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07 de October de 2015

Cristina en Naciones Unidas

De lo principal no habló y ofendió a los originarios

 Como publicamos en las Grageas de hoy  Nº 1587: “En Malvinas, bajo ocupación inglesa, está instalada la base militar extranjera más importante de América del Sur: Mount Pleasant, bajo el paraguas de la Unión Europea y en alianza estratégica con EEUU. En Mount Pleasant hay aviones ultramodernos, 1.500 soldados, buques de última generación y submarinos atómicos equipados con misiles Trident –por lo que cuentan con el aval de EEUU, miembro principal del sistema militar de la OTAN– y controlan el paso estratégico Atlántico Sur-Pacífico Sur y la ruta transpolar; amenazando así la integridad territorial de nuestro país y el Sur del continente Suramericano”.
Este es el principal problema que afecta a la Argentina en materia de política internacional. Pero la presidenta Cristina Fernández, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de este año, “no tuvo tiempo” en su extensa exposición, de dedicar siquiera un minuto al tema. Fue la primera vez desde 2008 que Cristina evitó hablar de Malvinas. Siempre, a lo largo de todos sus años en la Casa Rosada, éste ha sido un tema ineludible en su discurso en la ONU.
Hay otro dato que indica que esto no fue por “falta de tiempo”: la ausencia en la comitiva de Cristina Kirchner del secretario de Asuntos Relativos con las islas Malvinas de la Cancillería, Daniel Filmus. En los últimos años, este funcionario viajaba siempre a la ONU para acompañar a Cristina Kirchner en su mensaje a la Asamblea General y apoyar el reclamo argentino sobre las islas.
Lo cierto es que a cada jefe de Estado se le conceden 20 minutos para hablar ante la Asamblea General, pero muchos se exceden. En este caso, Cristina Fernández habló cerca de 40 minutos. El canciller Timerman trató de justificar el “olvido” después, diciendo que en su tiempo de exposición la Presidenta “no puede mencionar todos los temas”, con lo cual “priorizó lo que priorizó”.
Entre esas “prioridades”, tuvo tiempo para denunciar que desde la Casa Blanca le daban protección al ex espía Antonio Jaime Stiuso, al que no nombró. Dijo que lo había echado de la Secretaría de Inteligencia “por fuertes sospechas de entorpecer la investigación” de la causa AMIA, señalando que para eso había contado con la complicidad de Washington. Pero nada dijo sobre su anterior prohijamiento de ese espía, cómo pudo salir tranquilamente del país tras haberlo echado, y por qué recién nueve meses después se acuerda de preguntar sobre su paradero.
Para rematar su “olvido” sobre Malvinas, culminó su discurso con una frase que excluye no sólo a los originarios o nativos con raíz originaria que dejaron su sangre en las Islas, sino a todos los argentinos y latinoamericanos, e incluso norteamericanos, que no “descienden de los barcos” o tienen una raíz originaria: “Me congratulo de ser parte de esta región Latinoamericana donde no tenemos enfrentamientos religiosos ni culturales, donde además somos todos hijos o nietos de inmigrantes (¡sic!), donde seguimos recibiendo inclusive migraciones internas (¿?)”  
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