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11 de November de 2010


Debilitamiento y conmoción en la URSS

Documentos del PCR / tomo 6

También la URSS tro­pie­za con gran­des pro­ble­mas que la han debi­li­ta­do y la empu­ja­ron a bus­car acuer­dos para ali­viar, tran­si­to­ria­men­te, las ten­sio­nes con la otra super­po­ten­cia. Trata así de ganar tiem­po para enfren­tar, en mejo­res con­di­cio­nes, la lucha con los EE.UU. por la supre­ma­cía mun­dial.

También la URSS tro­pie­za con gran­des pro­ble­mas que la han debi­li­ta­do y la empu­ja­ron a bus­car acuer­dos para ali­viar, tran­si­to­ria­men­te, las ten­sio­nes con la otra super­po­ten­cia. Trata así de ganar tiem­po para enfren­tar, en mejo­res con­di­cio­nes, la lucha con los EE.UU. por la supre­ma­cía mun­dial.
Ante la firme deci­sión de su rival, el impe­ria­lis­mo yan­qui, de fre­nar el expan­sio­nis­mo sovié­ti­co aún a ries­go de la gue­rra, la URSS, a comien­zos de la déca­da del 80, debió mode­rar su expan­sio­nis­mo agre­si­vo y cui­dar sus pasos. Simultáneamente la lucha de los pue­blos empan­ta­na­ba a sus tro­pas y a sus mer­ce­na­rios en Afganistán, Camboya, Etiopía y Angola; y sus manio­bras expan­sio­nis­tas eran denun­cia­das y des­en­mas­ca­ra­das, una a una, por los pue­blos. Estos fue­ron calan­do la esen­cia de su polí­ti­ca, socia­lis­ta de pala­bra, impe­ria­lis­ta en los hechos.
En el 27 º Congreso del Partido Comunista de la URSS, Gorbachov cali­fi­có la situa­ción de ese país como “cru­cial” y en su libro Perestroika (Emecé, Bs. As., 1987, pág. 23) afir­mó que su país “esta­ba al borde de la cri­sis”
Se está pro­du­cien­do una con­mo­ción en una de las dos super­po­ten­cias, la más agre­si­va, y en los paí­ses some­ti­dos a su domi­nio, y hay ines­ta­bi­li­dad polí­ti­ca y cri­sis eco­nó­mi­ca.
Hace 32 años que en la URSS se liqui­dó la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do y se res­tau­ró el capi­ta­lis­mo. Desde enton­ces a hoy el capi­ta­lis­mo sovié­ti­co ha reco­rri­do un largo cami­no. La pro­pia pren­sa ofi­cial sovié­ti­ca reco­no­ce que en la URSS hay 100.000 millo­na­rios. La URSS se con­vir­tió en una poten­cia socia­lim­pe­ria­lis­ta. Es una de las dos super­po­ten­cias que dis­pu­tan la hege­mo­nía mun­dial.
Después de más de 30 años de res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta ha lle­ga­do el momen­to en el que la URSS se asuma como lo que real­men­te es: una poten­cia capi­ta­lis­ta y deje de apa­ren­tar que es socia­lis­ta. Al menos en el sen­ti­do que los mar­xis­tas-leni­nis­tas damos a esta pala­bra. Hace déca­das que la URSS dejó de serlo y el no reco­no­cer­lo le ori­gi­na gra­ves pro­ble­mas. La clase domi­nan­te sovié­ti­ca nece­si­ta, por ejem­plo, como capi­ta­lis­ta que es, lega­li­zar la exis­ten­cia de un Ejército indus­trial de reser­va para poder, de esta mane­ra, inten­si­fi­car la supe­rex­plo­ta­ción de la clase obre­ra y arran­car­le las con­quis­tas revo­lu­cio­na­rias que aún con­ser­va. Hace ya mucho tiem­po que la eco­no­mía sovié­ti­ca no se rige real­men­te por el plan eco­nó­mi­co sino por la ley del valor. La eco­no­mía sovié­ti­ca llegó a una encru­ci­ja­da en la que no puede desa­rro­llar­se (en el sen­ti­do capi­ta­lis­ta) sin per­mi­tir la acu­mu­la­ción públi­ca y legal de capi­tal pri­va­do, al menos en cier­to grado.
Desde hace años la eco­no­mía sovié­ti­ca está estan­ca­da. Su pro­duc­ción agrí­co­la no crece. El nivel tec­no­ló­gi­co de su indus­tria es malo. Gorbachov ha debi­do reco­no­cer la exis­ten­cia de una infla­ción per­sis­ten­te. El défi­cit fis­cal (que no exis­tió en la URSS hasta fines de la déca­da del 60) ascien­de al 13% del Producto Bruto y se paga emi­tien­do mone­da. 43 millo­nes de sovié­ti­cos viven por deba­jo del lími­te de pobre­za. Existe un gran sec­tor de la eco­no­mía en “negro”. El capi­tal en “negro”, en manos de per­so­nas indi­vi­dua­les llega a 240.000 millo­nes de rublos, según Novedades de Moscú. Hay un fuer­te desa­bas­te­ci­mien­to de pro­duc­tos esen­cia­les y cae la pro­duc­ción. Los enor­mes gas­tos que le exige la carre­ra arma­men­tis­ta (alre­de­dor de un 15% por lo menos del Producto Bruto Nacional) le impi­den acu­mu­lar fon­dos para la nece­sa­ria recon­ver­sión indus­trial y la moder­ni­za­ción de la agri­cul­tu­ra, lo que, a su vez, impi­de a la URSS com­pe­tir con los otros paí­ses impe­ria­lis­tas en el Tercer Mundo y le ori­gi­na gran­des con­tra­dic­cio­nes con los paí­ses some­ti­dos a su domi­na­ción. La situa­ción se agra­vó por la caída de los pre­cios de venta del petró­leo, por ser la URSS el pri­mer pro­duc­tor mun­dial de ese com­bus­ti­ble.
Hubo una cier­ta mejo­ría eco­nó­mi­ca en los dos pri­me­ros años de gobier­no de Gorbachov, pero en 1988 y 1989 se agra­vó la situa­ción, inclu­so a nive­les peo­res que en 1982-1984.
La derro­ta mili­tar del Ejército sovié­ti­co en Afganistán demos­tró que ese Ejército puede ser ven­ci­do si los pue­blos se atre­ven a enfren­tar­lo. Esa derro­ta reper­cu­tió seria­men­te en la moral de sus fuer­zas arma­das y en la opi­nión públi­ca sovié­ti­ca y de los paí­ses some­ti­dos a su domi­na­ción.
En olea­das suce­si­vas crece la lucha de la clase obre­ra sovié­ti­ca, uno de los des­ta­ca­men­tos del pro­le­ta­ria­do mun­dial que ate­so­ra mayo­res expe­rien­cias de lucha revo­lu­cio­na­ria. Los pro­pios sovié­ti­cos debie­ron admi­tir que en 9 meses de 1989 las huel­gas suma­ron 7 millo­nes de horas de tra­ba­jo.
Cientos de miles de obre­ros han elec­to demo­crá­ti­ca­men­te, en asam­ble­as, sus comi­tés de lucha y sur­gen embrio­nes de sin­di­ca­tos inde­pen­dien­tes.
Ha comen­za­do –y es impa­ra­ble– la rebe­lión de las nacio­na­li­da­des opri­mi­das por el impe­rio ruso: arme­nios, azer­bai­ja­nos, kaza­jos, uzbe­cos, mol­da­vos, geor­gia­nos, litua­nos, esto­nia­nos, leto­nes y ucra­nia­nos enfren­tan a las tro­pas repre­so­ras de los nue­vos zares.
Todo esto ha reper­cu­ti­do en las nacio­nes de Europa Oriental opri­mi­das por la URSS, las que, siguien­do dis­tin­tos cami­nos, bus­can libe­rar­se de la opre­sión sovié­ti­ca. En estos paí­ses se fue­ron incu­ban­do con­tra­dic­cio­nes que, en un pro­ce­so, lle­va­ron a la lucha ince­san­te con­tra el con­trol sovié­ti­co. Incluso ocu­pa­da mili­tar­men­te Checoslovaquia, su pue­blo siguió la lucha. Así pasó tam­bién en Polonia, Hungría, y en la República Democrática Alemana.
Con este tras­fon­do se agu­di­zó la lucha de las dife­ren­tes cama­ri­llas en la clase domi­nan­te sovié­ti­ca. Se ha gene­ra­do en la URSS una situa­ción explo­si­va, caó­ti­ca, en la que, toda­vía, no se sabe con cer­te­za, como afir­mó un comen­ta­ris­ta del dia­rio fran­cés Le Monde en abril de este año, en “qué manos caerá el poder”. Se han entre­la­za­do los pro­ble­mas socia­les, eco­nó­mi­cos, demo­crá­ti­cos y de nacio­na­li­da­des.
Todo esto ha obli­ga­do a Gorbachov a impul­sar un pro­ce­so de refor­mas desde el poder, bus­can­do moder­ni­zar la eco­no­mía sovié­ti­ca para que pueda enfren­tar la nueva fase de la carre­ra arma­men­tis­ta con los EE.UU.
También la URSS, nece­si­ta­da de ganar tiem­po para ganar la carre­ra arma­men­tis­ta, ha debi­do optar, por ahora, por un perío­do de dis­ten­sión en la dis­pu­ta mun­dial con su rival impe­ria­lis­ta.