Tenía 41 años: tras 6 años de afrontar las cárceles de la dictadura, vivió apenas dos años más, enfrentando también la discriminación del gobierno alfonsinista y sus trenzas “académicas”, lo que terminó de minar su ya quebrantada salud.
Rosarino de origen, estudió economía y psicología en su ciudad natal, siendo un activo partícipe en las lides del movimiento estudiantil a inicios de la década de 1960, llegando a ser secretario general de la Federación Universitaria del Litoral. Luego viajó a Europa a profundizar sus estudios de economía, donde vivió de cerca hechos que conmovieron al mundo como el Mayo Francés de 1968 y la invasión socialimperialista rusa a Checoslovaquia. A su regreso se incorporó al PCR.
Incansable luchador y estudioso, desde nuestra revista teórico-política, en otras publicaciones (Los Libros, Síntomas), en charlas y conferencias, y como investigador y docente en las universidades del Sur, de Buenos Aires, del Salvador y de Rosario, hizo importantes aportes al estudio de la teoría económica de Marx y, también, sobre la economía y la historia argentina y latinoamericana. Su definida militancia en el PCR, en esas circunstancias políticas identificada en su clara posición contra todo golpe de Estado, viniera de donde viniera, fue motivo para su detención apenas producido el golpe del 24 de marzo de 1976.
Fue rehén de esa dictadura durante seis años. Sometido a terribles condiciones que minaron su salud, resistió todas las presiones para que “optara” por irse del país pues, como dijo, “no era coherente con otorgarle sentido a toda una lucha”, y “ceder significaba perder lo fundamental”. Desde la cárcel saludó también la recuperación de nuestras Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982, sin dejarse confundir sobre el enemigo principal en esas difíciles circunstancias.
Lograda su libertad, acompañó a las Madres de Plaza de Mayo e impulsó la lucha por la plena reincorporación de todos los docentes sancionados por la dictadura, que continuaron siendo discriminados por el alfonsinismo. En esta batalla lo sorprendió la muerte.
Además de su ejemplo de entereza revolucionaria nos ha legado numerosos estudios, realizados individualmente o en colaboración con otros colegas, que sería largo enumerar. Algunos de sus trabajos se pueden encontrar en Crisis, inflación y desindustrialización en la Argentina dependiente, de Editorial Ágora, y en mayor extensión en: Textos sobre economía política (Selección de trabajos), Sobre las teorías de las crisis económicas y El valor en la concurrencia, tres volúmenes editados por sus amigos en Rosario. Los dos últimos son parte de su obra mayor, inédita en vida, también de estudio necesario por su valiosa contribución a la teoría científica marxista.
La estrategia de desindustrialización de la dictadura
Reproducimos extractos de su trabajo La estrategia de desindustrialización de la dictadura, publicado originalmente en Política y Teoría N° 15, de setiembre de 1988.
La Argentina se constituyó políticamente en el contexto de una integración muy específica, dentro del mercado mundial, en la segunda mitad del siglo pasado [Siglo 19], bajo la dominación de una oligarquía terrateniente. La prosperidad de los primeros decenios del presente siglo [siglo 20] tenía como fundamento un desarrollo unilateral: la exportación de productos alimentarios, y la importación de productos industriales de consumo, haciendo a la Argentina complementaria de Inglaterra.
La industrialización no ha sido posible más que por la substitución progresiva de las importaciones por producciones locales, al compás de las crisis y guerras que han sacudido al mercado internacional. La clase de los propietarios terratenientes ha participado de ello lo mismo que el capital extranjero. Por otra parte, se desarrollaron una clase obrera urbana concentrada y sectores de burguesía cuyos intereses se oponen a la dominación imperialista y a los privilegios de la gran propiedad: Desde entonces, los movimientos nacionalistas bajo direcciones reformistas han triunfado netamente en el plano electoral, mientras que el poder tanto económico como militar ha permanecido esencialmente, la mayor parte del tiempo, del lado opuesto…
La estrategia de desindustrialización
Por parte de las clases dominantes, éstas han procurado zafar de esta situación sea por el avance hacia adelante, sea por la marcha hacia atrás. El desarrollismo preconiza el cumplimiento de nuevas y sucesivas etapas de industrialización, agregadas a las precedentes, atrayendo capitales extranjeros sin preocuparse por el precio a pagar en términos de inflación…
La dictadura militar que duró hasta fines del año pasado, por el contrario, ha recurrido a la estrategia de la desindustrialización. Esta estrategia no busca, por supuesto, retornar literalmente a las condiciones de hace cien años, sino en hacerlo en lo esencial, empequeñeciendo la industria, podándole las ramas que utilizan medios de producción importados y reduciéndola a las que aprovechan recursos naturales con el objetivo de exportar el producto hacia un mercado que, en la hora actual, está constituido fundamentalmente por la URSS.
La estrategia de desindustrialización tenía por objetivo encontrar una solución al callejón sin salida económica que se expresa por la crisis periódica de la balanza de pagos dando nacimiento a una nueva especialización en las actividades de exportación. Al mismo tiempo debía aportar una solución -desde el punto de vista de la oligarquía y de sus patrones imperialistas- al callejón sin salida, político, minando las corrientes antiimperialistas, y especialmente al peronismo, por medio de la dislocación de las industrias ligadas al mercado interno, que son la sede de los principales sindicatos y de los grupos empresarios más proclives al nacionalismo.
Los efectos reales
La mayor parte de las empresas industriales se vieron tomadas entre fuertes tasas de interés y la concurrencia de artículos importados subvencionados efectivamente por el dólar barato, en tanto que se ampliaba el campo de acción de las empresas especulativas ligadas al comercio de importación de una parte, al comercio del dinero de la otra. Las empresas financieras se multiplicaron y crecieron como hongos comprometiéndose a pagar tasas de interés elevadas para atraer fondos que ellas “prestaban” a testaferros para hacerlos desaparecer antes de caer en quiebra. Muchos “caballeros” de la industria ligados al régimen hicieron así su “agosto” a expensas de los depositantes en tanto que los funcionarios encargados del control de las instituciones cerraban “aplicadamente” los ojos sobre estas maniobras.
La desindustrialización es el reverso de la salida de capitales. Habiendo sido éstos atraídos, en un tiempo, por diversos privilegios que les fueran ofrecidos, era necesario no sólo hacer posible su salida, sino, por añadidura, que ésta fuese acompañada de nuevas ventajas. Estas ventajas fueron aseguradas esencialmente por divisas baratas, pero el saldo de la balanza comercial no bastaba para reunir la cantidad de divisas necesarias, tanto más cuanto que las mismas medidas que favorecían la salida de capitales alentaban igualmente las importaciones y los gastos efectuados en el exterior…
La salida de capitales se financió en parte ella misma, porque en parte se trataba de maniobras que tenían por objetivo preparar una salida que no debía realizarse sino una vez que la fiesta especulativa hubiese terminado. La política que atraía capitales bancarios extranjeros estimuló a aquellos mismos que exportaban capitales a hacerlos reingresar en el país- bajo la apariencia de préstamos concedidos por los bancos en que habían sido colocados en el exterior, a fin de participar en los negocios financieros de los que la Argentina era escenario en ese momento, o de proseguir con otros negocios que continuaban siendo rentables, conservando siempre el derecho de comprar dólares baratos con el pretexto de pagar a un acreedor fantasma. Las estimaciones tanto privadas como oficiales de las inversiones argentinas en el exterior indican que una parte importante de la deuda externa de Argentina es ficticia en el sentido que representa falsos contratos donde las partes son personas jurídicas distintas pero una sola persona real…
La Argentina se encuentra gravada por una deuda externa que pasó de unos 10.000 millones de dólares a 45.000 aproximadamente -cifra que equivale a más del 400 por ciento de las exportaciones anuales totales- en tanto que el excedente de la balanza comercial no alcanza siquiera a pagar los intereses; la inflación, lejos de haber sido aniquilada, ha sido reactivada y alcanza hoy a tasas del 16 al 18 por ciento mensual; la desocupación continúa muy elevada aunque no se dispone de cifras dignas de confianza porque las estadísticas no tienen en cuenta el subempleo y la desocupación disfrazada; la tasa del salario real ha disminuido casi a la mitad en relación a 1974. La industria no se ha prácticamente modernizado ni se ha hecho más competitiva. Por el contrario, se ha reducido y ha quedado en su mayor parte más atrasada de lo que lo estaba en relación a la industria extranjera. En el contexto de la inestabilidad propia del país, el aliento a las importaciones ejerció una influencia negativa en la rentabilidad de la producción industrial mucho más poderosa que el efecto que se le atribuía en favor de la renovación técnica por los nuevos equipos importados. El endeudamiento no representa, pues, el precio que hubiese sido necesario pagar para adquirir una cierta ventaja productiva, sino más bien una hipoteca que crece al mismo tiempo que disminuyen los medios que permitirían levantarla.
Por tanto, la política económica de la dictadura no ha fracasado completamente salvo que se la juzgue únicamente desde el punto de vista de sus objetivos manifiestos. Por el contrario, ha tenido éxitos parciales desde el punto de vista del saqueo de la economía nacional como también en la aplicación del proyecto de desindustrialización y de redefinición del papel de la Argentina en el esquema de la división internacional del trabajo, pese a que la puesta en práctica de ese programa no pudo ser llevada hasta el final debido a la resistencia creciente que despertó a medida que su verdadera naturaleza se hacía evidente.
hoy N° 2030 08/10/2024