“Vi a mi viejo trabajar en el colectivo, tenía que sacar boleto por boleto. Laburó toda su vida y nunca tuvo tendinitis de nada”, dijo la presidenta reivindicando el arcaico sistema de superexplotación de los colectiveros.
“Vi a mi viejo trabajar en el colectivo, tenía que sacar boleto por boleto. Laburó toda su vida y nunca tuvo tendinitis de nada”, dijo la presidenta reivindicando el arcaico sistema de superexplotación de los colectiveros.
“Era más difícil hacerse el revolucionario, porque no había gobiernos democráticos”, continuó la mandataria como si ese reclamo por la salud de los trabadores requiriera de una revolución. “Yo nunca pretendí ser revolucionaria, sino peronista y nada más”, agregó. Y señaló: “Cuando hay un gobierno como el nuestro, que no criminaliza la protesta (¿y los 5.000 procesados por luchar, y los 14 muertos en protestas sociales?), ser revolucionario es lo más fácil que hay”.
Señora presidenta, el reclamo es sencillo, como explicó el secretario de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (Agtsyp), Enrique Rositto: “Pusieron la botonera muy arriba; cuando hacés 1.000 o 1.500 cargas por día por arriba del hombro se empieza a sentir. Tenemos 30 compañeros con diagnóstico de tendinitis y lo único que pedimos es que pongan un teclado a la altura del mostrador. Creemos que la frase de la tendinitis fue tomada para desvirtuar un reclamo real: no estamos en contra de la tarjeta SUBE; queremos que se cambie de lugar el dispositivo nada más”.
Pero la presidenta, además de calificar de revolucionario al reclamo de los trabajadores a la empresa Metrovías, pretendió dar a su afrenta el carácter de una causa nacional: “Estos de la tendinitis son a los que les reconocimos la libertad sindical (a medias, porque no reconocieron totalmente al gremio, sino que le dieron solo la inscripción gremial). Les pido a todos los argentinos que tienen responsabilidades, que trabajan, que estudian, que están arriba de un arado (¿?), que pensemos un minuto no sólo en nosotros mismos (¿sino en los “pobres monopolios y terratenientes, que se enriquecen a costa de nuestra salud?). Son actitudes egoístas, insolidarias, impropias”, lanzó.
La presidenta hizo público una vez más de qué lado está, entre los trabajadores y la patronal, generando bronca con sus despectivas declaraciones. Como dicen las obreras de Kraft, “que Cristina venga un rato a la línea para ver lo que es la tendinitis, antes de hablar contra los trabajadores”.