Empezó como una paritaria más, pero hoy la pelea que llevan adelante los aceiteros en el corazón del núcleo sojero por un salario base de $14.391, con un paro nacional que ya lleva una semana, se ha transformado en el centro de una discusión que va mucho más allá del salario. La puja por las ganancias de la soja y el ajuste inflacionario en el centro de la escena.
Empezó como una paritaria más, pero hoy la pelea que llevan adelante los aceiteros en el corazón del núcleo sojero por un salario base de $14.391, con un paro nacional que ya lleva una semana, se ha transformado en el centro de una discusión que va mucho más allá del salario. La puja por las ganancias de la soja y el ajuste inflacionario en el centro de la escena.
“Acá no hay una cuestión monetaria: acá hay una lucha de clases de la que nadie quiere hablar” explica Daniel Yofra, líder de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina en conversación con medios nacionales.
Y es que poco puede entenderse de este conflicto si sólo se lo analiza desde la cuestión salarial, dejando de lado las necesidades de los trabajadores, provenientes de la inflación, por un lado y las enormes ganancias que han recibido (y siguen recibiendo) durante estos últimos años las empresas que están del otro lado del mostrador.
“No es un problema de porcentajes”
El año pasado a mediados del mes de abril, el sector que nuclea a los trabajadores del principal centro aceitero del país y de América Latina también era noticia. Luego de una lucha intensa que también incluyó paros, se lograba conquistar un aumento del 38% que perforaba el techo pretendido por las grandes empresas aceiteras y avalado por el gobierno. Si bien se podría establecer que los gremios nucleados en la FTCIOD y ARA están reclamando este año un aumento de entre el 42% y el 48% Yofra prefiere no hablar de porcentajes, sino de números concretos.
“No queremos hablar de porcentajes, porque el porcentaje confunde. No es lo mismo el porcentaje para un trabajador que cobra 5 mil que para el que cobra 10 mil. La ley de contrato de trabajo es clara y específica que “tenés que cubrir las necesidades básicas y nosotros consideramos que para eso cualquier trabajador tiene que ganar como punto de partida $14.391 (actualmente es de $10.500) para tener una vida más o menos digna” explicó el dirigente aceitero en conversación con el programa radial La Brújula de la Mañana.
La cifra surge de un estudio del equipo económico de la federación liderado por Sergio Arelo en el que, utilizando los ítems que el Indec utilizaba hasta 2013 para medir la canasta familiar, se va estimando el sueldo necesario para cubrir las necesidades básicas de un trabajador. Esta metodología además fue puesta en discusión y aprobada por el Plenario Nacional de Delegados de la Federación realizado el 25 de febrero de este año.
Este método además permite dimensionar más claramente la composición de ese salario por el cual se está reclamando. Así puede observarse, por ejemplo, que el “gasto” diario en el capítulo alimentación es de $133 para todo el grupo familiar, o si se prefiere, $33 por cada miembro del hogar por día. También explican los aceiteros que “para el caso de un hogar que deba pagar alquiler o cuota de compra o refacción de vivienda por crédito hipotecario, el rubro Servicios de la Vivienda se verá sensiblemente incrementado en al menos $3.000”.
De cara a estas cifras Yofra cuestiona las estimaciones oficiales. “El consejo del salario, que fija el mínimo en $4.700, tendría que explicar cuál de nuestras necesidades tenemos que sacar para que alcance. Habría que darles el sueldo a ellos a ver para qué les alcanza”.
Del otro lado del mostrador
En un comunicado emitido el 6 de mayo el equipo económico de la Federación Aceitera da cuenta de quiénes son y cuánto ganan las empresas que mantienen una posición inflexible ante el reclamo salarial.
En el documento explican que “las empresas se niegan a este aumento pero esconden que se encuentran entre las de mayor rentabilidad del país. Las trece empresas más grandes del sector oleaginoso facturaron en 2013 o hasta el primer bimestre de 2014, $176.889 millones de pesos en un lapso de doce meses, un 142% más que en el año 2009”.
También en el mismo comunicado desglosan las ganancias de cada una de estas grandes empresas, que en su mayoría están en manos de capitales extranjeros de EEUU, Europa y desde hace algunos años de China, como es el caso de Noble y Nidera.
El informe calcula que en el año 2014 es posible que las ventas de estas grandes empresas ronden los $250.000 millones de pesos.
La fuente documental de tales informes, explican, “ha sido aquello que declaran las empresas en sus balances, que hemos conseguido por nuestros propios medios pues las mismas se niegan a presentarlas en las negociaciones paritarias, incumpliendo con lo establecido en el artículo 4 de la Ley 23.546”.
Estas cifras sirven no sólo para dimensionar cómo el sector ha sido uno de los más favorecidos por el modelo económico sino para dar cuenta de cuál es el costo laboral de la actividad. Este cálculo surge al comparar los salarios y contribuciones pagados a los trabajadores del sector aceitero con las ventas declaradas por las empresas y da como resultado entre un 0,5% y 1,8%. Es decir que por cada $1.000 de ventas, de ellas se destinan al pago de salarios –según los diferentes casos de empresas– entre $5 y $18.
El gobierno ¿en el medio?
Una y otra vez los dos funcionarios más vinculados a la discusión paritaria, Axel Kicillof por Economía y Carlos Tomada por Trabajo, repiten ante medios periodísticos que el gobierno no ha puesto ningún techo a las paritarias y que el gobierno es simplemente un “árbitro” o “espectador” de una discusión entre privados.
Sin embargo la realidad es otra. Con presiones y acuerdos con los sindicatos “amigos”, como el caso de la Uocra y Comercio que aceptaron esta semana el 26%, o de la UOM que postergó un paro esta semana, el gobierno marca la cancha del escenario económico que prefiere: una economía enfriada con aumentos salariales que no superen el 25/26%.
Así, por ejemplo, Tomada defendió las proyecciones del oficialismo al señalar que el índice de inflación "según todas las consultoras no va a superar el 24 o el 26 por ciento este año", y dijo que "lo razonable" es "imaginar una evolución de salarios que mantenga la capacidad adquisitiva, sin por eso establecer un techo".
Por su parte Kicillof puntualizó que el gobierno no va a establecer un techo en las discusiones paritarias, pero señaló que los aumentos salariales deberían tener que ver con los incrementos de precios que, según "los cálculos más pesimistas", van a ser de un 24% anual.
En ese camino, la semana pasada el ministro de Economía anunció modificaciones en el impuesto a las ganancias como manera de “emparchar” la paritaria. Sin embargo, el anuncio no alcanzó y los gremios siguen reclamando que el aumento supere la inflación y recomponga los salarios golpeados por ésta.
“Es un disparate decir que la modificación en Ganancias es un aumento para el trabajador. Es como si un grandote te casca todos los días y porque un día no te cascó le tenés que agradecer. El sueldo es nuestro, es algo que nos estaban sacando, algo que nos deben. Por eso no lo ponemos sobre la mesa, ponemos las necesidades que tiene el trabajador”, explicó Daniel Yofra en comunicación con el programa radial de la Cooperativa La Brújula.
Luego del fracaso de varias reuniones de urgencia citadas por el Ministerio de Trabajo de la Nación y con gestiones directas del ministro de Economía, la negociación (que tiene de un lado a los trabajadores aceiteros dispuestos a resistir y conseguir un aumento “real” que no sea devorado por la inflación, y del otro al gobierno y las grandes empresas multinacionales), promete ser una de los que marque el retorno de los reclamos obreros al centro de la escena política nacional, más preocupada hoy por los armados electorales que por las necesidades populares.
“Reafirmamos que la economía del país no está en riesgo por la huelga nacional de los trabajadores aceiteros, sino que, en todo caso, la causa se encuentra en la irracionalidad de las empresas que, con sus ganancias extraordinarias, se niegan a pagar salarios dignos”, cierra su comunicado la Federación Aceitera.