1. Desde la aprobación de las Tesis de Situación internacional a la actualidad, en poco más de seis meses se han producido cambios vertiginosos en la situación internacional, especialmente en Europa Oriental. Esos cambios han confirmado las tesis fundamentales de aquella resolución en tanto otras han envejecido.
1. Desde la aprobación de las Tesis de Situación internacional a la actualidad, en poco más de seis meses se han producido cambios vertiginosos en la situación internacional, especialmente en Europa Oriental. Esos cambios han confirmado las tesis fundamentales de aquella resolución en tanto otras han envejecido.
2. Se confirmó como uno de los rasgos principales de la situación internacional que “se abrió un período de distensión en las relaciones entre las dos superpotencias” y que esto desempeña un papel decisivo en los asuntos internacionales, ya que, aunque los Estados Unidos y la URSS están debilitadas y afrontan numerosos y graves problemas, tienen aún más del 36% de la producción mundial y son, por mucho, las principales potencias militares.
Después de aprobadas las Tesis se realizó la reunión de Malta entre Bush y Gorbachov. Esta reunión fue acelerada por los acontecimientos mundiales y preparó la reciente reunión, en Washington, de ambos jefes de Estado. La reunión de Malta fijó los límites de un reparto de “esferas de influencia” entre los EE.UU. y la URSS, a nivel mundial. Ambas superpotencias acuerdan en limitar las opciones de las potencias emergentes (Japón y la Comunidad Económica Europea) que pueden arrebatarles su posición dominante. La URSS hizo importantes concesiones: acordó desvincular el problema del armamento nuclear estratégico del plan de “guerra de las galaxias”; desmantelar la estación de radar de Krasnoyarsk, etc. Así se destrabó la discusión sobre desarme de armas estratégicas (desde ya: éste es relativo y no afecta lo fundamental del poderío militar de ninguna de las dos superpotencias). Malta y Washington demostraron que ambas superpotencias necesitan la distensión y el mejoramiento de sus relaciones, para ganar tiempo negociando el desarme (parcial y principalmente de sus armas obsoletas). La URSS por lo difícil de la situación interna y la grave situación en el Este europeo y los EE.UU. porque no han podido resolver ni sus déficit presupuestarios y de comercio exterior y crecen sus roces con Japón y Europa Occidental. La situación en Europa Oriental y el proceso de unificación de las dos Alemanias han forzado a los EE.UU. y a la URSS a cooperar para evitar el descontrol de la situación europea. Los EE.UU. y la URSS han discutido, en esas dos reuniones, los llamados “conflictos regionales”. Como resultado de los acuerdos a los que arribaron, la URSS influyó en Centroamérica para facilitar cambios favorables a los yanquis en Nicaragua, El Salvador y otros países y cerró los ojos ante la invasión yanqui a Panamá; y los EE.UU. se cruzaron de brazos ante la rebelión lituana, disminuyeron el abastecimiento de armas a los guerrilleros afganos, a cambio de concesiones soviéticas en Angola y Namibia, presionaron a las autoridades de África del Sur para que realicen ciertas reformas y dejaron a la URSS operar, con relativa libertad, en Rumania, Bulgaria y otros países del Este.
3. Los intereses estratégicos de la URSS y de los EE.UU. los lleva y los llevará a competir y a confrontar. Es la principal contradicción interimperialista actual. Por eso no pueden dejar, ninguna de ellas, de mejorar la alta tecnología militar y sus esfuerzos por distender los conflictos regionales los hacen sin perder totalmente su influencia, sin resignar a fondo posiciones claves, en esas regiones. Esto vale tanto para la influencia yanqui en los acontecimientos del Este europeo como para la influencia soviética en el Caribe, Medio Oriente o el Sudeste asiático.
4. Bush, antes de la reunión de Malta, cambió su línea respecto del gobierno soviético de Gorbachov. Cambió, por ahora, su cautela ante éste por un apoyo político destinado a influir en la situación interna soviética a favor de la línea gorbachoviana. Este es uno de los hechos más destacados de la situación internacional actual: Gorbachov enfrenta cada día mayores dificultades internas y, simultáneamente, tiene el apoyo para su política de Bush, Thatcher, Khol y otros jefes occidentales. Ese apoyo se hace desde las diferentes posiciones que sostienen esos jefes occidentales, que hoy confluyen en el respaldo a la línea gorbachoviana. La línea yanqui en este terreno fue formulada así por James Baker: “Ya que no es fácil predecir el futuro de Gorbachov, tenemos que acelerar nuestra acción a fin de concluir los acuerdos sobre el control de armamentos y atar de pies y manos a los sucesores de Gorbachov” (Pekín Informa 15-4-90).
5. Esta situación ha reabierto el debate sobre la evitabilidad de la guerra mundial en condiciones de la subsistencia del capitalismo y el imperialismo. Es conocida la afirmación dengsiaopingnista según la cual, si se llega al año 2000 habiendo evitado la guerra mundial, ésta ya no será posible. Al igual que Jruschov, Deng Siaoping niega la validez actual de las tesis marxistas sobre la guerra y la revolución.
Sin embargo el rasgo más importante de la actual situación internacional, el que tiñe totalmente los cambios y explica incluso la necesidad para las dos superpotencias de acordar una momentánea distensión, es el acelerado proceso mundial de reagrupamiento de fuerzas, de redistribución del mundo entre los grandes grupos monopolistas –proceso analizado por las Tesis– mediante gigantescas fusiones y absorción de empresas, mercados comunes, surgimiento de nuevas potencias. Este acelerado proceso mundial de reagrupamiento de fuerzas, las modificaciones –relativas– operadas en lo económico, manifiestan una decidida tendencia a que en los próximos años se produzcan cambios en la situación política y militar internacional, empujados por el surgimiento de nuevas potencias. Este proceso llevará inexorablemente a una lucha feroz por los mercados que, según indica la experiencia de este siglo no podrá resolverse sólo por medios pacíficos.
Hace 40 años el Producto Bruto Interno de los EE.UU. y la URSS, sumados, era el 55% del mundial. Hoy apenas llega al 36%. Japón, que tenía el 1%, hoy está entre el 12 y el 13% y la Comunidad Económica Europea casi en el 25%. En cuanto al comercio exterior la participación yanqui declinó del 16 al 10% mientras la Comunidad Económica Europea pasó del 27 al 37% y el Japón del 1 al 10%. Ya el Japón es el país más rico del mundo: su promedio de bienes por familia supera al de los EE.UU. (28 millones de yenes en Japón y 24 millones en EE.UU.). Japón supera a los EE.UU. en las inversiones para el desarrollo de las ciencias básicas. Y aunque por un tiempo prolongado tanto la URSS como EE.UU. serán superiores militarmente, ya no pueden decir, con facilidad, la última palabra en los acontecimientos internacionales. La situación yanqui se agrava por el carácter cada día más especulativo de su economía y la situación soviética por sus graves problemas económicos y la rebelión de las masas en su vasto imperio.
Al mismo tiempo la reciente reunión de Washington entre Bush y Gorbachov demuestra que el punto central de confrontación entre ambas superpotencias está en Europa y, en especial, en Alemania, y que la disputa en torno a este punto no sólo no se ha apaciguado con los cambios recientes sino que, con nuevas formas, se ha incrementado.
Por eso podemos afirmar que el rasgo principal de la situación internacional actual, el que caracteriza la coyuntura política, es la distensión en las relaciones entre las dos superpotencias. Pero lo permanente en esta relación es la competencia.
6. La introducción de la microelectrónica, la automatización, el rayo láser, la biogenética y la robótica está produciendo gigantescos cambios en la producción. Estos cambios han sido empujados por la competencia y la lucha por los mercados entre los monopolios y han desarrollado, a la vez, aún más, la concentración monopolista, En los últimos meses hemos conocido la fusión o absorción de distintos grupos monopolistas. En la rama del automotor se produjo el acuerdo entre el grupo Jaguar y Ford; y entre la Renault y la Volvo por la cual este nuevo grupo pasará a ser el tercer fabricante mundial de camiones, atrás de la General Motors y la Daimler Benz y los primeros fabricantes de camiones de más de 15 toneladas. El reciente acuerdo entre la Dailmer Benz y la Mitsubishi ha puesto de pie un gigante en las ramas del automotor, la electrónica, la aeronáutica y los servicios, que amenaza, en el área aeronáutica, el predominio mundial de la Boeing.
La transformación técnica del proceso de producción ha sido enorme pero se estima que los saltos revolucionarios en este terreno se producirán para los inicios del próximo siglo.
Si se observa el proceso de fusiones intermonopólicas se verá en la superficie unidad y acuerdos. Que parecen coincidir con la distensión política en marcha. Pero, si se observa ese proceso con más atención, se notará un gigantesco reagrupamiento de fuerzas protagonizado por los grandes grupos monopolistas. Reagrupamiento de una magnitud nunca visto, que tiene por objetivo la disputa de los mercados y que sólo podrá realizarse en forma pacífica, sin choques bélicos, de una manera limitada. Especialmente porque el centro de la disputa es Europa; y si internacionalmente puede observarse una cierta estabilidad, en Europa crece la inestabilidad, lo que abre un momento de peligros incalculables en el centro mundial en disputa.
A la vez la irracionalidad capitalista aparece en toda su magnitud con esos cambios técnicos. Por un lado se observa un gigantesco aumento de la productividad y por otro un impresionante despilfarro y desperdicio de tecnologías y fuerzas productivas que están condenadas a desaparecer apenas nacen. Esto sucede, por ejemplo, en el terreno de los chips de memoria para las computadoras. En 1986 la tecnología más avanzada metía 64.000 elementos de memoria en un chip integrado de 3 milímetros de lado. La Siemens inició entonces la construcción acelerada, en Alemania, de una fábrica, para producir, a gran escala, memorias de un millón de elementos en un chip, con la seguridad de poder copar el mercado europeo. Cuando terminó de construir la fábrica ya se fabricaban chips que meten 4 millones de elementos.
Se ha abierto un proceso en el que todos los monopolios quieren “tener un pie en Europa” antes de 1992; y los europeos se preocupan por “defender a Europa” para los monopolios europeos. Mientras, en Asia, los yanquis cercan y acosan a Japón invirtiendo en Corea (que ya es uno de los mayores productores de computadoras) y en Taiwán, Tailandia, etc., para la producción masiva de conjuntos armados y para construir grandes fábricas automatizadas, aprovechando la baratura de mano de obra (incluso la especializada).
La exportación de tecnología se ha transformado en una forma moderna de exportar capitales. Esas tecnologías son el producto de gigantescas inversiones de capitales superconcentrados en las metrópolis imperialistas, que generan suculentos beneficios a los monopolios que las producen.
Todo esto genera en el movimiento obrero y revolucionario un debate de fondo: ¿todo este proceso tecnológico y monopolista confirma o niega las tesis esenciales del capitalismo y del imperialismo descubiertas por Marx y Lenin? Nosotros afirmamos en nuestras Tesis que las confirman.
7. A fines de 1989 los acontecimientos en el Este europeo se precipitaron. Se generalizó una gigantesca rebelión de masas que, en algunos lugares, bordeó la posibilidad de un alzamiento revolucionario contra la opresión del socialimperialismo soviético. Se extendió la rebelión de las nacionalidades oprimidas en la URSS y en algunas de ellas se produjeron choques armados contra las tropas rusas. Millones de obreros se lanzaron a la lucha huelguística y organizaron sindicatos y comités de fábrica independientes. Se produjeron huelgas y manifestaciones campesinas y estudiantiles. Todo el Este europeo es un enorme volcán en ebullición. Se ha evidenciado, en la URSS, la contradicción fundamental entre el carácter social de la producción y la apropiación de la misma por una burguesía burocrática, monopolista, de nuevo tipo. Se agravó la situación económica en la URSS y la perspectiva inmediata es que se agrave aún más. Se ha hecho pública la existencia de 43 millones de pobres en la URSS y de millones de desocupados. Las clases dominantes tienen necesidad de arrojar la máscara comunista que usaban y mostrarse cada día más como realmente son: una burguesía monopolista explotadora. Se demostró que diez años de guerra colonialista en Afganistán produjeron en la URSS similares consecuencias a las que produjo la guerra de Vietnam en los EE.UU. Cayó el muro de Berlín. Cayeron los gobiernos que pretendían regular la transición gorbachoviana en Alemania Democrática, Hungría y Checoslovaquia. Se agravó la crisis polaca. Los planes gorbachovianos sufrieron un duro golpe con las derrotas electorales de sus partidos socialdemocratizados, y de la propia socialdemocracia, en Alemania, Hungría y Checoslovaquia. Se fracturó el partido “comunista” soviético. Los hechos últimos demuestran que en los cambios que se producen en la URSS influyen varios factores principales: la crisis económica hizo emerger la contradicción principal entre la producción social y su apropiación por la burguesía burocrática monopolista de Estado y también las contradicciones de la clase dominante gran rusa con las nacionalidades oprimidas; la rebelión de masas contra el despotismo socialfascista; las consecuencias de la guerra colonialista en Afganistán; la política gorbachoviana de eliminar la falsa apariencia marxista-leninista para aparecer como son, como un país en donde –en condiciones y con formas particulares– se restauró el capitalismo, política que agudizó las divisiones en la clase dominante en la URSS; todo esto en las condiciones de los cambios que produjo la política yanqui, a partir de la presidencia de Reagan, cambios que obligaron a serias modificaciones en la política soviética. En cuanto al Este europeo han influido en los' cambios: la crisis económica; la rebelión de las masas contra el despotismo socialfascista y la opresión nacional; la acción de los monopolios occidentales; y el proyecto gorbachoviano. De estos factores, tanto en la URSS como en el Este europeo, el principal factor es el movimiento de masas, aunque éstas actúen dirigidas por fuerzas burguesas y pequeñoburguesas.
En relación con todo esto hay quienes plantean que el imperio socialimperialista se “desmembra”, o se “desmorona”. Que en América Latina la URSS ha dejado el campo libre a su rival yanqui y a las otras potencias imperialistas. Que “abandona” el Este europeo, etc.
Estas opiniones en el fondo niegan el carácter imperialista de la URSS. O creen que ese carácter ha cambiado con el glasnot y la “perestroika”.
Pero la situación no es así de ninguna manera. Si bien es cierto que en el último período la URSS se ha debilitado en mayor grado que los EE.UU., y también que desde que Reagan llegó al gobierno ya la URSS perdió la ofensiva global que había tenido en la década del 70 frente a los yanquis, no sólo el socialimperialismo no ha cedido ninguna de sus presas sino que defiende ferozmente la posesión de cada una de ellas. Cuando se ve obligado a retroceder y ceder se preocupa por hacerlo en condiciones que, en el futuro, le permitan contragolpear. Esto vale tanto para Lituania como para Armenia o Georgia. Tanto para Rumania como para Alemania o Nicaragua. Para Cuba como para Camboya. Para Afganistán como para Angola. Lo fundamental de las tropas soviéticas estacionadas en el Este europeo aún no han abandonado sus cuarteles. A cambio de las concesiones hechas a los yanquis y del acuerdo con éstos para bloquear un fortalecimiento independiente de Europa Occidental, la URSS ha conseguido concesiones de los yanquis. Estos han disminuido su ayuda a las guerrillas que enfrentaban al socialimperialismo en países de Asia y África. La URSS ha conseguido avanzar políticamente' en Irán y Medio Oriente y en el Sudeste asiático y el Pacífico. Militarmente retrocedió en Afganistán pero avanzó allí políticamente.
Todavía está por verse el fin de la partida. Principalmente en la cuestión alemana y en los alineamientos decisivos para la lucha por la hegemonía mundial. Si por un lado se ve que una Alemania desarmada es una ilusión en la época del imperialismo, por otro se ha demostrado apresurada la alegría de Khol y de Bush que ya veían a Alemania unida y dentro de la OTAN. La URSS aspira a ser el gendarme militar de la “casa común europea” que propugna. Se demuestra que el objetivo máximo de la “perestroika” es la neutralización europea e, incluso, la alianza con una Alemania o una Europa continental socialdemocratizada. Es una vana ilusión nacida de cabezas trasnochadas pensar que la URSS se retirará de Alemania Democrática sin una revolución que la expulse de allí o sin imponer sus condiciones. Un colaborador de Gorbachov declaró a la revista Time– “si nos retiramos de Alemania, el hecho podría ser interpretado como que hemos perdido la guerra fría; pero si permitimos que Alemania unificada sea miembro de la OTAN, esto podría ser interpretado como que hemos perdido la guerra mundial. Algo evidentemente inaceptable para el pueblo soviético” (Propuesta, 7-6-90). Como explicó el dirigente soviético Valentín Falín en Clarín del 10-6-90: el problema de la alineación alemana se debe decidir en conjunto (en las reuniones llamadas de los “dos más cuatro”: las dos Alemanias más las cuatro potencias vencedoras en la guerra mundial) y no por los alemanes solos; “un acuerdo de paz primero –dice Falín– y luego la autodeterminación alemana”, con la condición que “Alemania no deberá fabricar, poseer, ni estacionar, armas de destrucción masiva en su territorio”. La “carta” de la reunificación alemana* (al igual que la “carta” cubana) aún está en las manos soviéticas y está por verse el resultado final de este realineamiento de fuerzas a escala mundial. Más aún si se tiene en cuenta que tampoco está claro si se inclinará, y en tal caso hacia qué lado se inclinará, la República Popular China en ese reagrupamiento mundial de fuerzas.
* La presencia de las tropas soviéticas en el territorio de Alemania Oriental establecida de acuerdo a los tratados de Yalta y Postdam, al fin de la Segunda Guerra Mundial, condicionó la unificación alemana.
8. Continúa la declinación del imperialismo yanqui. Su economía está seriamente endeudada. Para el año 2000, si no revierte esta situación, pagará un billón trescientos mil millones de dólares por año de intereses por su deuda pública. Sigue teniendo dificultades para mejorar la competitividad de su economía, lo que se expresa en el crónico déficit de su comercio exterior. Pese a esto, aprovechando las dificultades y la complicidad soviética, pudo resolver a su favor la situación en Panamá y en Nicaragua sin haber podido, sin embargo, aplastar la rebelión antiyanqui en toda esa área ni la influencia de la otra superpotencia en la región, ya que el Ejército sandinista sigue en pie, al igual que la guerrilla salvadoreña y algunos sectores siguen empujando la lucha guerrillera en Guatemala y no se ha podido aún liquidar al gobierno de Fidel Castro.
El imperialismo norteamericano, tras los acuerdos de Malta, intervino militarmente en Panamá. Tras el pretexto de la participación de Noriega en el narcotráfico está en realidad el control estratégico del canal de Panamá y del área centroamericana en general. La resistencia del pueblo y el gobierno panameños sólo contó con débiles declaraciones de apoyo de algunos países latinoamericanos.
Las elecciones de Nicaragua dieron el triunfo a la alianza opositora UNO, en la que coexisten fuerzas que participaron en la insurrección contra Somoza, como Violeta Chamorro, y fuerzas proyanquis. Influyó en este resultado la situación económica y social de las masas, que al no resolverse los problemas económicos de fondo, creados por la estructura latifundista y dependiente, había ido empeorando progresivamente.
Aplicando las “modernas” teorías del socialimperialismo soviético, el gobierno sandinista no entregó en propiedad las tierras entre los campesinos, conservó grandes latifundios y desalojó a los mizkitos de sus tierras, trasladándolos contra su voluntad e impidiéndoles la subsistencia basada en la pesca. Así se generó el descontento de los campesinos y de los indios mizkitos y otros pueblos, en el cual se basaron los “contras” para estabilizar su acción militar proyanqui contra el gobierno prosoviético de Nicaragua.
La derrota del Frente Sandinista de Liberación Nacional no es la derrota de la clase obrera y el pueblo. Es la derrota de un camino que traiciona los intereses revolucionarios de los pueblos al colocarse en una posición de subordinación a la URSS para liberarse de los EE.UU. Este camino no sólo cierra el paso a la posibilidad de una verdadera revolución popular y nacional, sino que es incapaz de derrotar al imperialismo norteamericano, gendarme de los pueblos centroamericanos, que no dejó de acosar a Nicaragua un solo día. En el marco de los acuerdos de Malta el gobierno de Violeta Chamorro negocia ahora con el sandinismo (que mantiene la dirección del Ejército) y ha logrado el desarme de los “contras”.
Por otro lado, los yanquis lograron revertir, relativamente, el proceso que, en 1988, amenazó con imponer una seguidilla de gobiernos populistas en América del Sur (Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina). Lograron imponer una salida condicionada en Chile. Los yanquis han mejorado sus posiciones en América del Sur, pero enfrentan una dura competencia de sus rivales europeos, soviéticos y japoneses. También compiten con las propias burguesías nacionales de esta región. No han hecho lo que han querido en Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Argentina. Y crece en todos estos países la lucha obrera y popular.
Tanto el socialimperialismo como los imperialismos europeos rivales de los yanquis difunden aquí la versión según la cual los yanquis hacen y deshacen a su antojo en América Latina y las políticas de los gobiernos burgueses de América del Sur serían la meta ejecución de los famosos documentos de Santa Fe.*
Aprovechando las dificultades de las dos superpotencias, los monopolios de las potencias imperialistas europeas y el Japón crecen en toda la región y, por consiguiente, se ha agudizado en ella la disputa interimperialista. Esto es particularmente válido para la Argentina en donde la influencia soviética y europea es muy fuerte. La reciente propuesta del gobierno de Bush de crear una zona de libre comercio en el territorio americano (del norte y del sur) sale al paso de sus rivales imperialistas, y ofrece una propuesta de alianza a las burguesías nacionales latinoamericanas en el momento en el que se refuerza una tendencia de los monopolios europeos, japoneses y soviéticos a realizar acuerdos contra los yanquis en América Latina.
9. Ha tenido una enorme importancia la reunión de los diez partidos marxistas-leninistas-maoístas realizada en el mes de enero. Esa reunión puso de relieve la importancia mundial de la lucha en defensa de la teoría marxista-leninista y de los principios del comunismo que desarrolla nuestro Partido. Esta lucha debe ser una tarea especial de todas las organizaciones del Partido, que deben planificarla y desplegarla con intensidad y amplitud junto a la lucha política y reivindicativa ya que éstas, sin aquélla, servirán de poco desde el punto de vista de los objetivos finales por los que existe el Partido Comunista Revolucionario.
* En 1980, en polémica con la política de Carter, los elementos más reaccionarios y recalcitrantes del imperialismo yanqui publicaron el llamado Documento de Santa Fe I, y en 1988, el Documento de Santa Fe II que resumió políticas a aplicar en América Latina para defender y profundizar el expansionismo Yanqui.
10. Tareas
I. Campaña en defensa del comunismo. De acuerdo con sus resoluciones sobre la situación internacional, el Sexto Congreso resuelve profundizar la campaña activa en defensa del comunismo, reivindicando las históricas conquistas logradas allí donde triunfó la revolución y se construía el socialismo, y reafirmando la validez de las tesis fundamentales del marxismo-leninismo-maoísmo.
II Continuar y desarrollar las relaciones, intercambios, solidaridad mutua y unidad con los partidos y organizaciones marxistas-leninistas-maoístas de todos los países.
En 1980, en polémica con la política de Carter, los elementos más reaccionarios y recalcitrantes del imperialismo yanqui publicaron el llamado Documento de Santa Fe I, y en 1988, el Documento de Santa Fe II que resumió políticas a aplicar en América Latina para defender y profundizar el expansionismo Yanqui.
III Solidaridad activa con las luchas revolucionarias y de resistencia que los pueblos oprimidos de América Latina y del mundo libran por su liberación y contra el imperialismo, especialmente las dos superpotencias y para enfrentar y derrotar sus provocaciones belicistas.
IV Solidaridad activa con las luchas sostenidas por la clase obrera en América Latina y todo el mundo.