En la revista Caras y Caretas del 8 de mayo de 1919 aparece una foto dando la noticia de la “huelga de artistas de teatro” de la que dimos cuenta en la anterior columna, reclamando aumentos salariales, jornada de descanso y remuneración ante el agregado de las funciones “vermouth” diariamente, y denunciando el maltrato de algunos empresarios. El 3 de mayo habían comenzado una huelga, confluyendo la recientemente creada Sociedad Argentina de Actores con la Sociedad Internacional de Artistas. Al pie de la foto se lee “Ahora les ha tocado el turno a los actores y actrices, que han realizado también el consabido mitin, haciendo derroche en él de gran entusiasmo, no teatral, sino verdadero. El elemento femenino puso su nota de color en el conjunto, haciéndose aplaudir a su paso por las calles céntricas de la ciudad”. En la foto se distingue un cartel en el que se alcanza a leer “x la dignidad de la clase”.
Este alineamiento de los artistas con los obreros enfureció a los empresarios teatrales, que intentaron diversas maniobras para romper la huelga que había paralizado todos los espectáculos porteños. Se afiliaron a la nefasta Asociación Nacional del Trabajo, para que los provea de rompehuelgas, y buscaron diferenciar a las primeras figuras del resto de los elencos. Haciéndose eco de esta postura, en La Nación del 10 de mayo decían “no se concibe (…) qué intereses comunes pueden tener una tiple con el utilero, ni una bailarina con el electricista, ni un primer actor con los porteros”. (Ver Teodoro Klein Una historia de luchas).
Durante la huelga los actores organizaron elencos cooperativos que daban funciones en teatros no controlados por la entidad patronal. Ante la negativa de la Sociedad de Autores de dejarlos usar los repertorios registrados por ellos, estas funciones se transformaron en masivos festivales de monólogos y canciones en los que se recaudaban fondos para la “caja solidaria” de los huelguistas.
Cuando se acercaban las fiestas del 25 de Mayo, arreció la reacción patronal, calificando de “antinacionales” a los artistas en lucha, y decían que se empañarían las celebraciones patrias si no había funciones. Los artistas se afiliaron a la Federación de Sociedades Teatrales y de Espectáculos Públicos, calificada de “soviet” por los empresarios. La Federación contestó que se halla dispuesta a representar gratuitamente siempre que las empresas cedan también “generosamente” sus ganancias. En la segunda semana de conflicto la huelga se quiebra, con el arreglo de algunas compañías con sus empresarios, y varios despedidos que se organizan en cooperativas que salen de gira por las provincias.