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12 de November de 2014

Carlos “Vasco” Paillole, fallecido el 13 de noviembre de 2009, fue el dirigente inolvidable de los estudiantes correntinos, presidente de la Federación Universitaria del Nordeste (FUNE) y actor principal del “Correntinazo”, que hizo estallar el “polvorín” de odio acumulado bajo los
pies de la dictadura de Onganía.

5 años sin el Vasco

Carlos “Vasco” Paillole

Constructor de una corriente antiterrateniente entre los campesinos pobres y medios. Primero desde las Ligas Agrarias y luego, por muchísimos años dentro  de la Federación Agraria Argentina, luchando contra esa matriz terrateniente, que desde la colonia expulsa a miles de argentinos de sus tierras, incluyendo el genocidio cuando fue necesario. Y que unida a la dependencia imperialista son las dos grandes montañas que hasta el día de hoy oprimen al pueblo y la nación.
El Vasco fue: pilar de la lucha antigolpista y de la resistencia a la dictadura de Videla desde su pueblo Arteaga, fundido con sus habitantes, para aguantar el período más cruel de la Argentina. Candidato en las elecciones comunales a la salida de la dictadura y a Diputado Nacional en las elecciones de 1991.
También fue actor principal de muchas luchas del campesinado, pero sobre todo de la gran Rebelión Federal Agraria del 2008, desde su inicio en los actos de Chacareros Federados en Maciel, armando los piquetes desde abajo y buscando la confluencia con los sectores populares.
Fue partícipe entusiasta, a pesar de su estado de salud, en la conformación de la Federación Nacional Campesina, como herramienta de los criollos y originarios que pelean su tierra y su lugar en el mundo. Imposible imaginar su alegría, de haber podido asistir a la reciente conquista de tierras por la Unión Campesina, en su querida Corrientes.
Decisión revolucionaria, línea justa y trabajo entre las masas, fueron las herramientas con las que peleó hasta el fin, con la convicción de que nada profundo y definitivo puede cambiar para el pueblo y la nación sin derrotar revolucionariamente a los enemigos.  
Por eso, proviniendo del movimiento estudiantil, se involucró de lleno en la fundación de un partido que fuera herramienta de la lucha liberadora: el PCR. En los mismos días en que los imperialismos cercaban, aislaban y asesinaban al Che.
El Vasco no dudó. Mantuvo la certeza de que la revolución era posible y que el Partido era el PCR, no como una fe dogmática, sino como una comprobación permanente, mirando con espíritu crítico y sin ataduras las peores situaciones, como la dictadura de Videla, el derrumbe del socialismo en China, etc.
Una de sus decisiones claves fue desplazarse de su pueblo a Rosario para asumir la tarea de secretario político del PCR de la provincia de Santa Fe, que ejerció durante 20 años. Nada de su desarrollo, de su unidad, le fueron ajenos. En esa nueva y difícil tarea, era notable su capacidad de abrir la cabeza, sin prejuicios, frente a las nuevas situaciones. 
Fueron muchas las discusiones, pero nunca el debate estuvo condicionado para defender posiciones personales o para internas mezquinas.
Al mismo tiempo que jugaba un papel relevante, no “ortodoxo”, a lo “Vasco”, en cada una de las decisiones fundamentales de nuestro Comité Central y su Comisión Política.
Por eso, por su sencillez en los éxitos y su capacidad de autocrítica en los errores, se ganó un gran respeto, una gran admiración en el Partido, en la Juventud, entre los amigos e incluso entre ocasionales adversarios.
En el caso del Vasco, la palabra ejemplo nunca significará un recuerdo nostálgico. Sino la necesidad de sus convicciones, sus acciones e incluso de sus múltiples anécdotas, para alumbrar el difícil camino hacia la revolución.
¡Hasta la victoria!