La Marea, revista de cultura que expresa un amplio frente del campo popular, se convirtió en un instrumento fundamental del trabajo cultural en Cosquín, junto con el Modacuna.
Permitió integrar y fortalecer el trabajo político-cultural con un amplio espectro de trabajadores de la cultura, artistas e intelectuales.
A diferencia de otras revistas del circuito cultural y comercial que cuentan con difusión sistemática oficial, comercial y mediática; esta publicación encuentra en lugares como Cosquín, un ámbito para la difusión a través de actividades, del debate y del boca a boca. Este mecanismo, aquí y en otros espacios, se ha mostrado eficaz para enfrentar la abrumadora avalancha publicitaria de otras revistas, pero fundamentalmente para acercar los contenidos de La Marea a un debate que permite profundizar caminos de crítica y organización cultural, política y social en la cultura.
Los compañeros que año a año participan son los principales promotores de esta propuesta político-cultural, que lucha por desarrollar y fortalecer una cultura nacional, democrática, popular y científica.
Reproducimos los testimonios de algunos de los compañeros que participaron este año, que revalorizan distintos aspectos del trabajo en Cosquín.
Emilio, de La Plata
Haber participado en los últimos tres años y haber estado dos veces más (una en enero de 2001, el año del Argentinazo) es un recorrido corto para definir un hecho cultural de casi 50 años. Este año, tres opiniones extranjeras me hicieron reflexionar al respecto. Un artesano de Colombia y un sociólogo brasilero con una investigación sobre el “fenómeno Cosquín”, en cierta forma, hablaban de la potencia y diversidad de la identidad que emerge de todas las vertientes artístico-culturales, como de las emociones que agitan a decenas de miles allí, unidas en un espacio y tiempo corto y concentrado. La otra opinión fue la del excelente cantante del grupo chileno Illapu, que dijo (antes de cantarle a sus hermanos mapuches, el lunes 29 a la madrugada) “venimos a Cosquín porque en nuestro país no hay algo parecido”.
Sin duda, hay varios Cosquín. El de los miles de argentinos y extranjeros que vienen a disfrutar de la música y las expresiones de la vasta expresión cultural, de todas las regiones del país y de la América nuestra. Si es a la orilla del río mejor…
Está el Cosquín del negocio de los monopolios de la “cultura” y la discografía. El Cosquín del manoseo de centenares de artistas que pelean ser conocidos en las peñas (a veces ni por un sándwich), que recorren los tablados y los escenarios callejeros.
El Cosquín del Congreso del Hombre Argentino, donde debaten artistas, estudiosos, originarios, ambientalistas, artesanos y otros a veces en espacios reducidos, que no llegan más que a un pequeño sector de los que pasan por Cosquín, aunque después trasciende (parecido a las cátedras universitarias).
Qué decir del “escenario mayor” en “la Próspero Molina”, donde el silencio y la calidad luchan en dura desigualdad, con el aerobismo y el ruido de “alegrías” promovidas, como un paralelismo con aquellas noticias que surcan los medios masivos, para correr los hechos de la realidad que golpean a las clases dominantes. Y muchas otras cosas que podríamos abordar.
Pero lo que a mí me dejó y me deja Cosquín es un poderoso campo de pelea por la identidad nacional. En la calle, en los escenarios, en los congresos y como se pudo comprobar en el extraordinario espacio que han sido los recitales con la presentación de la revista La Marea, donde se palpa la necesidad de un vasto sector de nuestro pueblo que busca otra cosa.
No es el único espacio nacional donde se dan estas batallas, pero a mí me parece que es uno de los más importantes, si no el más importante.
Desde ya que para poder abordar este desafío se necesita de todos los instrumentos. El kirchnerismo juega abiertamente y se apoya en la convocatoria y predicamento de los famosos como León Gieco, Mercedes Sosa, Víctor Heredia, que “sin límite de tiempos” (para sus actuaciones) apoyaron su política entre canción y canción o en declaraciones y reportajes.
Hay un gran frente de amigos de nuestra política y nuestra propuesta cultural. El desafío, como Partido, es poder unirnos con ellos y en la unidad buscar los caminos y dar la batalla por la hegemonía de la clase obrera, en la construcción de lo que Mao llamaba el ejército de la pluma.
Silvia, de San Martín
A Cosquín fui dos veces. Mi opinión es muy unilateral y superficial, ya que estuve poco tiempo y es poco lo que pude recoger. Creo que para difundir nuestra propuesta política, ideológica y cultural todo lugar es bueno. En particular, Cosquín reúne una muestra de todo nuestro país, llegan de muchas provincias sectores muy populares, muchos docentes, profesores, historiadores, gente interesada en nuestra cultura, tal vez nacionalistas, etc.
Si bien Cosquín aparece como centro turístico y casi de entretenimiento, me parece que no hay que contraponer, hay espacios para debatir, para profundizar sobre nuestra realidad, y para divertirse. La mayoría de la gente ocupa las calles y las plazas para expresarse con el canto y el baile.
Un sector más intelectual tiene lugar en los otros eventos culturales. El escenario “mayor”, creo, ya no es lo principal del evento. Aunque no quiere decir que no haya que aprovecharlo con los artistas que puedan llegar hasta allí y, a través de su arte, puedan también disputar la política.
Irene, de Capital Federal
Fui por primera vez este año y me pareció interesante y sorprendente. Se da allí una búsqueda de nuestra identidad nacional en el ámbito cultural. Lo que más me llamó la atención es la presencia entusiasta de la juventud junto a las viejas generaciones, coexistiendo en un interés común, el amor al folclore, sus contenidos y música.
Creo que a esta búsqueda del contenido nacional y de la identidad, hay que darle un fuerte empujón hacia el antiimperialismo, que necesariamente debe ir junto a aquél. Sería buenísimo aprovechar y conjugar nuestra presencia con el trabajo cotidiano, no tan sólo a nivel nacional sino también en la política de la provincia, ya que es muy fuerte la presencia de gente de toda Córdoba.
La Marea tiene una excelente recepción en Cosquín. Cientos de lectores de la revista, que nos reclaman que recibieron algún número y después en sus pueblos no la pueden conseguir. Nos sacaron de las manos los viejos números y el último número; querían la colección completa. Vendimos mucho más de lo que previmos y quedaron decenas de contactos con gente del interior de la provincia y de otras.