Lo primero que hay que remarcar es que el COVID 19 no es la única pandemia. En un contexto donde las cifras se imponen y nos mantienen en vilo, vale recordar que en Argentina todos los años ocurren un promedio de 280 femicidios, es decir un femicidio cada 30hs. Solo en el período de cuarentena, y con un marcador que no para de correr, se registran 25 femicidios (Cifras del OFEMMM). El aislamiento social obligatorio es fundamental para evitar una crisis socio-sanitaria sin precedentes, las medidas tendientes a aplacar la curva van mostrando el acierto de sostener dichas medidas. Sin embargo, cuando una mujer convive las 24hs con el agresor, la cuarentena puede convertirse rápidamente en sentencia de muerte. Las denuncias por violencia de género han aumentado exponencialmente, 39% indican desde el Ministerio, dando cuenta el riesgo que significa el aislamiento obligatorio para quienes conviven con su peor pesadilla. ¿Esto nos pone en una contradicción con las medidas de aislamiento tomadas por el gobierno? claro que no. Lo que señalamos es que si dentro del marco de la Emergencia socio-sanitaria no se incluye la Emergencia en Violencia de Género y se refuerzan específicamente los puntos más débiles de esta problemática, seguiremos lamentando más abusos y femicidios evitables.
¿Cuáles son las medidas que se han llevado a la práctica, en el marco de la pandemia, en materia de violencia de género?
A través del Ministerio, se venía proyectando un trabajo democrático de recepción de propuestas por medio de los Foros participativos y federales. Desde las altas esferas, compuesta en general por militantes del feminismo con trayectoria en la temática, reconocían los límites presupuestarios que iba a enfrentar el área en el corto y mediano plazo. Pero el aumento exponencial de las situaciones de violencia durante la pandemia, no permite esperar, se genera un estado de alerta absoluta. Urge tomar medidas específicas y efectivas para este sector, tomando el ejemplo de lo que se pudo hacer en el ámbito de lo socio-sanitario con los sectores sociales más vulnerados. La declaración de Emergencia en Violencia contra las Mujeres que venimos reclamando desde hace 8 años, hoy se precipita. Las ausencias y deficiencias se hacen más evidentes en este contexto, y las consecuencias son fatales.
Hasta el momento, en materia de género el Estado ha tenido poca iniciativa propia. Son las bases las que le van marcando el tiempo para que las acciones de gobierno no se pierdan. Hagamos una síntesis: la primera medida que se anunció fue la de reforzar las líneas de atención (144 y WhatsApp) y la difusión de dichos dispositivos; luego salió la iniciativa de los “barbijos rojos” como una forma de descentralizar la red de ayuda. Pero esta medida no fue bien recibida, las organizaciones y colectivos de mujeres y diversidad plantearon que dicha propuesta no fue pensada para los sectores más vulnerados, en los barrios donde no hay una farmacia dentro de un radio cercano o donde el personal farmacéutico no cuenta con perspectiva de género. Se consideró como una medida decorativa. A medida que la demanda fue creciendo y las cifras de denuncias aumentado, se elaboraron varias medidas y recomendaciones del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGYD) como la extensión de las medidas judiciales; el mapeo y acciones de asistencia para personas travesti-trans, articulando con las organizaciones sociales y de diversidad en cada comuna donde esto fuera posible. También se avanzó en la articulación entre Nación, las provincias y municipios, y se generaron acciones en coordinación con sindicatos y diversos actores sociales para facilitar lugares de alojamiento para mujeres y comunidad travesti-trans que necesiten refugio de emergencia. Otra medida importante es la inclusión de las víctimas de violencia de género dentro del programa Hacemos Futuro (todas estas medidas se pueden consultar en la web de MMGYD).
Pese a este conjunto de medidas, hasta el momento, en lo que respecta a la grave situación de violencia de género, el gobierno sigue estando por detrás de las iniciativas que surgen desde el entramado social subterráneo, compuesto por organizaciones sociales y agrupaciones feministas que realizan estas tareas de manera voluntaria y cotidiana. Lo que aparece como ventaja es la presencia de militantes feministas que hoy ocupan cargos de gobierno, gestando una mejor y mayor articulación entre el trabajo territorial y la recepción de propuestas, pero los lazos de acercamiento lo hacen principalmente las mujeres desde más abajo, con las redes que históricamente se formaron y que hoy se fortalecen ante una situación inédita y crítica. La presión y la acción en este contexto sigue moviéndose de abajo hacia arriba.
La pandemia dejó al descubierto grandes deficiencias que deben saldarse rápidamente. Un tema recurrente, que ha sido recogido durante la cuarentena por las mujeres de la Red de Acompañantes de la CTA-Autónoma de Mar del Plata, es la constante violación a las órdenes de restricción. Si bien, se ha anunciado que el personal destinado a atender estas carencias fue reforzado, la realidad demuestra que cuando se activan los botones antipánico los patrulleros no llegan a tiempo, además se les exige a las víctimas tener en mano la orden de restricción, situación que conlleva a que la propia mujer vulnerada tenga que hacerse responsable de su propia seguridad. Otra situación que preocupa, es que las comisarías especializadas no cumplen los horarios anunciados para las guardias de cuarentena. Por último, en lo referido a las fuerzas de seguridad, fue altamente cuestionado el “no accionar” frente a la captura del acusado por la desaparición y femicidio de Claudia Repetto. Durante las primeras semanas de cuarentena el femicida deambulaba libremente por las calles de un barrio, las cámaras de seguridad lo señalaban, los medios viralizaban el recorrido del asesino, pero fueron los allegados a la víctima los que lograron capturarlo luego de la inacción policial, cuando en teoría debían estar en pleno patrullaje de control por el aislamiento obligatorio.
¿Cómo sigue la lucha de género frente a este panorama? Tapabocas si, silencio no.
Lejos de encontrarnos calladas o aquietadas, la práctica está demostrando que la estructura subterránea emerge activa y en primera línea. Sin romper los protocolos sanitarios, son las redes de sororidad, el trabajo en conjunto dentro del Movimiento de Mujeres y Diversidad, y fundamentalmente el armado territorial, que cuenta con años de experiencia y lucha, lo que nos permitió la unidad en acción que veníamos tejiendo de manera horizontal por abajo. Esto resulta determinante en este contexto excepcional. El trabajo en el territorio nos permite tener un mapeo y un reconocimiento de primera mano de la realidad en cada barrio y en cada hogar, eso se articula con el trabajo de asesoramiento, acompañamiento o derivación en cada caso de violencia que surge. También las plataformas virtuales son otro canal para llegar a las mujeres y disidencias que necesitan atención. Lo que aquí denomino como “red subterránea” fue lo que nos permitió tener una reacción rápida y una estructura experimentada y fluida para intervenir. Somos el nexo entre la necesidad y la solución.
Destaco al menos dos herramientas de unidad y coordinación imprescindibles en este contexto particular de pandemia. Una de ellas es la Campaña de Emergencia en Violencia contra las Mujeres y la otra son los Comités Barriales de Emergencia (CBE en Mar del Plata) que también funcionan en varias localidades. En línea con lo que vengo expresando, ambas estructuras no surgieron espontáneamente, ni de la noche a la mañana, sino que reflejan un trabajo que lleva años de coordinación y que permitió una rápida reacción en momentos de crisis.
¿Qué es la Campaña Nacional de Emergencia en Violencia contra las Mujeres?
La consigna de la Emergencia viene recorriendo el país hace más de una década, primero las mujeres organizadas del NOA difundieron esta iniciativa y la llevaron a cada Encuentro hasta federalizarse la propuesta. Fue así que en el Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Chaco en el 2017 se forma la Campaña Nacional de Emergencia en Violencia contra las Mujeres. La misma nuclea diversas organizaciones territoriales y políticas, de mujeres y disidencias, estudiantes, gremios, mujeres independientes que encuentran en la Campaña el lugar para organizarse. El objetivo principal es reconocer la urgencia de aprobar una partida presupuestaria de emergencia para aplicar políticas públicas y programas destinados a prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia de género. En este contexto de pandemia, donde la urgencia es más imperiosa aún, la Campaña vuelve a presentar un Proyecto de Ley de Emergencia en Violencia de Género en el marco de la Emergencia Sanitaria, el mismo se presentó el pasado 14 de abril en manos de la Diputada Nacional salteña Verónica Caliva (PTP en el Frente de Todxs) en el que además de destacar los puntos anteriormente mencionados, se especifica sobre la creación del Programa Nacional de Promotoras Territoriales en Prevención de Violencia de Género, que tiene como objetivo formar 100.000 promotoras remuneradas y reconocer el trabajo que llevan adelante actualmente las promotoras que se han formado en los últimos años y que realizan la tarea de manera voluntaria en los territorios; la incorporación de las Coordinadoras del Programa de Promotoras Territoriales en los Comités de Emergencia Social de cada localidad o jurisdicción; garantizar el refugio o alojamiento de emergencia durante la cuarentena; decretar el IFE para mujeres en situación de violencia; difundir la app #NoEstasSola o crear una similar desde el MMGYD que contenga una red de contactos para contención y alerta. Mientras se espera el tratamiento legislativo, la Campaña continúa con una enorme iniciativa, con su acción “subterránea” que hoy es más visible y necesaria que nunca. Se armó rápidamente un voluntariado para recibir las denuncias, asistir, acompañar y/o derivar, bajo las consignas #CuarentenaSeguraParaTodas #NoEstasSola #EmergenciaNacional y #AlertaFeminista se han difundido flyers informativos con las líneas de asistencia y los recursos en cuarentena según cada provincia y localidad, el federalismo y la horizontalidad de la Campaña ocupa un rol clave para ampliar las redes. Se ha conseguido intervención inmediata y un mapeo de las falencias en cada lugar. El trabajo territorial con las promotoras y voluntarias le permitió a la Campaña una rápida iniciativa para meterse en el corazón de las problemáticas y poder articular con el Estado para dar solución a las demandas urgentes.
La experiencia de los Comités Barriales de Emergencia
En Mar de Plata, estos CBE están conformados por diversos sectores sociales (organizaciones sociales y políticas, promotoras territoriales en prevención de violencia de género, universidades, clubes, escuelas, centros de salud, parroquias, sociedades de fomento, delegados municipales, etc.) se forman en cada uno de los barrios de la ciudad y buscan organizarse y articular para resolver las principales demandas que surgen o que se agravan frente a las consecuencias socio-sanitarias de la pandemia, sabiendo que hay necesidades estructurales que ya atravesaban los barrios. Los comités barriales se han dispuesto a trabajar con objetivos, dentro de los cuales, el monitoreo y la intervención ante situaciones de violencia de género son una de las prioridades, junto con la distribución de alimentos y artículos de primera necesidad y el control de las diversas formas de violencia institucional.
Reflexión Final
Desde abajo las organizaciones arman las redes, asistiendo de manera virtual y en algunos casos de forma presencial cuando aparece la urgencia. Los vivos de Instagram, las redes sociales, las socorristas que siguen asesorando telefónicamente para no abortar en soledad junto con las redes de profesionales, la campaña por el aborto legal, la viralización de los videos muteados para que las mujeres puedan ver la información sin que el agresor escuche, las miles de promotoras y voluntarias de todo el país que se organizan en la Campaña de Emergencia para ampliar el alcance de los recursos humanos y materiales, son estos entramados subterráneos, sólidos, los que combinados con las posibilidades de articulación por arriba, siguen extendiendo la mano y buscando reinventar la ayuda y seguir fortaleciendo la lucha feminista en medio de una pandemia que deja al descubierto las grandes afecciones de la sociedad.