La gravedad de la situación en la hermana Bolivia crece día a día. La derrota del MAS en la elección de prefecto (gobernador) en el departamento sureño de Chuquisaca es el punto de convergencia de una nueva arremetida oligárquico-imperialista para fracturar el país y voltear a Evo Morales.
Los ataques de bandas fascistas contra los sectores populares y especialmente indígenas que apoyan al gobierno se multiplican, al compás de las maniobras políticas dirigidas a desgastar y aislar al gobierno reformista de Evo y generar un estado de “caos” y “desgobierno” que abra paso al zarpazo antipopular y antinacional.
División popular en Chuquisaca
En Chuquisaca el domingo 29 resultó electa gobernadora –con amplia mayoría de los votos emitidos– Savina Cuéllar, una mujer campesina y ex constituyente del MAS que se pasó a la oposición cuando la Asamblea Constituyente se negó a incluir en el proyecto de Constitución el reclamo de Sucre –la capital del departamento– de ser proclamada capital de Bolivia. Ahora Cuéllar proclamó que impulsará un referéndum de autonomía también en Chuquisaca.
Así el departamento sureño, pese a ser uno de los bastiones del apoyo indígena y campesino a Evo, se sumó al grupo de prefecturas opositoras de la llamada “Media Luna”: Pando (Norte), Beni (Noreste), Santa Cruz (Este) y Tarija (Sureste) donde la derecha oligárquica y proimperialista logró hacer aprobar estatutos “autonómicos”, con altísima abstención pero con una mayoría de votos que la deja en el control de hecho de 7 de los 9 gobiernos departamentales del país.
¿Habrá revocatorio?
Se acentúa así el aislamiento político de Evo Morales. En este contexto pasaron casi desapercibidas medidas progresistas y soberanas como la estatización, menos de un mes atrás, de la transportadora de gas Transredes conformada por la anglo-holandesa Shell y la estadounidense Ahsmore.
Puesto a la defensiva y en previsión de la derrota electoral en Chuquisaca, Evo se limitó a anunciar que el gobierno respetaría los resultados –antes ya había admitido los referéndums autonómicos a pesar de ser inconstitucionales–, sólo reclamando que la elección “sea transparente”, y reafirmando lo que hasta ahora es la única medida dirigida a retomar la iniciativa política: la realización, el próximo 10 de agosto, de un referéndum revocatorio para decidir, por voto popular, la continuidad o no del propio Evo y de ocho prefectos opositores. Evo Morales confía en legitimar así, por vía legal, tanto su gobierno como el paralizado proyecto de Constitución, y deslegitimar simultáneamente a la oposición separatista y golpista.
De inicio los de la Media Luna aceptaron el desafío. Pero ahora, fortalecidos por sus triunfos en los referéndums del 4/5 en Santa Cruz, el 1º/6 en Beni y Pando, y el 22/6 en Tarija, redoblan la apuesta. Reunidos el 23 de junio en Tarija, y sumado el gobernador de Cochabamba, los capos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija dejaron entender que podrían no hacer el revocatorio en sus departamentos. La no realización de la consulta del 10/8 en más de la mitad del territorio boliviano sería un paso mayor en la escalada golpista –por ahora manteniendo la fachada “institucional”– contra Evo y contra las masas populares bolivianas.
Las provincias “rebeldes” crearon, además, un llamado “Consejo Nacional de Defensa de la Democracia”. Con ese burdo sello trabajan para forzar a Evo a dejar a un lado el revocatorio y firmar un acuerdo de “reconciliación nacional”, sobre la base del reconocimiento de las autonomías aprobadas unilateralmente en sus territorios y la convocatoria anticipada a elecciones generales.
La ofensiva “desestabilizadora” no desdeña ningún arma
Para bombardear el firme respaldo de Hugo Chávez a Evo, el ex presidente de Bolivia y dirigente de la alianza opositora Podemos, Jorge “Tuto” Quiroga, le atribuyó al gobierno venezolano participación en el atentado dinamitero contra un canal de televisión de Yacuiba el 21 de junio, horas antes del referéndum autonómico de Tarija. Una acción con los ribetes típicos de las provocaciones de “servicios” como la CIA yanqui.
El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, advirtió el sábado último que la “oposición” es capaz hasta de consumar el asesinato del presidente Evo Morales “para frenar el proceso de cambio”.
El propio Evo denunció reiteradamente que el imperialismo yanqui está detrás de la conspiración separatista y golpista, y que los planes de la CIA en Bolivia se ejecutan bajo la supervisión directa del embajador Philip Goldberg en La Paz, un especialista en provocaciones que acumuló una larga experiencia trabajando por la separación de Kosovo y el desmembramiento de Yugoslavia.
Golpeados por las luchas antiimperialistas de los pueblos, por las medidas de gobiernos reformistas favorables a la soberanía nacional, y por la disputa estratégica con otros rivales imperialistas, los yanquis y sus socios locales no se retirarán pacíficamente de la región. La solidaridad activa con el pueblo boliviano es una tarea prioritaria de los pueblos hermanos de América Latina.