Siguiendo con la tradición del Partido Socialista, el naciente Partido Comunista mantuvo y desarrolló una importante cantidad de bibliotecas, que cumplían varias funciones. En el propio proceso de ruptura algunas de estas instituciones pasaron al PC, y otras fueron creadas. Además de la obvia tarea de difusión de libros, estas bibliotecas funcionaban en muchos casos como centros culturales con variadas actividades: charlas, bailes, conciertos, representaciones teatrales, etc.
Siguiendo con la tradición del Partido Socialista, el naciente Partido Comunista mantuvo y desarrolló una importante cantidad de bibliotecas, que cumplían varias funciones. En el propio proceso de ruptura algunas de estas instituciones pasaron al PC, y otras fueron creadas. Además de la obvia tarea de difusión de libros, estas bibliotecas funcionaban en muchos casos como centros culturales con variadas actividades: charlas, bailes, conciertos, representaciones teatrales, etc.
El periódico oficial del PC, La Internacional, divulgaba estas actividades así como los libros que le interesaba promover a la dirección partidaria. Los nombres de las bibliotecas iban desde los clásicos Carlos Marx, Federico Engels, Rosa Luxemburgo, Kart Liebknecht, etc., a aquellos que expresaban las aspiraciones, algunas más vinculadas al positivismo que a un objetivo revolucionarios: Renovación, Antorcha de la Verdad, Trabajo, Sol de la Humanidad, Germinal, Día a día más luz, Amigos del Comunismo, La Comuna, entre otros. Una de las más grandes y conocidas mantuvo el nombre de Esteban Echeverría que tenía en el PS, toda una definición de la visión de los fundadores del PC sobre las personalidades históricas argentinas a rescatar.
Estas bibliotecas, cerca de 15 a comienzos de la década del 20 del siglo pasado, estaban ubicadas principalmente en barriadas populares de la ciudad de Buenos Aires, algunos lugares del conurbano y la provincia de Buenos Aires (Avellaneda, Lanús, Ramos Mejía, La Plata), y en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Tucumán.
Desde la dirección del PC se impulsaba su autosostenimiento financiero, e incluso se destacaba que la independencia de estas bibliotecas obreras, diferenciándolas de las que se denominaban “populares” pero eran “bibliotecas subvencionadas por la burguesía”, como se escribió en un artículo de La Internacional.
Un dirigente del Partido Comunista, M. Punyet Alberti, escribía sobre las diferencias de las bibliotecas comunistas con el resto de las bibliotecas obreras: “Es común caer en el error de pensar que una biblioteca mantenida por trabajadores debe preocuparse ante todo de los grandes problemas de la ciencia y de las creaciones de la literatura… Se trata de adquirir mediante estas bibliotecas, la cultura indispensable para mantener una lucha tenaz contra la minoría que se ha adueñado del mundo”. La Internacional, XI, 3216, 10/12/27, p. 4., citado por Hernán Camarero (El Partido Comunista argentino y sus políticas en favor de una cultura obrera en las décadas de 1920 y 1930).