranó. La CTA no participa actualmente de las reuniones de organización, aunque este año convocó a marchar con el Encuentro. Nos gustaría que formara parte activa de las reuniones, para discutir y que el documento sea más representativo. También se desgranó cuando organismos de derechos humanos históricos como Madres, Abuelas, Familiares e Hijos Capital por diferencias políticas dejaron de ir. Sucedió cuando estos organismos empezaron a tener una política de apoyo al gobierno.
Los que quedamos en el Encuentro pensamos que los organismos de derechos humanos deben ser independientes de todos los gobiernos, porque su misión es defender los derechos humanos, y los derechos humanos los violan los gobiernos. No se puede estar de los dos lados del mostrador, debe haber una independencia absoluta política y económica, no se puede depender para pagar el alquiler de los locales o los sueldos de algunos empleados. Ni hablar si los representantes dicen públicamente que apoyan al gobierno, a éste o a cualquier otro.
—Constituido el Encuentro, pasaron varios gobiernos…
—El Encuentro es un espacio muy rico, así como hubo desgranamientos se han sumado muchísimas organizaciones pequeñas y grandes, sociales, culturales, barriales y de lugares remotos del país que nos escriben adhiriendo a los documentos, a las acciones, y comentándonos qué van a hacer ellos cada 24 de Marzo. Trascendió las fronteras del país porque tenemos desde hace varios años adhesiones de Italia, España, Francia, y van haciendo actos también allí.
—¿Qué considerás que en política y en método hace que el Encuentro sea cada
vez más grande?
—Por un lado que aunque en sentido amplio, no sólo para exigir la cárcel a los genocidas, el Encuentro se limita a la defensa de los derechos humanos y de las libertades democráticas. No pretendemos ser un partido ni avanzar en definiciones sobre cómo resolver los problemas del país porque en eso no tenemos acuerdo.
La otra cosa importante es la forma de debate. Todo se decide por consenso. Si una organización no está de acuerdo en algo, eso no se pone en el documento. No se vota, no es por mayoría y minoría, todos tienen derecho a plantear su desacuerdo y se discute la frase hasta consensuar. Eso sí, todos coincidimos en que los derechos humanos no sólo pasan por el derecho a la vida, a que no te torturen, ni te maten con gatillo fácil, sino también por el derecho a la educación, a la salud, al trabajo y un salario digno.
—¿Qué balance hacés de este gobierno en relación a los derechos humanos?
—Kirchner aparece como abanderado de los derechos humanos porque se lo propuso. Kirchner y Cristina tuvieron una política dirigida a conseguir esa bandera. Cuando Kirchner asume, los problemas principales eran los movimientos de desocupados y de derechos humanos. El toma las dos cosas. En derechos humanos impulsa la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final, reclamo de 20 años que, por supuesto, si está en la agenda de Kirchner y si lo debe hacer, es por nuestra lucha. Pero cierto es que lo impulsó. Además tomó otras medidas más simbólicas: sacar a los marinos de la ESMA, descolgar los cuadros, echar a algunos funcionarios de la dictadura.
Pero anular las leyes fue sacar una piedra, la primera, en un camino que estaba lleno de piedras y las otras no las movió: mantener a los jueces y fiscales de la dictadura, no impedir que los jueces paralicen las causas, no dar instrucciones a los fiscales para que no las desguacen, no abrir los archivos de la represión.
Recién ahora empezamos a conocer nombres de esos archivos. Pero nos dan sólo nombres, y eso no alcanza, queremos los legajos y que el gobierno inicie las denuncias ante la justicia. Somos nosotros nuevamente, el pueblo, el que tiene que revisar las listas y ver si tiene en su oficina, en su trabajo, alguno de los nombrados.
Pero además, ¿sólo nos interesa la cárcel a los genocidas? Claro que no, sostenemos que el gobierno de los Kirchner viola los derechos humanos hoy, judicializa la protesta social: hay miles de encausados y procesados por luchar, la política económica del gobierno lleva a más hambre y más miseria; paga la deuda e infamemente dice que nos desendeudamos. Por todo esto decimos que la bandera de defensor de los derechos humanos es una bandera falsa, y cada vez hay más gente que se da cuenta. Y la desaparición de Julio López es quizás, el ejemplo más claro y más doloroso.
—¿Qué balance hacés de la marcha del 24, en la que el gobierno trató de copar la Plaza?
—Hace dos años ya lo intentó sin éxito. Este año ocupó la Plaza para que Memoria, Verdad y Justicia no pudiera hacer su acto. La cosa fue clara, nosotros anunciamos el horario de nuestra marcha; luego lo hizo el grupo de organismos formado por Madres Línea Fundadora, Hijos y Abuelas. Quince días después, la Asociación Madres de Plaza de Mayo y la Unidad Bicentenario de Presidencia de la Nación anuncian un festival a la misma hora que nuestra marcha. Hicimos gestiones para acomodar los horarios, fuimos a una reunión a la Casa de Gobierno con representantes de los tres actos; se llegó a un acuerdo. Al día siguiente nos dijeron que el festival no se movía.
El desafío era si entrábamos o no. Entramos, no provocamos ningún incidente, leímos nuestro documento que fue escuchado por todos los que estaban en la Plaza y nos retiramos. Éramos miles y miles, nuestra marcha fue enorme. Espero que esto sirva de experiencia al gobierno y que no haga más el papelón de este año con un escenario enorme sin nadie arriba porque la gente quería escuchar el documento del Encuentro. A las 6 se terminó de leer el documento y a las 7 terminaron de pasar todas las columnas. Todos los diarios al día siguiente hablaron del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, cosa que no ocurría hace mucho tiempo.