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22 de May de 2019

Ante las medidas el fascista Bolsonaro

Brasil: universidades estatales de pie

Distintos sectores confluyen en la preparación del paro nacional del 14 de junio.

El 15 de mayo, en Brasil se realizó la primera gran manifestación de masas contra Bolsonaro. Estudiantes y profesores universitarios salieron, prácticamente en los 27 estados, a protestar contra los ataques presupuestarios y de contenido contra la educación. En muchos casos fueron acompañados por profesores y alumnos de colegios secundarios, primarios, y por las familias.

Lo que se había iniciado en las universidades de Bahía (noreste), la Universidad Federal Fluminense, en Niterói (sudeste), y la Universidad Nacional de Brasilia (centro oeste), se extendió a todo el país. En algunos casos, como en San Pablo, en las manifestaciones participaron también sindicatos. Tanto la universidad de Bahía como la de Brasilia habían subido en los últimos años el ranking de universidades latinoamericanas, como los de la publicación especializada Times Higher Education.

En la USP (Universidad Estadual de San Pablo), la más importante del país, marcharon siete kilómetros al grito de “Libros sí, armas no”, “Fuera Bolsonaro”, “La educación no es gasto, es inversión”. En la Avenida Paulista se sumaron a una multitud que ocupó más de seis cuadras divididas en tres bloques con los sindicatos a la cabeza, los universitarios y los partidos como cierre. Muchos discursos plantearon la necesidad de la unidad de las organizaciones gremiales, partidos y movimientos para resistir el ataque contra la educación, e incluso lo extendieron a la lucha contra la reforma de las jubilaciones.

El paro tuvo alto acatamiento en la USP, y en la Universidad de Campinas, que hasta ahora tenían garantizado un porcentaje del presupuesto del Estado de San Pablo, el más rico de Brasil, para su funcionamiento. También pararon algunas cátedras de la PUC (Pontificia Universidad Católica), privada, con una larga tradición de enfrentamiento a la dictadura militar.

En Río de Janeiro la protesta se concentró, bajo la lluvia, en la plaza de la Candelaria y de allí las columnas salieron en manifestación.

En Brasilia miles marcharon hacia el Congreso, esquivando el Ministerio de Educación Nacional, que estaba bloqueado por Guardia Nacional de Seguridad Pública, desde una manifestación anterior de los pueblos indígenas en reclamo por la delimitación de sus tierras.

La participación en las protestas fue tan amplia, que incluyeron sectores que habían apoyado el juicio político contra Dilma Rousseff.

El gobierno
Después de un período de enfrentamientos internos en el Ministerio de Educación fue nombrado un nuevo ministro: Abraham Weintraub. Estos enfrentamientos no han sido privativos de este ministerio, sino que se dan entre sectores de las FFAA desarrollistas, y los más fieles representantes de las posiciones del ministro de Economía, las llamadas “neoliberales”.

Weintraub anunció primero un bloqueo presupuestario de 30% en las tres universidades públicas, acusadas de “sembrar el desorden” por realizar manifestaciones contra el fascismo, o discusiones invitando a políticos de izquierda. “Cuando la gente va a la universidad para ir de fiesta, hacer alboroto, faltar a clases o asistir a seminarios absurdos que no aportan nada a la sociedad, se desperdicia dinero ganado con sudor”, dijo. Pero fue el propio Bolsonaro el que intervino de diversas maneras: primero prometió más escuelas militares, que serían las que dan mejor formación. Ante esto padres y profesores de colegios secundarios de Río protestaron frente al Colegio Militar.

Por otra parte Bolsonaro considera que las universidades públicas son un nido de izquierdistas, y declaró su intención de desviar parte de la financiación de las carreras de Sociología y Filosofía a lo que considera “carreras más productivas para el bolsillo del contribuyente”. Se burló de lo que él interpreta como “pensamiento crítico”: “Mientras los estudiantes de otros países estudian, nuestro joven tiene pensamiento crítico, está decidiendo si es hombre o mujer, además de la militancia política”. Bolsonaro también utilizó los viejos argumentos de que los que participaron en el paro “son idiotas útiles usados como masa de maniobra por una minoría”. Durante la campaña electoral propuso implantar “la educación a distancia porque así ayudamos a combatir el marxismo”. Erradicar lo que denomina “el marxismo cultural” y “la ideología de género” de las aulas es una de sus obsesiones. Trata también que los alumnos denuncien a sus profesores, como ocurrió con la profesora de sociología Camila Marques, del Instituto federal de Goais, el 15 de abril, que es, no casualmente, la secretaria general del SINASEFE –Sindicato Nacional de Funcionarios de Educación Básica, Profesional y Tecnológica, que junto al Sindicato Nacional de Docentes de las Instituciones de Enseñanza Superior (ANDES), organizan la resistencia.

El detonante de las movilizaciones estudiantiles fue el anuncio de que un 30% del presupuesto de algunas universidades públicas sería congelado para cumplir los objetivos de déficit y la eliminación de 3.000 becas de investigación.

Ante esto Bolsonaro a través del decreto 9794, disolvió de facto la autonomía universitaria, lo que aparece confusamente como un ordenamiento del empleo público, incluyendo la posibilidad de despidos, permite al poder ejecutivo resolver “los nombramientos para cargo de dirigente máximo de institución federal de enseñanza superior”. Esto generó inmediatamente un fuerte repudio de la Asociación de Universidades del Grupo Montevideo (AUGM), que nuclea universidades de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, del Consejo Interuniversitario Nacional de la Argentina, entre otras.

Los pueblos indígenas
Esta no es la única lucha en desarrollo en Brasil: del 24 al 27 de abril se instaló, como todos los años, el campamento Tierra Libre, organizado por la Articulación de los pueblos Indígenas de Brasil, con unos mil representantes los pueblos indígenas, que denunciaron que desde la llegada al poder de Bolsonaro ha habido “una serie de ataques e invasiones a las tierras indígenas, unidas a persecuciones y expresiones de racismo e intolerancia con los pueblos originarios”. Principalmente el gobierno quiere avanzar con proyectos de explotación en las zonas del Amazonas.

14 de junio: paro nacional
Estuvo planteado inicialmente como un paro de repudio al proyecto de Reforma de la ley de jubilaciones, cuyo proyecto aumenta sustancialmente la edad para jubilarse y complementa la reforma laboral, ya aprobada durante el gobierno de Temer. Sin embargo, van confluyendo un conjunto de luchas, como la indígena, la universitaria, como para suponer que será una gran demostración contra las políticas del fascista Bolsonaro. Este pretende dividir el movimiento diciendo que, si se aprueba la reforma jubilatoria, habrá más dinero para las universidades.

Mientras tanto, Flavio Bolsonaro, hijo del presidente y actual senador, está acusado de tener vinculaciones con las “milicias” paramilitares, además de estar siendo investigado por lavado de dinero.

Eduardo Bolsonaro, segundo hijo del presidente, en declaraciones a La Nación el 18 de mayo, volvió a defender a su hermano Flavio, además de explicar, con una cita del emperador Vespaciano: “el dinero no tiene olor”, y que China es hoy el principal socio económico de Brasil.

Escribe Irene Alonso

Hoy N° 1767 22/05/2019