De los más de 14 millones de cabezas que habían faenado en 2009, los frigoríficos no alcanzaron a matar 11 millones ni en 2010 ni en 2011. La capacidad instalada ronda los 19 millones de cabezas anuales. La escasez de hacienda no es algo fácil de revertir. Hacer un novillo lleva al menos tres años, y la Argentina ha perdido prácticamente el equivalente a todo el rodeo de Uruguay.
De los más de 14 millones de cabezas que habían faenado en 2009, los frigoríficos no alcanzaron a matar 11 millones ni en 2010 ni en 2011. La capacidad instalada ronda los 19 millones de cabezas anuales. La escasez de hacienda no es algo fácil de revertir. Hacer un novillo lleva al menos tres años, y la Argentina ha perdido prácticamente el equivalente a todo el rodeo de Uruguay.
Así, en 2010, comenzaron a cerrar plantas y el proceso se agudizó el año pasado. De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, en el último lustro bajaron la persiana unas 120 plantas registradas en el país, incluyendo pequeños mataderos municipales pero también grandes plantas exportadoras: de 506 plantas activas en 2006, en agosto de 2011 quedaban sólo 386.
En la provincia de Santa Fe, el detonante fue el cierre de la planta de Venado Tuerto, con 540 trabajadores. Este establecimiento fue comprado en el 2005 por parte del grupo brasileño JBS y está diseñado para la exportación. Hay que remarcar que Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, fue durante años un polo ganadero por excelencia.
La sojización, alentada por parte del gobierno nacional, fue corriendo esas explotaciones ganaderas cada vez más hacia el norte. Asimismo, se suman la política de control de precios por parte del secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, con el objetivo de falsear los datos del Indec, ya que la carne era la de mayor ponderación en el consumo, restricciones a la exportación con la implantación de cupos, aumento de las retenciones, hasta llegar al 2006 con la veda de la exportación en varias categorías.
“Según datos de la Oncca, durante 2004 se faenaron en Argentina 14.331.980 cabezas de ganado, 14.350.320 en 2005, 13.415.160 en 2006, 14.955.659 en 2007 y 14.660.284 en 2008, mientras que la faena en 2009 subió hasta la cifra de 16.053.031 cabezas. Ese millón y medio de cabezas de diferencia fueron los vientres liquidados en busca de la rentabilidad perdida por la caída de precios. Entre tres y cuatro millones de terneros menos son la base de la crisis que hoy alarma al sector frigorífico y ganadero”. (Periódico SURsuelo, febrero de 2012).
Claro está que la escasez de materia prima hizo disparar los precios de la hacienda a niveles quizá superiores a los pagados en Europa. Esto que significó ganancias para los grandes propietarios y feeloteros, iba en detrimento del consumo interno como así también de esos pequeños y medianos productores que ya no pudieron volver más al negocio.
Santa Fe: una de las
provincias más afectadas
Como gran productora de carne, Santa Fe es una de las provincias más afectadas. Sin contar las plantas de menor tamaño, la provincia tiene cinco grandes frigoríficos cerrados: dos del grupo Mattievich, ubicados en Carcarañá y Puerto General San Martín; Nelson, recientemente comprado por el grupo Friar -de la aceitera Vicentín- a la comercializadora de granos Cargill; Ciribé, un ciclo dos (es decir, dedicado sólo a desosado, sin faena) ubicado en General Lagos; y el conflictivo caso de Venado Tuerto, del grupo brasileño JBS.
Por otra parte, la Cámara de Frigoríficos del sur de Santa Fe (Cafrisa) publicó una solicitada pidiendo ayuda al gobierno provincial, ya que su capacidad estaría operando al 40%. Piden que no se les aplique el Impuesto a los Ingresos Brutos y se los incluya en los llamados RePro. Esto último constituye un complejo sistema por el cual el gobierno nacional debe aceptarle su crisis preventiva y otorgarle un subsidio por empleado para poder afrontar la situación.
Cabe aclarar que cuando éstos fueron otorgados, constituyeron una burla hacia los trabajadores, ya que a los mismos se les pagaba por una ventanilla y se les descontaba en su recibo, quedándose las empresas con el monto asignado por el Estado.
Esto es consecuencia de la política de este gobierno “nacional y popular”, que ha perjudicado principalmente a los pequeños y medianos ganaderos, a los frigoríficos nacionales, favoreciendo a un grupo de terratenientes, frigoríficos exportadores y feeloteros.
Esta política se expresa en la asociación que el gobierno tiene con algunos de estos grupos. Algo de lo que se habló apareció en el otorgamiento de la cuota Hilton, donde Magrib con JBS, ambos grupos brasileños, fueron “premiados” con la mayor cantidad de toneladas.
Lo más delgado del hilo
En el último período las empresas han descargado sobre las espaldas de los trabajadores la crisis de la carne. Se lamentan de la falta de materia prima, su baja rentabilidad, su capacidad ociosa, etc. Pero nada dicen de las enormes diferencias que hicieron en el 2007, sequía mediante, cuando compraban vacas a 40 centavos el kg. vivo y las vendían termoprocesadas a Europa a 16 dólares.
Tampoco que los premios por producción de los trabajadores están congelados desde hace diez años. O lo que es más grave, en el caso del Swift, que cierra Venado Tuerto y pretende concentrar todo en la planta de Villa Gobernador Gálvez, haciendo un frigorífico de dos.
Esto da como resultado la brutal y despiadada superexplotación de sus trabajadores, ya que dos hacen el trabajo de cinco. Para colmo, en la última distribución de la cuota Hilton, el Swift fue agraciado por la nada despreciable suma de 2.730 TN a un promedio de 16 mil dólares por tonelada. Esto constituye un tercio mayor que la del año pasado y la décima parte del cupo general para frigoríficos. Aún así, dicen cínicamente, que si esto no les otorga la rentabilidad buscada, cerrarían también la planta de Gálvez.
En consecuencia, ya se han producido 20 mil despidos y otros tantos en cierne, ante el silencio cómplice del Sindicato y la Federación de la Carne. Lo único que han hecho es convertirse en voceros de las patronales y ofrecer retiros voluntarios con la pretendida excusa de que hay que hacer una política de diálogo. Ese diálogo se ha convertido en tragedia para cientos de trabajadores en el último período.
No obstante, si alguno se rebela, han demostrado ser campeones en elaborar listas negras y, en combinación con las empresas, se han producido despidos de todos aquellos que pudieran ser un obstáculo para que ellos sigan perpetuados en sus sillones haciendo negocios.