En la noche del 22 de noviembre, una banda de asesinos al servicio del latifundista Cabral atacó a tiros a familias ocupantes de la estancia Beirada, cerca de Manga, en el estado de Minas Gerais.
En la noche del 22 de noviembre, una banda de asesinos al servicio del latifundista Cabral atacó a tiros a familias ocupantes de la estancia Beirada, cerca de Manga, en el estado de Minas Gerais.
Según denuncia la Comisión Nacional de Ligas de Campesinos Pobres y publica el Centro Brasileño de Solidaridad con los Pueblos (Cebraspo), anteriormente los matones de Cabral, que alega ser “dueño” de la “fazenda” (hacienda), ya habían amenazado a los campesinos que reclaman las tierras de Beirada y rondaban la hacienda exhibiendo armas. Los pistoleros fueron re- conocidos por los campesinos y son viejos conocidos del pueblo de Manga. Tirotearon a la gente (incluidos hombres, mujeres, niños y viejos), arrojaron bombas y prendieron fuego a las pertenencias de los agricultores, que debieron refugiarse en la selva para no ser asesinados.
El ataque tuvo lugar en las propias narices de la policía. La Policía Militar incluso justificó la acción de los pistoleros y sostuvo que el latifundio tiene derecho a usar la fuerza para expulsar a los campesinos.
Con Dilma,
el latifundio sigue vivo
“Es absurdo en una región de sequía como la nuestra, donde muchas familias pierden todo el año cultivos y jardines, tener una hacienda como Beirada, con tanta provisión de agua sin producir nada”, escribió apenas una semana antes la Liga de Campesinos Pobres del norte de Minas y sur de Bahía en el periódico Resistencia Campesina. En 2007, el último intento de trabajadores del campo de ocupar la estancia fue respondido a balazos.
El Brasil tiene una larga historia de persecuciones y matanzas de campesinos por bandas armadas por los terratenientes, también bajo los gobiernos de Lula y el actual de Dilma Rousseff, para impedir que se lleve a cabo la tan necesaria y reclamada reforma agraria. La última acción sangrienta de los latifundistas fue el asesinato de un profesor y varios campesinos en el Estado de Rondonia a fines de abril.
Diversas organizaciones y personalidades populares vienen exigiendo al gobierno brasileño que detenga inmediatamente las matanzas de familias y activistas campesinos, las detenciones arbitrarias y los desalojos, así como el castigo de las personas responsables de esos crímenes.
La publicación de los campesinos pobres de Minas y Bahia termina reclamando: ¡Tierra para quien la habita y la trabaja! ¡Tomar todas las tierras del latifundio! ¡Viva la Revolución Agraria!