El miércoles 16, cerca de 100.000 estudiantes, profesores y padres volvieron a colmar la Alameda –principal avenida de la capital chilena Santiago. Mal que le pese al presidente Sebastián Piñera, el movimiento estudiantil chileno sigue teniendo convocatoria masiva en su rechazo a la educación mercantilizada y su reclamo de educación pública y sin fines de lucro. También exige la reincorporación de 65 estudiantes secundarios, a quienes las autoridades “educativas” no les renovaron la matrícula por haber participado en las manifestaciones de 2011.
Por educación pública y gratuita
La del 16 de mayo fue la primera de tres jornadas de movilización convocadas por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) que nuclea a las principales federaciones universitarias del país. Las marchas se repitieron en otras ciudades como La Serena, Valparaíso, Concepción y Osorno.
La Confech rechazó la “reforma tributaria” anunciada por Piñera, consistente apenas en la rebaja de los intereses del llamado CAE (Crédito con Aval del Estado); es decir, sólo se les disminuye la tasa de interés, pero los estudiantes tendrán que seguir pagando, y endeudándose para pagar por la educación “pública” que sus familias ya pagan con los impuestos.
Los estudiantes recelaron de entrada la propuesta que mantiene incólume el “modelo” educativo del pinochetismo. No por nada se coreaba en la marcha “¡Y va a caer, y va a caer, la educación de Pinochet!”.
Como parte de la “reforma” oficial el gobierno también promete la ampliación de becas. Para esto se destinarían 1.000 millones de dólares, pero los estudiantes consideran esa cifra una miseria, y reclaman que el presupuesto educativo se aumente en por lo menos 5.000 millones.
“Secundarios, universitarios y profesores estamos unidos en la misma lucha para terminar de una vez por todas con la real herencia de la dictadura, que es este sistema educativo segregador”, dijo un par de días antes de la marcha el presidente de la confederación de estudiantes (Confech), Gabriel Boric. “El movimiento no se conforma con migajas”, agregó en el acto de cierre. “Los estudiantes no podemos creer en Piñera, en la derecha, en Bachelet ni en la Concertación”, subrayó, reflejando el repudio de gran parte de los jóvenes chilenos a los partidos y los dirigentes del sistema.
El ministro de Educación, Harald Beyer, salió al cruce de la gigantesca marcha: “Estamos trabajando por construir una educación de calidad en todos los niveles, hemos estado haciendo una serie de anuncios en distintas materias, que buscan generar mayores oportunidades…”. Bla, bla bla… La misma música que los estudiantes chilenos ya están hartos de escuchar no sólo de los representantes del gobierno neoliberal de Piñera, sino también del anterior gobierno socialdemócrata de Michelle Bachelet.
Eloísa González, vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, enfatizó que la juventud chilena seguirá saliendo a la calle “hasta que la educación sea entendida como un derecho y se garantice en forma gratuita por el Estado”.