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29 de September de 2021

Centenario de las grandes huelgas de Santa Cruz (nota 1)

Antecedentes de la rebelión obrera

Se cumplen 100 años de las gloriosas huelgas santacruceñas, que conmovieron el país entre octubre y diciembre de 1921. Reprimidas a sangre y fuego por el ejército enviado por el gobierno radical al servicio de los terratenientes y los imperialistas, son una de las páginas imborrables de la lucha obrera y popular, y sus mártires siguen siendo bandera en la lucha por la revolución.

Luego de terminada la primera guerra mundial comienza un período de crisis en la economía santacruceña, principalmente por la caída del precio de la lana. Inglaterra, el principal destino de las exportaciones laneras, estaba saturado con los productos llegados desde Australia y Nueva Zelandia. “Los 10 kilos de lana sucia, que valían 9,74 pesos oro en 1918 se pagaron 3,08 pesos en 1921. La esquila de 1920 no tuvo compradores y se sumó a las 80 mil toneladas que habían quedado de los años anteriores”, escribe Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2.

La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, propiedad de los Braun Menéndez tenía 1.250.000 lanares que producían cinco millones de kilos de lana, 700.000 kilos de cuero y dos millones y medio de carnes y menudencias. La crisis se hizo sentir rápidamente entre los trabajadores, con el aumento de la desocupación, una baja de los salarios, y creciente carestía de la vida.

En enero de 1919, mientras se conocían en Río Gallegos las noticias de la rebelión desatada en Buenos Aires, se desencadenaba una huelga general en la ciudad reclamando la liberación de Apolinario Barrera, quien había caído preso junto con Simón Radowitzky en Chile tras el fracasado intento de fuga de este último. Lanzada la huelga, el 17 de enero se organiza una manifestación de mujeres que reclamaban por la libertad de los detenidos. Cuenta Osvaldo Bayer que en esa marcha el “sargento Jesús Sánchez procedió a la detención de la organizadora de la marcha, la española Pilar Martínez (cocinera, viuda, de 31 años de edad). Pero la mujer –¡flor de gallega brava!– según el parte policial le asestó un fuerte puntapié en los testículos produciéndole una contusión dolorosa que lo dejó inutilizado para el servicio durante dos días”. El mismo suceso es informado por las autoridades locales al subsecretario del interior en estos términos “Grupo de mujeres ácratas pretendió dirigirse en manifestación a la cárcel con el objeto de libertar a sujetos detenidos” y que las mujeres “atacaron con piedras y otros objetos”. La misma noche caen en el patio de la cárcel volantes llamando a “soldados y agentes de policía” a “tirar el máuser” y unirse al pueblo. Los presos serían liberados recién meses después, con la llegada del juez Ismael Viñas, de activa participación en las huelgas posteriores.

La huelga se prolonga entre los mozos y cocineros de los hoteles, y tiene un papel activo Antonio Soto, electo secretario de la organización sindical en mayo de ese año. Soto junto a otro compañero le “rompen la crisma” a un carnero y la policía los mete presos. Son liberados por orden del juez Ismael Viñas, otro de los actores de las grandes huelgas que sobrevendrían meses después.

Hacia septiembre, la Sociedad Obrera inicia un “boycot” a los hoteles que no habían cedido a las demandas sindicales. Un volante sindical decía: “Hacemos saber al pueblo de Río Gallegos que el señor gerente del Grand Hotel, una vez más se nos ha declarado en rebeldía, por cuanto después de dar su palabra por medio de árbitros ha faltado a ella. Por lo tanto esta Sociedad resuelve llevar a delante el bloqueo al protervo…”.

El tono del volante ya mostraba cómo se iba caldeando la situación social, lo que reflejaba alarmado el jefe de policía Diego Rotchie, en un informe al gobernador Correa Falcón, de agosto de 1920: “esta policía ha descubierto que la Federación Obrera Local, en combinación con sus similares de Buenos Aires, de los puertos de la costa y Punta Arenas, prepara una huelga general para el mes entrante, movimiento que posiblemente asumiría el carácter de revolucionario, pues se tiene vehementes sospechas, por más que no ha sido posible comprobarlo aún a pesar de las investigaciones practicadas, que en uno o más puertos del territorio se están fabricando bombas con dinamita”.

Ese fue el año también en el que la Sociedad Obrera de Río Gallegos inició un boicot a tres comerciantes, entre ellos al abuelo del expresidente Néstor Kirchner, Karl Kirchner, porque éstos habían boicoteado a un periódico, La Gaceta del Sud, que reflejaba parcialmente las demandas obreras. El volante llamando a la medida de fuerza llama a estos integrantes de la “Liga de Comercio e industrias” explotadores y “zánganos de la colmena social” (17 de octubre de 1920). Recuerda Osvaldo Bayer que este Karl Kirchner era prestamista, usurero y proxeneta y que fue “el fotógrafo de los militares. Los acompañaba y sacaba las fotos de los obreros que eran detenidos ilegalmente y luego fusilados”.

 

Hoy N° 1883 29/09/2021