Hace 40 años ocurrió una verdadera pueblada en la provincia de Tucumán, protagonizada por obreros y estudiantes con apoyo y solidaridad del pueblo en su conjunto. Fue bautizada y quedó en la memoria colectiva como el “Tucumanazo” de noviembre de 1970. Una pueblada que obligó a renunciar al rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Rafael Paz, e hirió de muerte al gobierno del interventor de la provincia Carlos Imbaud, quien tres meses después estuvo obligado a dejar el cargo.
Hace 40 años ocurrió una verdadera pueblada en la provincia de Tucumán, protagonizada por obreros y estudiantes con apoyo y solidaridad del pueblo en su conjunto. Fue bautizada y quedó en la memoria colectiva como el “Tucumanazo” de noviembre de 1970. Una pueblada que obligó a renunciar al rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Rafael Paz, e hirió de muerte al gobierno del interventor de la provincia Carlos Imbaud, quien tres meses después estuvo obligado a dejar el cargo.
El Tucumanazo se inscribe de esta manera, dentro de las puebladas ocurridas a fines de los ’60 y principios de los ’70, que comenzó con el Correntinazo, el Rosariazo y que coronó en el Cordobazo del 29 de mayo de 1969.
40 años después de estos hechos, en Tucumán, se conformó una Comisión de Homenaje en la que participaron estudiantes, profesionales, organizaciones gremiales y fuerzas políticas. Es así que durante el mes de noviembre se llevaron a cabo distintas actividades de conmemoración. En primer lugar, se colocó una placa en donde anteriormente funcionaba el comedor universitario (Muñecas al 200). Después de varios días de trabajo bajo el sol tucumano, se inauguró un mural elaborado colectivamente en el que estaba representada la unidad obrero-estudiantil. Fue sumamente conmovedor lo que ocurría mientras los jóvenes pintaban el mural, o preparaban el lugar para la colocación de la placa, ya que parte de la población adulta se acercaba y, francamente emocionados, relataban como habían vivido ellos mismos el Tucumanazo, cuál había sido su puesto de batalla, cómo habían enfrentado a la policía, el apoyo que recibieron de los vecinos, entre otras muchas anécdotas. Era como si por un instante se transformaban en aquellos jóvenes, entendiendo que habían sido parte de algo muy grande. Esto es también una muestra de que al Tucumanazo no lo realizó “un activo” solamente, sino que fue verdaderamente un hecho protagonizado por las masas.
Además, en el colegio Gymnasium de la UNT se proyectó el documental El Tucumanazo realizado por Diego Heluani y Ruben Kotler. Posteriormente, se llevó a cabo una mesa panel en la que participaron algunos de los protagonistas del Tucumanazo: “el Chino” Moya (ex dirigente estudiantil), Carlos Zamorano (ex dirigente estudiantil, miembro del PC) y Rosa Nassif (ex presidenta del Centro de Estudiante de Filosofía y Letras, fundadora del PCR y actual miembro del Comité Central ); además hablaron Carlos Agliano (actual secretario de la CTA) y Daniel Blanco (PO). En esta actividad participaron más de 300 personas; entre ellos se destacaba la presencia de jóvenes. Fue una instancia muy importante, ya que posibilitó el encuentro de generaciones: jóvenes ávidos de conocer la historia viva del pueblo que lucha contada por sus propios protagonistas. Asimismo, el emotivo reencuentro, varios años después, entre aquellos que protagonizaron los hechos.
Finalmente se realizó un gran festival en la plaza Independencia. Participaron nueve bandas musicales con una gran concurrencia.
En síntesis, durante estas jornadas quedó demostrado que el Tucumanazo no corresponde al museo de hechos muertos, sino que los sucesos allí ocurridos, en la actualidad están más vivos que nunca. Las necesidades de ayer, hoy siguen sin resolverse. La lucha por trabajo digno y la lucha por la reapertura de los comedores universitarios cerrados por la dictadura son una manifestación.
El Tucumanazo de 1970 se realizó en el contexto de una dictadura que duró desde junio de 1966 hasta 1973 –la quinta ocurrida durante el siglo XX en nuestro país-. Comenzó con Juan Carlos Onganía, luego Roberto Levingston y finalizó con Alejandro Agustín Lanusse. Dos elementos de especial relevancia para comprender el Tucumanazo están relacionados con la política de esta dictadura en julio de 1966. El primero, una medida a nivel nacional, fue la intervención de las universidades nacionales. El segundo elemento, está relacionado con la profundización del proceso de concentración monopolista en la industria azucarera y el de la tenencia de la tierra.
La política de la dictadura de Onganía
Las décadas de los ’60 y los ’70 constituyeron un período de cambios económicos, sociales, políticos y culturales en el mundo. En el marco de la “Guerra Fría” ocurrieron acontecimientos de gran influencia en la Argentina como la revolución cubana, la guerra en Vietnam, la revolución cultural en China, el asesinato de Ernesto Guevara, el mayo francés del ‘68, entre otros.
En un clima internacional convulsionado, Onganía ejecutó el golpe de Estado de 1966, instaurando una nueva dictadura en la Argentina, la cual se autodenominó “Revolución Argentina”. El grupo de Onganía entendía por revolución “modernizar” el país sobre la base de aumentar la explotación de los trabajadores, favorecer capitales monopolistas y extranjeros frente a la pequeña y mediana producción nacional, satisfacer las demandas de los grandes terratenientes, ajustar el presupuesto del Estado, y contener la posibilidad de que se extendiera en nuestro país el ejemplo de la Revolución.
De esta manera, el derrocamiento de Arturo Illia, que había llegado al gobierno con la proscripción del peronismo marca un nuevo momento en el proceso iniciado por la “Revolución Libertadora” de 1955. El líder del movimiento justicialista, Juan Domingo Perón llamó desde el exilio a “desensillar hasta que aclare”. Esto generó un ambiente de dispares expectativas y distintos posicionamientos ante la dictadura, particularmente en el movimiento obrero. Esta actitud de espera también se manifestó en la provincia de Tucumán. Así, en los festejos por el 9 de julio de 1966 gran parte de la población se volcó a las calles para saludar a Onganía.
Este aparente inmovilismo cambió poco tiempo después, cuando el 21 de agosto de 1966 José Néstor Salimei -ministro de Economía de la Nación-, mediante Decreto 16.926, anunció el cierre y desmantelamiento de 7 fábricas azucareras y la reducción de producción de azúcar. Al día siguiente, los ingenios Esperanza, Santa Ana, La Trinidad, Nueva Baviera, La Florida, Lastenia y Bella Vista, fueron intervenidos con el apoyo de la Gendarmería y de la Policía Federal.
Quedaron sin trabajo gran parte de la población tucumana y obligó a la tercera parte a migrar fuera del pago en busca de empleo, engrosando en muchos casos las villas miserias de las grandes ciudades.
La provincia de Tucumán contaba hasta 1966 con 27 ingenios azucareros. El cierre finalmente de 11 de ellos produjo una verdadera crisis en la provincia, profundizando el proceso de concentración monopolista de la industria azucarera en pocas manos y el de la tenencia de la tierra.
El movimiento obrero, quien había vacilado en un primer momento, enfrentó los cierres de ingenios. Los estudiantes, a partir de sus propias reivindicaciones, se solidarizaron con los trabajadores, produciéndose una práctica de unidad obrero-estudiantil a través de la participación y colaboración de los estudiantes en las ollas populares que se realizaban frente a los ingenios cerrados, a actos y manifestaciones conjuntas con FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar) y otros gremios. Esta unidad se fue profundizando con el correr de los años hasta materializarse en la masiva lucha popular de los años 69, 70 y 72.
Es así que se sucedieron heroicas luchas del movimiento obrero en Tucumán contra la dictadura. El 12 de enero de 1967 obreros, cañeros y sus familias realizaron una olla popular para los desocupados del ingenio Bella Vista y Santa Lucía. La policía los reprimió brutalmente, tirando a quemarropa. Allí asesinaron a Hilda Guerrero de Molina. Esto produjo la reacción inmediata de los pobladores obligando a retroceder a la policía que tuvo que guarecerse en la comisaría. Bella Vista quedo por algunas horas en manos de los pobladores. En un emocionante cortejo fúnebre de 7 km una gran multitud acompañó el féretro hasta el cementerio de Acheral. Hilda Guerrero de Molina, militante desde su juventud de la Rama Femenina Peronista de apenas 36 años de edad, es considerada hoy un estandarte de la lucha popular.
El 9 de abril de 1969 la policía reprimió violentamente a los pobladores de Villa Quinteros. Más de 500 obreros junto a sus mujeres e hijos habían decidido concentrase a la vera de la ruta 38 para interceptar al gobernador Avellaneda que debería pasar por allí en su visita por la ciudad de Concepción. La policía reprimió a los pobladores dejando un total de 32 heridos. Esto produjo el repudio de todos los gremios obreros y centros de estudiantes, que realizaron varios actos de protesta en la ciudad.
En este contexto, el año 69 marcó un hito en la historia nacional. El periódico Nueva Hora, refiriéndose a la situación de principios de mayo del ’69 señalaba que: “Después de más de dos años de pasividad, rota sólo por fugaces estallidos, una ola de lucha antidictatorial sacude al país. La dictadura de Onganía es acosada desde hace dos semanas. Ha recibido golpes inesperados y, en algunos casos -hasta cuando escribimos estas líneas en Corrientes, Salta, Córdoba, Rosario y Tucumán- las fuerzas represivas han sido, parcialmente, desbordadas por las manifestaciones obreras y estudiantiles.” (Nueva Hora, Nº 29, primera quincena de junio de 1969)
Al mismo tiempo, se venía desarrollando la lucha del estudiantado universitario principalmente nucleado en la FUA (Federación Universitaria Argentina) presidida en esos momentos por Jorge Rocha (miembro fundador e integrante del Comité Central del PCR hasta su fallecimiento). Estalló la lucha contra el aumento del ticket del comedor universitario de Corrientes. La represión asesinó al estudiante Juan José Cabral, conmoviendo al país. La FUA lanzó un paro nacional universitario.
En este contexto, el Nueva Hora caracterizaba el momento señalando la suma importancia del rol de la clase obrera, la cual debía “… golpear junto a los estudiantes y otros sectores populares…” Asimismo, advertía que “…se han creado condiciones para hacer retroceder a la dictadura y para que la clase obrera avance, acumule fuerzas, en la perspectiva de creación del bloque de clases al que debe dirigir en la lucha por un poder popular, revolucionario, que liquide el poder de las clases dominantes e instaure una democracia auténtica para los obreros y el resto del pueblo, democracia que se basará en el pueblo organizado y armado, e iniciará la marcha ininterrumpida al socialismo”. (Nueva Hora, Nº 29, primera quincena de junio de 1969)
Días previos a las memorables jornadas del Cordobazo, en Tucumán se produjo una gran manifestación popular con barricadas ubicadas principalmente en la zona del comedor universitario y con varias manzanas tomadas. También se originaron conflictos en la Banda del Río Salí y en los talleres ferroviarios de Tafí Viejo. El 28 de mayo frente al edificio de la FOTIA se realizó un masivo acto obrero-estudiantil convocado por la CGT de los Argentinos. En una nota del diario local, La Gaceta, se invitaba “…a la clase trabajadora, ‘a la ejemplar y heroica juventud estudiosa y al pueblo todo de Tucumán’, a un acto (…) para exigir la libertad de los presos políticos y gremiales y protestar en duelo militante por los estudiantes caídos.” (La Gaceta, 27 de mayo de 1969)
De este acto se pueden señalar algunos elementos. En primer lugar, la confluencia en el mismísimo local de la FOTIA de obreros y estudiantes para manifestarse en contra de la política de la dictadura. Así lo indicaba Rosa Nassif, en su intervención en la mesa panel por la conmemoración del Tucumanazo: “Ese acto simboliza la unidad que habíamos logrado gestar entre distintos sectores políticos y sociales para enfrentar aquella dictadura. Y me parece muy importante que nosotros pensemos en el Tucumanazo pensando la vigencia de ese camino, el de las puebladas, la lucha en las calles, de las barricadas, de los levantamientos populares, de enfrentar la violencia con la violencia, pero con una violencia de masas. Porque este era uno de los debates de aquel período; efectivamente, estábamos convencidos que la revolución no podía ser la obra de un grupo por esclarecido, valiente o importante que fuera, sino que era una tarea de masas.” (Semanario Hoy, Nº 1435, 24 de noviembre de 2010).
En segundo lugar, la composición de los oradores: Leandro Fote (dirigente sindical azucarero, militante del PRT-ERP, secuestrado y desaparecido en 1976), Ángel Manfredi (obrero ferroviario en Tafí Viejo y estudiante universitario, fundador del PCR y miembro de su Comité Central, secuestrado y desaparecido junto a Ana Sosa el 8 de agosto de 1976), Rosa Nassif (en esos años presidenta del centro de estudiantes de Filosofía y Letras, miembro de la Junta Representativa de la FUA), Francisco Arancibia (presidente de ATEP, asesinado el 24 de marzo de 1976) y Benito Romano (dirigente sindical peronista, dos veces diputado nacional, secuestrado y desaparecido el 14 de abril de 1976). Es significativo que de cinco luchadores populares sólo una persona haya sobrevivido a la dictadura de Videla-Viola, lo que muestra las verdaderas intenciones de la dictadura: acabar con la lucha popular en todo el país, con la rebelión del pueblo tucumano, con el camino insurreccional y con la posibilidad de que una revolución termine con los privilegios de los terratenientes, del imperialismo y los monopolios que explotan a nuestro pueblo. Asimismo, muestra el particular ensañamiento con la provincia, que sufrió en 1975 el “operativo independencia” y tuvo el primer centro clandestino del país en la Escuelita de Famaillá .
Hoy la lucha popular continúa, por justicia, por las reivindicaciones que siguen vigentes, y por la revolución. Al contario de que los que afirman que esta es una utopía la revolución sigue siendo el único camino por los que se pueden resolver las necesidades del pueblo y de nuestra Patria y como enseñó el Che Guevara, el deber de todo revolucionario es hacer la revolución.
Auge de luchas populares en Tucumán como antecedentes del Tucumanazo
Durante el período de la presidencia de facto de Levingston, en Tucumán en 1970, asume como interventor Jorge Rafael Videla, quien luego será presidente de la dictadura más sangrienta de la Argentina en 1976. En Tucumán tuvo que enfrentar distintos conflictos protagonizados por obreros y estudiantes.
De esta manera, durante su gestión ocurrieron tres ocupaciones realizadas por los trabajadores: la ocupación de los obreros del ingenio La Providencia -con toma de rehenes-; la ocupación de colonias del ingenio San Juan por aproximadamente 120 familias obreras y la ocupación de la Maderera Lules en reclamo por la falta de pago de salario. Un reclamo a destacar por parte de los mismos consiste en “…la expropiación de la fábrica para que la misma sea explotada con participación de los trabajadores.” (La Gaceta, 8 de julio de 1970)
Asimismo, Videla tuvo que sobrellevar el paro de las entidades de docentes ATEP y AGET que exigían la equiparación de sus remuneraciones con las de orden nacional y la solución de problemas de la escuela pública. El conflicto finalmente duró más de 20 días. Este paro, que comenzó el 10 de agosto, recibió el apoyo de diversas organizaciones de estudiantes secundarios, de FOTIA, de las 62 Organizaciones, del Sindicato de la Textil Escalada, de UCIT, seccional Tucumán de la Unión Ferroviaria, La Fraternidad, el sindicato de Jubilados y Pensionados de la Administración Pública, entre muchos otros. Realizándose actos en el interior de la provincia como en Tafí Viejo y en Concepción. Videla los incitó a reintegrarse, pero las dos entidades gremiales le hicieron saber que iban a mantener la medida de huelga. El conflicto finalizó parcialmente el 3 de septiembre. Es de suponer que posteriormente el genocida Videla tendría0 presente la combatividad de los maestros. Es así que el mismo 24 de marzo, la dictadura asesinaba acribillando a balazos a Isauro Arancibia presidente de ATEP en la sede del gremio docente, como así también a su hermano Arturo que se encontraba con él.
Los estudiantes universitarios tucumanos efectuaron distintas manifestaciones en solidaridad con los maestros y el personal no docente de la UNT que también se encontraban de huelga por reclamos salariales.
Durante estas manifestaciones utilizaban distintos instrumentos de lucha por parte de las fuerzas populares como las barricadas y los “actos relámpagos”. Angelita Nassif -dirigente estudiantil de esas jornadas, miembro fundadora del PCR-, en una entrevista realizada para el documental El Tucumanazo relata cómo era la lucha en las calles:”… planificábamos actos relámpagos, entonces se juntaban por ejemplo por facultades (…) Y nos dividíamos de 10 o 15 al grito de -¡Aquí está la FUNT! Nos juntábamos en medio de la calle, cortábamos el tránsito y repartíamos los volantes, hasta que llegaba la policía y nos íbamos. Y este movimiento fue creciendo no había una sola semana que no hubiera asambleas estudiantiles luchas en la calle, unidad con el movimiento obrero que en esos momentos había resistido el cierre de los ingenios.”
Carlos Imbaud fue designado interventor de la provincia en medio de los preparativos de la CGT de un paro nacional para el 9 de septiembre de 1970. El plenario de la FOTIA adhirió al mismo.
Imbaud autorizó la realización de dos actos en conmemoración del 17 de octubre. Uno de ellos se realizó en la plaza Irigoyen, organizado por distintas agrupaciones peronistas en conjunto con la CGT de los argentinos. Entre los oradores se encontraban dirigentes de Textil Escalada, del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del SMATA, del gremio de la construcción y estudiantes. Raimundo Ongaro cerró la concentración. Finalmente, la manifestación fue dispersada por la policía cuando intentaba llegar a la Plaza Independencia.
La realización de este acto cobra particular importancia ya que está indicando, en primer lugar, el crecimiento de una corriente dentro del peronismo fuertemente enfrentada a la política dictatorial, y que en la práctica unía a obreros y estudiantes como queda reflejado en la composición de los oradores del acto, además de otras fuerzas populares como los padres tercermundistas. Asimismo, la participación de Ongaro, uno de los máximos dirigentes de la CGT de los Argentinos, muestra la relevancia del movimiento obrero en Tucumán.
El día anterior al segundo paro nacional de la CGT se realizó en la provincia de Tucumán otro acto obrero en la plaza principal de Bella Vista pidiendo el traspaso del ingenio a CONASA.1 La regional de la CGT de Tucumán dio a conocer un comunicado criticando duramente al gobierno. En el mismo se afirmaba “…que ‘la lucha puramente sindical, no puede, por sí sola, asegurar las mejores condiciones de vida del pueblo’, pues los monopolios extranjeros y nativos ‘con la dictadura a su servicio, volverán a arrebatar las conquistas obreras’. Por ello postula la necesidad de unión de todo el pueblo…”2
Un día después, medio millar de obreros, empleados y sus familiares ocuparon las instalaciones del ingenio San Juan en protesta por la falta de respuestas al pedido de que la fábrica pase a CONASA. También proponían que sea expropiada y entregada a los obreros, empleados y cañeros para formar una cooperativa. El Centro Único de Derecho, luego de una asamblea general de estudiantes, resolvió hacer pública su solidaridad con la lucha de los obreros y nombraron a una comisión para ir hasta allí, previa aclaración que el apoyo era para los obreros de la fábrica y no para sus propietarios.
Una muestra significativa del grado de conflictividad en toda la provincia se lo puede observar a lo largo del 29 de octubre de 1970. Ese día ocurrieron tres conflictos en simultáneo. Dos sucedieron en el interior de la provincia precisamente en los ingenios San Pablo y en Santa Lucía, y el otro en la capital en la órbita de la universidad.
Alrededor de 500 obreros tomaban el ingenio San Pablo en reclamo de sueldos atrasados y por el futuro de la fábrica solicitando una audiencia con el gobernador. La otra zona de conflicto eran las colonias del ex ingenio Santa Lucía. Los obreros ocuparon la fábrica demandando el pago de saldos adeudados por la firma Avellaneda y Terán.
Al mismo tiempo, en la UNT, los no docentes decretaron un paro de 120 horas pidiendo la renuncia inmediata del rector. El paro se realizaba por la demora en sancionarse el escalafón único y especifico que gestionaba FATUN (Federación Argentina del Trabajador de Universidades Nacionales), coincidiendo con el programa de lucha adoptado para todas las universidades. El Centro de Estudiantes de Ingeniería declaró su solidaridad con el personal no docente “…señalando que ‘en definitiva este problema, como la situación del comedor estudiantil por falta de recursos y el estado de la Universidad en general, son frutos de un mismo árbol: la intervención’.” (La Gaceta, 30 de octubre de 1970)
En el marco de estos conflictos obreros, comenzaron las manifestaciones estudiantiles en el centro de la ciudad, por problemas con el comedor universitario. El número de plazas era de 760 sobre 2.300 solicitudes y el presupuesto acordado por el rectorado de 24.000.000 pesos viejos se había agotado y no iba a alcanzar para cubrir los gastos de los meses de noviembre y diciembre. Además, los estudiantes se quejaron ante el rector de la UNT, el ingeniero Rafael Paz de la explotación hacia los empleados del comedor, que trabajan de 9 a 15 y de 18 a 22, y que no cobraban extras.
Con el correr de los días la situación empeoró. Centenares de estudiantes decidieron comer en la calle como forma de protesta uniendo sus reclamos por aumento de presupuesto para el comedor, pero también en apoyo al paro de los no docentes.
El conflicto del personal no docente se profundizó aún más por el rechazo del dictamen de la comisión salarial por parte del gremio con medidas de fuerzas generalizadas en todas las universidades y servicios hospitalarios dependientes. En Tucumán esa noche una columna de estudiantes y no docentes partieron desde el comedor hacia plaza Independencia. En asamblea los no docentes decidieron continuar con el paro por tiempo indeterminado.
Asimismo, los conflictos azucareros continuaban. La fábrica del Ingenio Marapa de Alberdi era ocupado por obreros y empleados.
En la ciudad se sumaban nuevos frentes de conflictos para el gobierno. Frente a la casa de gobierno, un grupo de empleados judiciales protestaba por la falta de mejoras salariales. También los docentes de la UNT se manifestaban por reclamos salariales.
Los estudiantes secundarios también tenían sus propios conflictos. En la Escuela de Comercio 1 “General Manuel Belgrano”, los alumnos del turno de la noche habían realizado acciones para expresar su oposición a las medidas por las que quedaron libres un número indeterminado de estudiantes (distintas versiones hacen oscilar entre 29 y 150 estudiantes). Ocuparon la sede del establecimiento y marcharon junto a otros estudiantes que se solidarizaron con ellos, como el colegio Nacional, la escuela Sarmiento y el Gymnasium llegando a ser una columna de 500 estudiantes secundarios. Un día después fueron reincorporados todos los alumnos.
El 8 de noviembre los universitarios resolvieron realizar un paro activo con concentración en cada facultad para coordinar las acciones hasta tanto se resuelvan los problemas del comedor universitario y el escalafón de FATUN. También decidieron apoyar el paro de los días 12 y 13, aclarando que el apoyo iba “…dirigido a las bases del movimiento obrero y de ninguna manera a sus direcciones y formar “piquetes” que garanticen el paro como así también una comisión para establecer contactos con todos los sectores en lucha.3
El 9 de noviembre se efectuó un paro de la asociación gremial de empleados judiciales paralizando la actividad en Tribunales, al que se sumaron la casi totalidad de los abogados, por la falta de respuestas desde el gobierno a los reclamos de mejoras salariales.
El Tucumanazo de 1970
“Tucumán, con sus barricadas, muestra que el pueblo puede organizarse con disciplina como un enemigo imposible de identificar, que vive en todas partes, en cada casa y que llegado el momento se hace imbatible. Esta política insurreccional de las masas populares deja aislada a la dictadura y echa por tierra con sus planes de aislar a la vanguardia del pueblo.”
"Siempre sucede que, al agudizarse en toda su extensión la lucha al punto de explicitarse naturalmente la violencia que yace en la estructura del sistema, los procesos de lucha arrojan mucha más luz que cien buenos discursos y se acelera el proceso de crecimiento y organización del polo obrero-estudiantil popular.” Nueva Hora, Nº 56, 1º quincena de noviembre de 1970
De esta manera, el gobierno tenía varios frentes de batalla: las acciones de los obreros azucareros, los reclamos de los no docentes de la universidad, el paro de los judiciales, las manifestaciones de los estudiantes secundarios, las concentraciones frente al comedor de los estudiantes universitarios. En este marco, los diferentes gremios obreros, apoyado por el movimiento estudiantil, se estaban preparando para realizar el paro decretado a nivel nacional por las dos CGT para los días 12 y 13 de noviembre. Este paro formaba parte de la tercera etapa del plan de acción de la CGT en protesta contra de la política económica del régimen, de las leyes represivas y por el reclamo de aumentos salariales.
Sin embargo, el grado de conflictividad social en la provincia de Tucumán era de una magnitud tal que el movimiento social se adelantó a la medida de fuerza y estalló el conflicto dos días antes dando lugar al Tucumanazo.
La mecha estalló en el comedor universitario y desde allí se propago a gran parte de la ciudad llegando a alcanzar la toma de 64 a 90 manzanas.
Es así que el 10 de noviembre de 1970, después de 13 días de manifestaciones, los estudiantes deciden ocupar las esquinas del comedor evitando de esta manera la circulación de los vehículos. La policía va a reprimir a los estudiantes, dando como resultado el comienzo de uno de los mayores enfrentamientos en las calles contra la dictadura ocurridos en la provincia de Tucumán: el Tucumanazo de 1970.
El Tucumanazo consistió en una pueblada que duró cuatro días, del 10 al 13 de noviembre. Enfrentando a las fuerzas represivas de la dictadura con bombas molotov, palos y piedras. Los manifestantes construían barricadas con colaboración de los vecinos que les suministraban los elementos para construirlas.
Si bien el Tucumanazo comenzó en el ámbito de la Universidad Nacional de Tucumán con la unión de los trabajadores no docentes y los estudiantes, todos los hechos anteriormente mencionados dan cuenta de que lo que subyace es un gran descontento en la mayoría de la población por las medidas tomadas por la dictadura que comenzó con Onganía, poniendo en pie de lucha primero a los estudiantes con la intervención de las universidades y posteriormente a la clase obrera tucumana con el cierre de la principal fuente de trabajo. Por eso también tomó parte el conjunto de la población de la provincia.
Los sucesos ocurridos durante el Tucumanazo (ver cuadro anexo con el detalle día a día) pueden ser divididos en dos momentos, en relación al paro de la CGT. El primero entre el 10 y 11 de noviembre cuyo epicentro estuvo en el comedor universitario –ubicado en pleno centro de la ciudad-, con una composición mayoritariamente estudiantil, con el apoyo y participación activa de dirigentes del movimiento obrero y la solidaridad de los vecinos del microcentro.
El segundo momento, entre el 12 y 13, coincidente con el paro de 36 horas decretado por la CGT, en donde el movimiento estudiantil empalmó con el conjunto del movimiento obrero agudizándose el enfrentamiento con las fuerzas represivas. El epicentro estuvo centrado principalmente en la zona de la FOTIA, y en la Plazoleta Dorrego. Además los manifestantes avanzaron hacia barrios del sureste de la ciudad, como en Villa Amalia y San Cayetano.
Primer momento
Luego de la represión policial, los estudiantes del comedor resolvieron en asamblea apoyar a los jóvenes que habían decidido construir barricadas. Allí nuevamente ocurrió el enfrentamiento con la policía. Las fuerzas represivas intentaban avanzar destruyendo las barricadas pero éstas se iban extendiendo por toda la zona céntrica de la ciudad. Esa misma tarde, eran más de 2000 jóvenes manifestándose.
Angelita Nassif señala, en el citado documental, que “…la idea de barricada nació como una idea defensiva, frente al avance de la policía. Una vez armada se convertía en el parapeto desde el cual ofrecíamos resistencia y muchas veces hacíamos retroceder a las fuerzas de la represión.”
Es importante tener en cuenta que se reflejaron algunos conflictos internos en el seno de la policía por lo que el primer día del Tucumanazo no contaron con las fuerzas suficiente para la represión, dejando que la casa de gobierno y el Jockey Club –símbolo de la oligarquía- sean apedreadas muy fácilmente. Existieron varias versiones al respecto, desde las fuentes oficiales se aclaró que justo ese día gran parte de la fuerza estaba de licencia. Otra versión, manejada por la prensa local, consistió en que una parte importante, encabezada por jóvenes policías principalmente, estaba descontenta por el bajo salario que percibían.
Los estudiantes pudieron interferir la radio policial utilizada para dirigir la represión. Al darse cuenta, la policía comenzó a emitir información falsa para provocar confusión entre los jóvenes.
Lo cierto es que durante la noche del primer día los manifestantes pudieron avanzar hacia la plaza Independencia y que la intervención tuvo que pedir refuerzos al poder central. Así a la mañana siguiente, llegó un destacamento de la Gendarmería Nacional y la Policía Federal, lo que irritó aún más a la población.
La CGT regional emitió un comunicado en donde explicaba los sucesos del día 10 de noviembre: “…se generó espontáneamente un masivo apoyo de todos los sectores ciudadanos afectados por la represión, los que se vieron obligados a improvisar defensas con cuanto elemento encontraron o con los que generosamente les brindó la población que, sin excepción, se identificó con ellos.” (La Gaceta, 11 de noviembre de 1970)
También los estudiantes emitieron un comunicado -a través de su comisión de delegados del comedor-, responsabilizando al interventor de la provincia de ser el causante principal por la falta de solución a los distintos conflictos. Además invitaban al pueblo a apoyar el paro de 36 horas decretado por la CGT asistiendo a las concentraciones previstas para expresar el más vivo repudio a la dictadura. Señalando que el apoyo a la medida de fuerza no significa ningún tipo de aval a la actual dirección de la CGT ni a su política.
A nivel nacional los no docentes tomaban la decisión de levantar el paro. Sin embargo, en Tucumán los trabajadores definieron continuar el paro, fijando como condición para levantarlo la solución integral al problema del comedor.
El segundo día las fuerzas represivas allanaron el local de la FOTIA. Esto es una muestra más de la participación del movimiento obrero en estas jornadas, y quizás también de lo que la dictadura quería evitar previendo el paro de la CGT: la confluencia con el movimiento estudiantil, objetivo que no pudieron impedir. FOTIA denunció que en el operativo policial golpearon a dirigentes obreros y a curas tercermundistas que allí se encontraban.
Esa misma noche una comisión obrera estudiantil se entrevistó con Imbaud en la casa de gobierno. Se pactó una tregua destinada a realizar negociaciones. “El ‘alto el fuego’ entre las partes se acordó sobre la base de que ‘cuadra tomada era cuadra defendida’." (La Gaceta, 12 de noviembre de 1970). Esto muestra la fuerza de la pueblada. Imbaud tuvo que ordenar la liberación, en la plaza Independencia, de más de 70 detenidos.
Segundo momento
Ante la confluencia obrera-estudiantil, el Semanario Primera Plana expresaba así su preocupación: “El jueves, la FOTIA empalmó con la insurrección estudiantil. Entonces, la situación fue dramática.” (Primera Plana, 17 de noviembre de 1970)
Imbaud afirmaba que “…‘No habrá Cordobazo’ insistió una y otra vez, pero también recordaba que la crisis (…) comenzó en un comedor estudiantil de Corrientes.” (La Gaceta, 12 de noviembre de 1970)
La pueblada tucumana empalmó con el paro de la CGT y la CGT de los Argentinos. Uno de los puntos que exigía ésta última entidad estaba directamente relacionada con la problemática específica de la provincia, ya que exigían directamente la “…expropiación de los monopolios para que se reabran las fuentes de trabajo, los ingenios cerrados y para que las fábricas sean de los trabajadores.”
Este era el tercer paro que se le realizaba durante el año a Levingston. Fue el paro más contundente a nivel nacional con un alto grado de participación, destacándose la zona del noroeste argentino por el mayor grado de conflictividad.
Es así, que en paralelo al Tucumanazo, en la provincia de Salta se vivieron dos días de intensos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes donde fue asesinado Juan Roberto Díaz, de 27 años. También hubo varios heridos graves y entre 160 y 200 detenidos.
En la provincia de Catamarca también se produjo una pueblada, conocida como el Catamarqueñazo. Los obreros realizaron un acto por el paro nacional afuera de la sede de la CGT y al finalizar ocurrieron los enfrentamientos con la policía. A los huelguistas se sumaron estudiantes. La policía detuvo a varios de los dirigentes.
En la provincia de Tucumán durante esos dos días no funcionó el transporte y otros servicios. El comercio no abrió sus puertas. El paro también se cumplió en el interior. El jueves 12 se realizó un acto público de protesta en la ciudad de Concepción. También en Tafí Viejo se realizó un acto con la participación de ferroviarios y de una comisión coordinadora intergremial.
En la capital de la provincia ocurrieron los mayores enfrentamientos con las fuerzas represivas de la dictadura –aún mejor provistas con refuerzos “especializados en lucha antiguerrillera”-. Se destacó la participación del movimiento obrero organizado a través de sus gremios y sindicatos, particularmente los trabajadores de la CGT de los Argentinos y una parte de la FOTIA. También militantes políticos y el movimiento estudiantil.
El día 13 los enfrentamientos fueron muy duros. La zona del conflicto se desplazó hacia el sureste de la ciudad. En la Plazoleta Dorrego, la policía no sólo reprimió a los manifestantes sino que también tiró gases adentro de las casas. Un soldado, que se había separado de la formación, fue atacado por los manifestantes que le quitaron las granadas que portaba. Esto es un elemento que muestra el grado de predisposición que existía en el pueblo al enfrentamiento. Poco después las fuerzas se replegaron y los grupos de manifestantes retornaron hacia plazoleta Dorrego donde reconstruyeron las barricadas.
Todas las fuerzas de seguridad avanzaron encerrando a los manifestantes utilizando no sólo gases sino también ametralladoras.
El último foco de conflicto ocurrió en el barrio de San Cayetano. La policía reprimió duramente a la población, golpeándolos y destruyendo sus casas como forma de escarmiento por haber ayudado activamente a los manifestantes, dándoles lugar en sus casas y aprovisionamiento. Cabe aclarar que posteriormente al Tucumanazo, los estudiantes se encargaron de organizar distintas actividades para colaborar con la población, continuando con iniciativas de unidad popular.
De esta manera, finalizó el Tucumanazo de 1970 que consiguió la renuncia del rector de la UNT Rafael Paz y que hirió de muerte a la intervención de Carlos Imbaud quien tres meses después en febrero de 1971 tuvo que dejar su cargo. Se registraron cientos de detenidos, y muchos heridos tanto de las fuerzas populares como las de la dictadura.
En Tucumán existieron diferentes estallidos populares que fueron movilizados internamente porque la política dictatorial iba en contra de los intereses de la clase obrera y de los sectores que son parte del pueblo, materializados principalmente en la política en contra de la principal actividad económica de la provincia, la agro industria azucarera y con la política a nivel nacional respecto a la intervención de las universidades.
Por lo que casi dos años después volverá a estallar virulentamente el conflicto con el segundo Tucumanazo en junio de 1972 mayormente conocido como el “Quintazo”.
Distintas posiciones sobre el Tucumanazo
Frente a la pueblada de 1970 en Tucumán se pueden considerar a grandes rasgos dos posiciones. La primera niega la importancia de esta pueblada. Se manifiesta omitiendo el acontecimiento o, en el mejor de los casos, reduciéndolo a una mera estudiantina; es decir, quitando de la escena al movimiento obrero. Los grandes medios de comunicación como Clarín o La Nación no dijeron nada respecto a la conmemoración del Tucumanazo, como tampoco lo hizo el diario oficialista Página/12.
En oposición, se encuentra un enfoque que entiende al Tucumanazo dentro de un ciclo más general a nivel nacional de grandes puebladas que como sostuvo el PCR fueron la causa que obligó a la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse a retirarse convocando a elecciones. Con este enfoque lo analiza Emilio Crenzel en su trabajo, uno de los primeros publicados sobre esta experiencia), denominándolo “ciclo de lucha de calles” estudiando minuciosamente los rasgos particulares de esta pueblada. El estudio del Tucumanazo y ese período en la provincia está desarrollándose en estos últimos años. Una cantidad importante de jóvenes comienzan a estudiar seriamente el período. Aunque naturalmente existen matices sobre su interpretación.
El documental ya mencionado, es un valiosísimo trabajo; desde la riqueza de los testimonios de los entrevistados, en general realizados principalmente por dirigentes estudiantiles de ese momento, como así también en la gran cantidad de material audiovisual llegando a ser un aporte muy importante, tanto para los que estudian ese período, como así también para la difusión del propio Tucumanazo. Sin embargo, el trabajo no deja de tener un sesgo de escepticismo; sobre todo al final, ya que al referirse sobre la actualidad sólo hace mención a un aspecto: la entrega y la destrucción del país, omitiendo su contrario: la lucha y la resistencia del pueblo, cuyo hito más importante en cuanto a pueblada fue el Argentinazo del 2001.
En este sentido, los resultados de la conmemoración fueron contundentes para comprobar que en el presente, el Tucumanazo, 40 años después, es reivindicado también por muchos jóvenes que pelean por una sociedad más justa y que reivindican las puebladas. Tal como lo transmitió el documento de la comisión “…40 años pasaron de aquel levantamiento popular, de estudiantes y trabajadores y nos reunimos para hacer uso del derecho a la memoria. Para reivindicarnos hijos de una proeza que no tuvo dueños salvo el pueblo tucumano. Para mantener encendida la llama de la unidad obrero estudiantil y las puebladas.”
Esta segunda posición es también una demostración de que los intelectuales se pueden involucrar desde su trabajo en la lucha por la liberación, ya que como señalo Mao Tsetung la lucha de clases también se expresa en el terreno de la investigación científica; como así también, que todas las ideas o posiciones tienen su sello de clase.
Reflexiones finales
El Tucumanazo, como así también el Cordobazo y las demás puebladas de los ’60 y ‘70, mostraron la justeza de la posición del joven PCR en ese momento, que definió como el camino de la revolución en la Argentina, el insurreccional. La clase obrera tucumana estableció distintas modalidades para resistir a la crisis provincial -producida principalmente por el cierre de los ingenios azucareros- y unió en la lucha a diferentes clases y sectores. Ésta es una condición necesaria para concretar una salida para nuestro pueblo: un gran frente que una a las fuerzas populares, antiimperialistas, democráticas y patrióticas, enfrentando a los enemigos del pueblo y la revolución, unidad que sólo será posible si es encabezada por la clase obrera. Así será posible la liberación nacional y social. Este auge de luchas que se venía desarrollando a lo largo del país fue el que vino a combatir la dictadura posterior de los genocidas Videla-Viola.
En relación a la situación que se vive actualmente en Tucumán, en el folleto conmemorativo realizado por el PCR y la JCR plantea: “A 40 años de aquella gesta histórica, las condiciones laborales de los trabajadores se han precarizado de manera alarmante. En particular los obreros azucareros son víctimas de la flexibilización laboral, donde la estabilidad es cada vez menor. El trabajo en negro y las empresas tercerizadas instalan regímenes esclavistas en la mayoría de las fábricas. Son cada vez menos los que pueden acceder a la tierra, y los ingenios azucareros han quedado concentrados en pocas manos. La desocupación castiga fuertemente a los pueblos del interior e inunda la periferia de las ciudades. Las políticas educativas de las últimas décadas expulsan a miles fuera de las Universidades cada año, con modelos ligados a las necesidades de los grandes monopolios y no del pueblo. Los comedores y bares de las facultades, lejos de ser ámbitos de encuentro y organización de los estudiantes, se han convertido en millonarios negocios turbios, con precios que saquean los bolsillos.”
El gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner no ha resuelto esta situación. En cambio, mantiene privatizados el gas, el petróleo, la energía y los trenes; sostiene el saqueo minero en beneficio de monopolios extranjeros; sigue pagando la deuda externa; y -más allá de sus palabras-consolida el latifundio y promueve la sojización con centro en la asociación estratégica con China. Así dos tercios de nuestras exportaciones corresponden a materias primas y productos de origen agropecuario, mientras que importamos cada vez más manufacturas. En definitiva, profundiza un modelo económico de dependencia. Esta política no va en el sentido de la liberación nacional y social, como así tampoco las propuestas de la derecha opositora.
Hoy nuevas luchas se alzan contra las viejas opresiones. Y gracias a la pelea de más de 30 años se logró enjuiciar y encarcelar a quien dirigió el genocidio en Tucumán, el genocida Bussi. Mientras el oficialismo le garantiza una prisión domiciliaria en un “country”, seguimos exigiendo cárcel común, perpetua y efectiva para él y para todos los genocidas.
La lucha de los obreros de Kraft- Terrabusi y Arcor, como así también la de los obreros de Paraná Metal volvieron a mostrar el potencial de la clase obrera como motor del reagrupamiento popular.
Pero en definitiva ¿qué fue el Tucumanazo? Así lo sintetizó Angelita Nassif: “…lo definiría como como un gran movimiento popular que fue creciendo durante la lucha con la bronca a la dictadura y a las intervenciones en la Universidad, que fue cobrando conciencia de su propia fuerza para organizarse y resistir los embates de las fuerzas represivas. Y que tuvo picos importantes que son los que se conocen, pero que en realidad fueron procesos de organización. (…) Y creo que fue demostrativo de lo que puede hacer la fuerza organizada del movimiento popular en la Argentina.”
1 La Compañía Nacional Azucarera Sociedad Anónima (CONASA), se creó durante el período de Onganía. Era una empresa estatal conformada en su origen por tres ingenios incautados a la CAT (Santa Rosa, La Trinidad y Florida). Finalmente consiguieron los trabajadores que se incorporen a ésta los ingenios Bella Vista y San Juan. Luego la dictadura de 1976 le dio fin vendiendo los ingenios.
2 Se pronunciaron a favor del paro además los gremios del transporte, bancarios, FOECYT, Gráficos, Luz y Fuerza, FEIA y el Centro de Estudiantes de Ingeniería.
3 Se informó que las organizaciones adheridas al paro de hoy son el Centro Único de Ingeniería, Aun, MUR, ARDES, Independientes Antiimperialista, Centro de Estudiantes de la Universidad Tecnológica. Integralismo, Centros de Agronomía y de Derecho, Centro de Estudiantes de Medicina, MAU, Centro de Estudiantes Salteños y AUDAP (FAUDI).