Hacia fines de 1918, en Buenos Aires y las principales ciudades del país se multiplicaban las salas teatrales y las compañías, y los empresarios del rubro festejaban grandes ganancias por la creciente afluencia de público, por lo que agregan funciones. Los elencos nacionales superan a los europeos, impedidos de viajar por la guerra y la crisis. Los dramaturgos, ya organizados en la Sociedad Argentina de Autores habían conquistado el 10% de las ganancias.
Hacia fines de 1918, en Buenos Aires y las principales ciudades del país se multiplicaban las salas teatrales y las compañías, y los empresarios del rubro festejaban grandes ganancias por la creciente afluencia de público, por lo que agregan funciones. Los elencos nacionales superan a los europeos, impedidos de viajar por la guerra y la crisis. Los dramaturgos, ya organizados en la Sociedad Argentina de Autores habían conquistado el 10% de las ganancias.
Los actores, por el contrario, trabajaban cada vez más, con sueldos muy bajos, y sin ningún tipo de cobertura. Lejos había quedado la Asociación de Artistas Dramáticos y Líricos Nacionales, que había surgido en la primera década del siglo para atender problemas de la salud y la vejez.
En marzo de 1919, tras varios meses de reuniones, se concreta la asamblea constitutiva de la Sociedad Argentina de Actores, con participantes de elencos del circo criollo, y de otros géneros, como el filodramático, el llamado “chico”, y parte de elencos españoles e italianos que se habían quedado en el país.
Existía también la Sociedad Internacional de Artistas, de actores españoles. Ambas sociedades se integran a la Federación de Sociedades Teatrales y de Espectáculos Públicos, (que reunirá además a los gremios de músicos, maquinistas, utileros, electricistas, porteros y operadores de “biógrafo”).
Influenciados por la oleada de luchas del movimiento obrero, la SAA realiza una serie de reclamos, que reflejaban la situación de los actores en esos años. Además de reclamar estabilidad salarial, denunciaban la ausencia de días de descanso, el abandono en cualquier lugar del país o del exterior por los responsables de giras, así como el acoso sexual por parte de los empresarios hacia “bailarinas, coristas y partiquinas”.
A comienzos de mayo de 1919, los actores entran en huelga confrontando con la Sociedad de Empresarios. El sábado 3, cerca de 800 actores y actrices de las dos entidades desfilan por el centro porteño con pancartas que clamaban “por la dignidad de la clase”, “contra el hambre” y coreando “La Marsellesa” o cuplés de las zarzuelas “Amor y libertad” y “Los Bohemios”.
Ante el rechazo del petitorio por los empresarios, la Asamblea del 5 de mayo declara la huelga a partir del día siguiente, paralizando por completo la actividad escénica porteña.
Los empresarios hacen ofertas salariales diferenciadas para dividir a los actores, se afilian a la “rompehuelgas” Asociación Nacional del Trabajo, y les exigen que se desafilien de la Federación, a la que veían como un “soviet”.