Juan nos cuenta que es “de un pueblito cercano a Las Flores, y estudió agronomía en Balcarce. Yo veo que en Las Flores cada montecito que había antes era un productor, un vecino. Hoy en día cada monte es una tapera, un campo vacío. Hay mucha concentración de la tierra. Desaparecen productores. De los 100 mil que desaparecieron en esta década, muchos son de esta zona. Hay mucho arrendamiento a púles de siembra, El Tejar y grupo Los Azules tiene alquilada mucha tierra en Las Flores y partidos aledaños como Belgrano, Alvear, Saladillo, 25 de Mayo, Azul; son miles las hectáreas alquiladas.
“En Balcarce hay una concentración de la tierra que puede venir de más tiempo, pero se sabe que tienen tierras Benetton, que posee sierras enteras. También Espinoza, el intendente de La Matanza, el presidente de la FIAT de Italia con sus pistas de aterrizaje en el campo. Hay muchas sociedades anónimas, que le han ido comiendo los campos a los vecinos, como El Volcán, El Silencio, Cinco Cerros. Son sociedades anónimas con campos no sólo en Balcarce sino en otras provincias. Se dedican a la agricultura extensiva, trigo-soja o sólo soja. Balcarce tiene de las tierras más productivas del país. Las Flores era tierra más de cría, porque es inundable, pero ahí también avanzó la soja, porque se adapta a zonas marginales. Hay un proceso de sojización en Las Flores.
“En Balcarce avanza con todo la soja, y es una zona tradicionalmente papera. Como la tecnología no es neutra, pocos se pudieron acoplar a los avances, como los sistemas de riego y los fertilizantes, que son muy costosos. Es una tecnología totalmente dependiente de insumos caros, por lo que los pequeños productores quedaron fuera, y se ha concentrado la producción de papa también.
“El mercado comprador de papa está concentrado en Mc Kein, una gran empresa de origen canadiense que provee de papas fritas a Mc Donalds. En Balcarce están instaladas grandes empresas a nivel mundial, como Nidera, KWS que es alemana, hay plantas de Monsanto, están todos.
“Hay mucha gente viviendo de arrendamiento. Se pierde la cultura del trabajo en el campo. Es entendible, porque los márgenes para producir en ese tipo de agricultura son sumamente apretados y son ‘un casino’, por lo que el pequeño productor opta por alquilar el campo, en sumas que no son muy altas pero que son fijas. Por eso la cultura del trabajo se pierde para ese productor y para sus hijos.
“Los jóvenes emigran, tanto del campo como de los pequeños pueblos, porque hay mucho aislamiento. Los caminos son intransitables, no llega la luz, no tenés Internet, y estamos hablando del corazón de la provincia de Buenos Aires, no de El Impenetrable. Por eso la juventud se ve tentada por emigrar a ciudades más grandes. Hay muchos problemas laborales. Los jóvenes están a la expectativa de que por ahí la única empresa que hay, puede ser una textil, funcione. Así pasó en mi pueblo, que se llama Pardo y está cerca de Las Flores. Son 350 habitantes. Cuando cerró la textil empezó a desaparecer el pueblo. Los jóvenes se empezaron a ir, porque no tenían oportunidades.
“La zona de Tandil, que se llama cuenca mar y sierras, es también una zona lechera, y es impresionante la cantidad de tamberos que han desaparecido. El gobierno recién ahora está cediendo a hacer un aporte al precio de la leche, cuando es un reclamo de hace diez años. En la lechería también la producción se concentra. La Serenísima es un pulpo que absorbe a los productores en la zona”.
Propuestas
Le preguntamos a Juan cuáles son las principales propuestas para revertir esta situación, y nos dice: “Nosotros pensamos que hay que darle rentabilidad a las pequeñas producciones, con precios mínimos como existieron en su momento, no inventamos nada. Estos precios mínimos sostén se dan hasta en economías capitalistas como la de Estados Unidos. Con estas medidas el productor sabe que labura todo el año, se sacrifica, y va a tener una ganancia.
“Esto no es lo que ocurre cerca de donde estudio, en Mar del Plata, con el cinturón hortícola, donde la fluctuación de precios es tan grande que hasta a veces tienen que tirar la mercadería. Por eso la propuesta es precios mínimos sostén y en origen, es decir en el lugar donde se produce.
“El Estado tendría que intervenir también con sistemas de almacenaje –cosa que también existió- para almacenar cuando el precio era bajo y que el pequeño productor pudiera vender cuando le convenía.
“Otra medida importante es la segmentación de las retenciones. No es lo mismo un productor chico que uno grande. No le podemos cobrar 35% de retención a un productor de 100 hectáreas porque le inviabiliza la producción.
“Hay que cambiar el rol del INTI y de las universidades, con planes de estudio que miran solamente al sector del agronegocio, y proyectos que financian las grandes empresas. Yo estoy haciendo una tesis en agroecología, y estuve un año hasta que pude viajar a San Pedro a conocer el sistema en que se basaba mi tesis, mientras las tesis de otros compañeros, sobre soja transgénica, reciben mucho apoyo económico, y esa cátedra recibe, por ejemplo, una combi. Es notable como se direcciona la plata para la investigación”.
A la pregunta de si, como afirman muchos, desapareció el latifundio en la provincia de Buenos Aires, Juan contesta que “claramente no. Es más, se incrementa notablemente”, y a la otra cuestión tan meneada sobre la desaparición de los campesinos en territorio bonaerense, afirma que “totalmente no. Se puede ver en el caso de la horticultura en Mar del Plata. El censo es muy viejo, pero se conoce que hay más de mil productores. Muchos de ellos son pequeños, en gran parte con mano de obra boliviana; o segunda o tercera generación, ya ciudadanos argentinos, a los que vez todo el día agachando el lomo produciendo la verdura que comemos todos los argentinos. También existen los pequeños agricultores o ganaderos, que mantienen sus formas de vida. Ojalá que las puedan mantener sus hijos también”.