El artículo que nos alcanza Miriam es de enero de 2006 y tiene por título “Cuando el Estado se suma a la lista de violadores de una adolescente” y a continuación: “una joven hipoacúsica fue violada en Villa Constitución. Al momento de actuar, policía y justicia mostraron su costado más oscuro” (Rosario 12: 9/01/2006), artículo que relata el caso de Joana, que a dos años de la violación sigue impune.
Los padres, Miriam y Oscar y sus otras dos hijas, iniciaron inmediatamente el camino de la reparación judicial: en la policía de la mujer, en el hospital y ante el juez. Joana fue sometida a interrogatorios reiterados que la inducían a dudar sobre quienes habían sido los agresores, tomados sin asistencia psicológica, sin los mecanismos más elementales para evitar sentirse intimidada y sin tener en cuenta las dificultades que la hipoacusia provoca en su posibilidad de expresarse. “Mi hija no quiere ir a los tribunales porque dice que allí no le creen” cuenta el padre, quien agrega “a mi hija la violaron tres veces”: las otras las cometió el Estado con las irregularidades policiales y judiciales en la recolección de pruebas, que complican seriamente la investigación, así como las condiciones humillantes en las que se tomó declaración a la víctima y en la misma recolección de las pruebas”.
Escraches a policías y jueces
Mientras los violadores están libres –uno de ellos estuvo detenido 15 días y fue liberado por falta de mérito– la familia es amenazada. Pero Miriam y Oscar están dispuestos a terminar con la impunidad. Protagonizaron ocho marchas multitudinarias en una ciudad de cuarenta mil habitantes, que fueron a escrachar a policías y al juez. Diputados provinciales presentaron pedidos de informes sobre la actuación del juez.
Se recibieron, además, adhesiones de organizaciones de mujeres y hasta el intendente tuvo que sumarse a una de las marchas que, en reclamo de justicia, sacudieron la apariencia de “aquí no pasa nada”.
Miriam nos cuenta que numerosas mujeres se acercaron para comentarle situaciones similares de agresión y violaciones que no se animan a denunciar, en parte por la vergüenza que siente la víctima que, además, tiene que demostrar que lo es y en parte, por el trato que recibe de los organismos que deberían protegerla y defenderla. Al respecto, nos dice también la madre, que Joana quiere que todos se enteren y conozcan la verdad para que nadie sufra lo mismo que ella.
Miriam fue este año al Encuentro Nacional de Mujeres por primera vez. En el taller de Violencia Hacia las Mujeres y Niñas se conmovió con los relatos de situaciones como las vividas por su joven hija y contó lo suyo y su propia historia de padre golpeador, tal vez motivo del particular cuidado que prodigó a sus hijas, en especial a Joana por su capacidad diferente. Su relato y su incansable lucha contra la violencia hacia la mujer fue seguida con gran emoción por las participantes del taller, que la aplaudieron y se comprometieron a difundirla.
Cuando le preguntamos a Miriam qué le pareció el Encuentro, se le ilumina la cara: “¡grandioso!, una emoción…la marcha… ¡cómo grité!… Cuando gritaban lo de los violadores, por lo de Romina, se me aparecía cuando el juez me dijo ‘¿y usted quién es para venirme con lo de su hija?’ y cuando el comisario quería que le llevara a mi hija para ver cómo se vestía”.
Para el 25 de noviembre, “Día de la no violencia contra la mujer” se prepara una gran marcha en Villa Constitución. El año pasado se hizo un acto en la plaza. Este año las mujeres que fueron al Encuentro ya están organizando una jornada de repudio por los numerosos casos y para animar a denunciarlos. También contra la violencia hacia la mujer la justicia depende de nuestra lucha.
02 de October de 2010