Por boca de sus más altos funcionarios, el régimen de Gloria Arroyo reiteró su intransigente posición acerca de “destruir militarmente al movimiento revolucionario”, y de que la reanudación de las conversaciones [de paz] tiene como condición previa el “inmediato silenciamiento o pacificación del ejército popular”.
Así lo señala un comunicado del Frente Nacional Democrático de Filipinas (FNDF) a través de su consultor político principal, José María Sison.
“El régimen –agrega– busca evitar toda negociación sobre reformas sociales, económicas y políticas básicas, y dar a sus fuerzas militares y policiales vía libre para perpetrar con impunidad violaciones a los derechos humanos”.
El comunicado denuncia que el régimen de Arroyo “se jacta constantemente de su capacidad de destruir a las fuerzas revolucionarias del pueblo, desafiándolo por consiguiente a intensificar la guerra popular. El régimen trata siempre de ocultar los estrepitosos fracasos de sus planes Bantay Laya 1 y 2, y de distraer la atención del pueblo de la crisis cada vez peor que golpea al sistema de dominación local y al sistema capitalista mundial”.