Hemos consignado que en la apertura del VII Congreso del Partido Comunista de la Argentina, el 26 de diciembre de 1925, fue muerto a balazos el principal dirigente juvenil del PC, Enrique G. Muller, de 25 años. El congreso era público, y con asistencia de “barra”. En medio del conflicto con el sector denominado “chispista”, cuyos dirigentes habían sido expulsados recientemente, se le adjudicó a uno de éstos el asesinato.
Enrique Muller era el secretario del Secretariado Juvenil Sudamericano de la Internacional Juvenil Comunista, además de secretario de la Federación Juvenil Comunista de la Argentina. Al poco tiempo de su muerte (enero de 1926), la FJC editó un número de su periódico, Juventud Comunista, dedicado íntegramente a Muller. Allí, en un artículo titulado “El complot”, se describe el atentado: “Contra él, que se encontraba sin armas, disparó un cobarde matador los balazos. Y una bala le penetró por la frente, hiriéndolo en pleno cerebro, y otra le atravesó el corazón”. Luego analiza que este atentado y el “fracaso del Congreso” hubiera beneficiado “a los enemigos del comunismo y por lo tanto a la clase capitalista”. Sin nombrarlos, desliza que fueron los chispistas quienes dieron información del hecho a los “diarios burgueses” que “desencadenaron una campaña infame contra el Partido”, diciendo que la reyerta había sido por el reparto del “oro ruso”. La nota, que describe al gobierno de Yrigoyen como “capitalista y reaccionario”, concluye que “El enemigo metido en las propias filas es el más peligroso”.
Esta caracterización del gobierno radical, señala Otto Vargas en el tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina, está en línea con lo aprobado en el VII Congreso: “en ningún momento el programa aprobado por el VII Congreso habla de oligarquía, sino de diferentes capas burguesas, señalando que en 1912 se desplazó a la burguesía terrateniente del control de las palancas claves del Estado, y gracias a la ‘unidad de las demás capas burguesas’ se reemplazó a los ganaderos por ‘la oligarquía financiera’, y ésta inició su dominación efectiva ‘representando al gran capital industrial y financiero, especialmente norteamericano, vale decir, señalando el comienzo de la dominación política decisiva del imperialismo yanqui’. Con lo que queda claro que, en ese momento, la comisión de la Internacional Comunista para América del Sur y la dirección del PC de la Argentina carecían de una caracterización científica de la burguesía nacional y planteaban que el triunfo de la Unión Cívica Radical implicaba el inicio del dominio yanqui sobre la Argentina”.
Hoy N° 1757 06/03/2019