No suelo hacer estos comentarios en mi muro, pero hace unos días conversábamos con una gran amiga cómo ha sido posible que Cristina haya logrado tal grado de sumisión política -mucho más que la que logró Perón en vida- pese a los desacuerdos reales que es posible percibir en el espacio político que lidera.
No suelo hacer estos comentarios en mi muro, pero hace unos días conversábamos con una gran amiga cómo ha sido posible que Cristina haya logrado tal grado de sumisión política -mucho más que la que logró Perón en vida- pese a los desacuerdos reales que es posible percibir en el espacio político que lidera.
Hoy recibí un artículo de una agencia de prensa pro-oficialista titulado “Cristina y los dirigentes descartables”. Me dije, bueno, por fin una mirada crítica sobre estas cuestiones. Pensé que sectores de la juventud habían cuestionado la decisión de la presidenta de poner a Zannini en la formula con Scioli y salían a defender la candidatura de Randazzo, convertido ahora en un “dirigente descartable”.
Craso error el mío… Vaya ingenuidad; se nota que era todavía madrugada… En realidad el título del artículo se refería a una crítica que Cristina hizo a aquellos dirigentes políticos (de la oposición, por supuesto) que se dejan seducir por el establishment y que luego son “descartados por estos”.
De la elección de Zannini por el dedo presidencial y la evidente suspensión de las PASO kirchneristas nada se dice. Al contrario, una frase agrega, para refrendar la sumisión: “Cristina hace rato viene explicitando un decálogo de conducción, como para reforzar las enseñanzas que ejercer la Presidencia de la Nación dejó en ella y Néstor. Y para que los compañeros que continúen la tarea estén atentos, y no confundan el camino”…
Eso, más los exabruptos de hace unos días de un miembro de Carta Abierta, Eduardo Jozami, sobre la posibilidad de que Máximo Kirchner fuera candidato a vice (“Si eso sucediera, tendría la expectativa de que Scioli a lo mejor renuncie algún día para que Máximo Kirchner asumiera en su lugar”), lo dicen todo… La aceptación incluso de la hipótesis monárquica -si pensamos en el rol que querían adjudicarle a Máximo Kirchner-…
Sumisión política, pérdida completa de pensamiento crítico, y si miramos para adelante, con lo que se viene, qué tiempos bravos nos tocan.