A principios de octubre de 1952 se celebró el 19º Congreso del PC (b) de la URSS.
Poco antes se había publicado la obra de J. Stalin “Problemas económicos del socialismo en la URSS”, relacionada con la discusión sobre economía efectuada en noviembre de 1951. Este trabajo fue la base teórica-política del informe del Comité Central, a cargo de Malenkov.
A principios de octubre de 1952 se celebró el 19º Congreso del PC (b) de la URSS.
Poco antes se había publicado la obra de J. Stalin “Problemas económicos del socialismo en la URSS”, relacionada con la discusión sobre economía efectuada en noviembre de 1951. Este trabajo fue la base teórica-política del informe del Comité Central, a cargo de Malenkov.
Stalin presidió las sesiones y pronunció un discurso de cierre. La lucha de clases y de líneas en la Unión Soviética atravesaba un momento crucial. Los seguidores del camino capitalista habían alcanzado posiciones sumamente importantes en el Partido y en el Estado.
Esto expresaba la existencia y el desarrollo de elementos burgueses en la base económica. En especial, la presencia y gravitación de dirigentes burocratizados, degenerados política e ideológicamente, situados en distintas esferas de la producción y de la economía, que se servían del pueblo en vez de servir al pueblo y que usaban lo público para lo privado.
El propio informe de Malenkov, por ejemplo, describe la situación en el campo y dice: “algunos dirigentes de los organismos del Partido, de los soviets y agrícolas… se dedican a sustraer los bienes del koljos, a vulnerar sin consideración alguna las leyes soviéticas, cometiendo arbitrariedades… Valiéndose de su situación… ocupan tierras colectivas y obligan a las direcciones y a los presidentes de los koljoses a cederles gratuitamente o a venderles a precios ínfimos, cereales, carnes, leche y otros productos, a cambiarles ganado de su propiedad poco productivo por ganado altamente productivo y más valioso. Originan graves daños a los campesinos koljosianos, frenan el fortalecimiento orgánico y económico de los koljoses y socavan el prestigio del Partido y del Estado soviético. Es imprescindible….castigarlos con todo el rigor de las leyes del Estado socialista, como a enemigos”.
El mismo informe, con respecto a la situación general señala: “algunos dirigentes, partiendo de los intereses estrechos de su campo de acción y en perjuicio de los intereses del Estado, crean artificialmente márgenes en los planes de costos de la producción” (hablando en criollo inflan los gastos y aumentan sin fundamento alguno los índices del trabajo necesario para la producción de los artículos). “En los ministerios falta el debido control… Una de las manifestaciones más peligrosas es el ocultamiento de la verdad sobre la situación verdadera en las empresas y en las instituciones confiadas a su gestión… Se conocen hechos de dirigentes de organismos económicos que, con la tolerancia de las organizaciones del Partido, hacen pedidos notoriamente elevados de materias primas y de materiales, en caso de incumplimiento de los planes de producción, adoban con datos falsos los informes sobre lo producido en su empresa. Han aparecido no pocos dirigentes que olvidan que las empresas confiadas a su dirección y tutela pertenecen al Estado y tratan de convertirlas en feudos propios… Un gran mal es que tenemos no pocos dirigentes seguros de que las decisiones del Partido y las leyes soviéticas no son obligatorias para ellos y convencidos de que hay dos disciplinas: una para los de abajo y otra para los directivos. Ellos piensan que todo les es permitido, que pueden infringir las leyes soviéticas, cometer tropelías y arbitrariedades”.
Es decir que, dentro de los límites que imponían la dirección revolucionaria y la dictadura del proletariado, se desarrollaba un germen de nueva burguesía, burocrática, que disponía de por sí, ante sí y para sí, de cierta parte del plus-producto. Básicamente no disponía del plus-producto social, puesto que lo fundamental de las inversiones y, en general, el contenido esencial del plan respondía a los intereses y los objetivos de la clase obrera. Pero sí disponían de una porción del plus-producto en la medida en que lograban controlar medios de producción de todo el pueblo y los empleaban en una dirección contraria a los objetivos del plan, para generar privilegios y apropiarse ilegalmente de cuantiosos bienes de producción y de consumo.
En consecuencia, utilizar el término de “nuevos elementos burgueses” es pertinente. No solo porque da cuenta del carácter de clase de su concepción del mundo, de sus aspiraciones y de su metodología política, sino también, y principalmente, porque a partir de sus posiciones políticas en el Partido y en el Estado, esos elementos, a nivel de base económica, decidían y disponían sobre una parte del producto excedente generado por el trabajo de los obreros urbanos y rurales.
“A menudo –dijo Malenkov– trabajadores honrados que conocen su profesión, pero que llaman a las cosas por su nombre y no toleran los defectos, causando así el desasosiego de la dirección, son desplazados bajo distintos pretextos y sustituidos… Ciertos dirigentes no seleccionan los cuadros por sus cualidades… sino llevados por un espíritu de familia, de compadrazgo y paisanaje…”.
Esta nueva burguesía en germen se expresaba en los escalones de dirección del Partido Comunista a través de las tendencias oportunistas en política y revisionistas en teoría, que actuaban de manera camuflada.
Malenkov formuló, en nombre del Comité Central, una advertencia muy seria sobre los peligros de la situación creada. Inclusive planteó que la crítica de masas era esencial para enfrentar y eliminar los fenómenos malsanos. Pero se lamentó de que en el Partido no predominaba la práctica de promover la crítica de las masas y los burócratas la impedían y reprimían.
“Frecuentemente puede verse… que… de hecho no toleran la crítica desde abajo, la ahogan, se vengan de quienes la practican. Son conocidos no pocos casos de actitud burocrática hacia la crítica y la autocrítica, lo que ha causado un gran perjuicio al Partido, ha matado la iniciativa de sus organizaciones, ha socavado el prestigio de la dirección entre las masas y ha contribuido a que arraigasen en la vida de unas u otras organizaciones las costumbres hostiles al Partido de los burócratas, sus enemigos acérrimos… Tiene particular importancia sostener una lucha implacable contra los que obstaculizan el desarrollo de la crítica de nuestros defectos, ahogan la crítica, la persiguen y acosan”.
Sin embargo, todo el análisis del 19º. Congreso no abordaba la cuestión de fondo, pues no consideraba los graves fenómenos descriptos como manifestaciones de la aguda lucha de clases que se estaba librando.
Esa carencia fundamental melló la línea trazada para combatir contra la burocracia y la corrupción.